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El amigo del Puerto
de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (21/12/2022) estas notas
que tituló: NATALIA GONZÁLEZ, 'EL RASCA'”: “… Fue, ante
todo, una presentación cálida. En la librería ‘La educación’, de La Orotava,
Natalia González, autora de “El Rasca”, comprobó que el respeto y los afectos
se ganan sin necesidad de victimizar sino con comportamientos que reflejan una
personalidad valiente, decidida, indómita y corajuda. Es esa personalidad que
lucha contra la adversidad y contra las incomprensiones, a veces las que ella
misma puede generar, sin proponérselo.
Natalia, con un montón de
amigos que la arroparon, se sinceró para acreditar sus inquietudes, las que se
potenciaron a raíz de haber perdido un hijo en el mar, en un desgraciado
accidente. Estuvimos a su lado aquella tarde-noche en que todo se oscureció, en
que el infortunio se alargó hasta la tragedia.
Anoche, tras muchas peripecias,
tras el inicio de una lucha personal indesmayable con tal de superar carencias
y de contribuir a mejorar la convivencia, se entregó tal cual, como es, con una
nueva criatura, su libro, “El Rasca”, la escritura de una experiencia vital, la
síntesis de una memoria que se sucedía sin pausa en las largas noches de
insomnio, en el denso silencio de las soledades que apostaban por la derrota.
Nada de eso, la autora, lejos
de arredrarse, no sabemos si consciente o no, estaba ante el reto de su vida
esquilmada. Y pudo con el desafío, en compañía de sus hijas, de sus familiares
directos y de la legión de amistades que ha sabido y podido granjearse con ese
don especial que cuando se manifiesta parece una impostura, mejor dicho, una
sobreactuación, pero no, no lo es; es ella, tal cual, la Natalia alegre,
dinámica, jovial, espontánea y dicharachera.
Así la vimos, volcada con sus
sentimientos, besando y abrazando a cuantos querían trasladarle su afecto, a
cuantos quería agradecer su presencia y estaban allí para contrastar que cuando
el espíritu de lucha se desata, aparece “El Rasca”, y avanza, ya incontenible,
hacia los logros que sea.
En este caso, hacia el respeto
y la consideración personal de alguien que se hace a sí misma. Natalia
González, trabajadora en silencio, constante, inarrugable, jamás tendrá los
párpados caídos. Ella le puede a la vida de modo que madre coraje puede parecer
corta. El libro la identifica: es un retrato de sus sentimientos. Es un
intimismo singular, muy singular, como relataron y describieron muy bien
quienes intervinieron en la presentación.
Ya se puede rascar.
La vida depara casos que,
cuando hay oportunidad de vivirlos o seguirlos, invita a la empatía. Natalia la
transmite. Seguirá haciéndolo. Es su sino, si nos lo permite…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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