Fotografía antigua compartida
por el facebook.
En el muro del FACEBOOK del amigo de la
Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo
suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se
tituló “LA
PRIMERA VEZ QUE FUI A SANTA CRUZ”: “…Siendo
jovencito, como tanta gente en aquel tiempo, me enfermé de pleura, y mi madre
muy preocupada me llevó al doctor D. Domingo Glez. García (Don Domingo el
médico), que era el de mi casa. Por aquel entonces, no existía la seguridad
social y a mi madre le aconsejaron que me llevara a Sta. Cruz al doctor D.
Tomas Cerviá que era especialista del pulmón, neumólogo; no lo dudó, y me
llevó.
Fuimos en el
coche de hora, como llamábamos antes a los (taxis) en el de Miguel el reveron.
Éramos vecinos, nos recogió en mi casa, y nos llevó a la parada. Para terminar
de completarlo, en total ocho, íbamos como sardinas en latas. Después de un
rato de espera, ya en el coche dispuestos para salir iba y le ponía gasolina;
por fin salíamos y a la mitad del trayecto tuvo que parar porque uno de los
pasajeros iba mareando; a pesar de ir comiendo aceitunas, que le había dicho
que eran buenas para no marear por todo el trayecto.
En verdad que el
viaje era largo y pesado pero como era la primera vez a mi no me lo parecía.
Llegamos a los alrededores de la plaza de Weyler que era el fin del trayecto, y
desde allí nos trasladamos a la consulta del Doctor Cervía, donde nos
encontramos con un señor serio, y respetuoso que nos atendió muy amablemente.
Después del
reconocimiento, darnos el diagnóstico, la medicación, y la fecha para una nueva
cita, nos fuimos a comprarlas a la farmacia de Cristelli, a la calle de San
Francisco. Mi madre ya la conocía, porque allí iba a comprar la insulina para
mi padre que era diabético, y en aquel tiempo, era donde único se conseguía
(más tarde casa Miguel Monasterio al estraperlo). Después me llevó a la calle
del castillo, a la plaza de España, y al muelle a ver los barcos y a la recova.
Después fuimos a
comer (almorzar) a la popular casa de comida Ramona, volvimos varias veces a su
consulta, hasta que con suerte me dio el alta. Después seguíamos volviendo a Sta.
Cruz a las consultas de los siguientes médicos: Don Fernando Barajas Otorrino,
el cual me operó de un tabique nasal, a la consulta de Don Enrique Quintero
Neumólogo, y casa De Don Corviliano Oculista (Oftalmólogo) que me graduó la
vista.
Recuerdo que las
gafas las compré en la Óptica Rieu, todas las veces que fuimos a los médicos
por la cuestión de horarios teníamos que comer (almorzar) por allí, y
cambiábamos de sitio; íbamos al Isamar, recuerdo ver despachando a Matías el de
los Pinos, al Calceran; a mi madre le gustaba el puchero que hacía al Túnez,
daba para dos calles, eran de unos crusanteros al Bar mi casa.
Esto me llamaba
la atención, porque estabas tú en tu mesa, y si quedaban algún sitio libre
venían, y se sentaban; tenías que comer con otra gente sin tener ni idea de
quiénes eran; el espacio era muy reducido. En aquel tiempo, los Panchos estaban
en su momento, y en una esquina del bar, había un aparato de radio, y tenía
sintonizada la emisora Radio club Tenerife, y se oía cantando el bolero “rayito
de luna”.
Cuando íbamos con
mi tía Higinia comíamos en el restaurante bailen. Algunas veces también fuimos
a la garriga al bocadillo de tortilla, ya más tarde con la edad capullosa iba
con los amigos
¿Ustedes se
imaginan donde? (…) no sean mal pensados, al bar retama, a comer la rica
ensaladilla…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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