jueves, 29 de diciembre de 2022

LA PRIMERA VEZ QUE FUI A SANTA CRUZ


 

Fotografía antigua compartida por el facebook.

 

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LA PRIMERA VEZ QUE FUI A SANTA CRUZ”“…Siendo jovencito, como tanta gente en aquel tiempo, me enfermé de pleura, y mi madre muy preocupada me llevó al doctor D. Domingo Glez. García (Don Domingo el médico), que era el de mi casa. Por aquel entonces, no existía la seguridad social y a mi madre le aconsejaron que me llevara a Sta. Cruz al doctor D. Tomas Cerviá que era especialista del pulmón, neumólogo; no lo dudó, y me llevó.

Fuimos en el coche de hora, como llamábamos antes a los (taxis) en el de Miguel el reveron. Éramos vecinos, nos recogió en mi casa, y nos llevó a la parada. Para terminar de completarlo, en total ocho, íbamos como sardinas en latas. Después de un rato de espera, ya en el coche dispuestos para salir iba y le ponía gasolina; por fin salíamos y a la mitad del trayecto tuvo que parar porque uno de los pasajeros iba mareando; a pesar de ir comiendo aceitunas, que le había dicho que eran buenas para no marear por todo el trayecto.

En verdad que el viaje era largo y pesado pero como era la primera vez a mi no me lo parecía. Llegamos a los alrededores de la plaza de Weyler que era el fin del trayecto, y desde allí nos trasladamos a la consulta del Doctor Cervía, donde nos encontramos con un señor serio, y respetuoso que nos atendió muy amablemente.

Después del reconocimiento, darnos el diagnóstico, la medicación, y la fecha para una nueva cita, nos fuimos a comprarlas a la farmacia de Cristelli, a la calle de San Francisco. Mi madre ya la conocía, porque allí iba a comprar la insulina para mi padre que era diabético, y en aquel tiempo, era donde único se conseguía (más tarde casa Miguel Monasterio al estraperlo). Después me llevó a la calle del castillo, a la plaza de España, y al muelle a ver los barcos y a la recova.

Después fuimos a comer (almorzar) a la popular casa de comida Ramona, volvimos varias veces a su consulta, hasta que con suerte me dio el alta. Después seguíamos volviendo a Sta. Cruz a las consultas de los siguientes médicos: Don Fernando Barajas Otorrino, el cual me operó de un tabique nasal, a la consulta de Don Enrique Quintero Neumólogo, y casa De Don Corviliano Oculista (Oftalmólogo) que me graduó la vista.

Recuerdo que las gafas las compré en la Óptica Rieu, todas las veces que fuimos a los médicos por la cuestión de horarios teníamos que comer (almorzar) por allí, y cambiábamos de sitio; íbamos al Isamar, recuerdo ver despachando a Matías el de los Pinos, al Calceran; a mi madre le gustaba el puchero que hacía al Túnez, daba para dos calles, eran de unos crusanteros al Bar mi casa.

Esto me llamaba la atención, porque estabas tú en tu mesa, y si quedaban algún sitio libre venían, y se sentaban; tenías que comer con otra gente sin tener ni idea de quiénes eran; el espacio era muy reducido. En aquel tiempo, los Panchos estaban en su momento, y en una esquina del bar, había un aparato de radio, y tenía sintonizada la emisora Radio club Tenerife, y se oía cantando el bolero “rayito de luna”.

Cuando íbamos con mi tía Higinia comíamos en el restaurante bailen. Algunas veces también fuimos a la garriga al bocadillo de tortilla, ya más tarde con la edad capullosa iba con los amigos

¿Ustedes se imaginan donde? (…) no sean mal pensados, al bar retama, a comer la rica ensaladilla…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

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