Fotografía compartida con su muro del
Facebook.
El amigo del Puerto
de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (18/12/2022) estas notas
que tituló: LORO PARQUE, ALGO MÁS QUE UNA MARCA”: “… Cuenta Wolfgang Kiessling que el día de la apertura, un 17 de
diciembre, llovió tanto que apenas entraron diez personas. Pero fue una buena
señal. Señal de abundancia. Aquella iniciativa, fraguada con su padre,
emprendía un rumbo que, con el paso del tiempo, cuajaría en un emporio. La idea
era, sobre una superficie de trece mil metros cuadrados, un parque exótico, con
animales, loros y papagayos y con algún espectáculo añadido. Era toda una
novedad en el portuense barrio de Punta Brava, a partir de aquel momento
conocido por algo más que su Lazareto, la vieja y tortuosa carretera y el
equipo de lucha canaria.
Ahí surgió Loro Parque que
cumplíó ayer, en la fecha reseñada, cincuenta años que es tanto como decir
cinco décadas de constante expansión, de ampliaciones, de innovación, de
exotismo, de afán perfeccionista y, sobre todo, de amor por la obra bien hecha.
Aquel admirable espectáculo de los loros en patineta o jugando a baloncesto
queda muy atrás: surgieron otras atracciones, creció el zoológico, vinieron los
delfines, Lorovisión, el orquidiario, la isla del tigre, impresionó el
pingüinario, llegaron las orcas y hasta brotaron un palacio árabe y un pueblo
tailandés… Y todo, con un esmerado sentido de la excelencia. No era hacer por
hacer o disponer cosas nuevas por el simple hecho de añadir y atraer sino
hacerlo bien. Hasta lo mejor.
El parque hoy tiene una
colección de más de dos mil palmeras de todo el mundo plantadas en casi ciento
cuarenta mil metros cuadrados. A lo largo de su historia ha registrado más de
cuarenta millones de visitantes. Loro Parque lo es todo: una marca, una
atracción, un lugar de obligada visita para el turista, una fuente para
cualquier nativo… En definitiva, una divisa del Puerto de la Cruz, tal es así
que, junto al complejo turístico Costa Martiánez (el Lago, para entendernos),
ha constituido uno de los grandes soportes del destino turístico.
Nacido para disfrutar. Para
gozar de la naturaleza, entre el verde los platanales y el azul atlántico. Para
vivir una jornada entera entre sonidos indescifrables y saltos indescriptibles
sobre el agua. Entre adelantos tecnológicos e instalaciones que son una plétora
de atractivos. Para recrear la vista sobre especies animales y vegetales. El
frescor, la aventura, la variedad, los recursos naturales tan al alcance, las
sorpresas… Todo lo que experimentamos con la reapertura tras la doliente
pandemia.
Todo eso es Loro Parque, el
fruto de la constancia, la sensibilidad permanente, el tesón germánico e
insuperable de Wolfgang Kiessling. Y de Brigitte, su esposa. Y de sus hijos. (Y
de Antonio Caseras, su leal consejero y abogado, ya fallecido). Y de unos
cuantos colaboradores que trabajaron con denuedo para fabricar el emporio y
para superar también algunas situaciones delicadas derivadas no sólo de las
características de la protección y conservación de los animales sino del propio
funcionamiento de las complejas instalaciones.
Loro Parque tiene su avenida.
Su imagen corporativa es la única que luce en la señalética de las carreteras
insulares. Ha organizado hasta ocho congresos mundiales de papagayos. Tutela la
Fundación que lleva su nombre, creada en 1994, para la conservación, protección
y recuperación de especies en extinción, acaso la mejor prueba del compromiso
de la propiedad con la naturaleza y el medio ambiente. Y Kiessling es hijo
adoptivo del municipio, un reconocimiento más que merecido porque lo suyo ha
sido cooperar en su engrandecimiento y en su proyección desde una gestión
turístico-empresarial brillante pero también desde el lado humano más cercano:
con el deporte, con el equipo de lucha canaria del barrio, con la obra
asistencial y con las fiestas locales.
Durante la alcaldía
(1999-2003), nos correspondió acompañar a los Kiessling en momentos importantes
de su trayectoria: el acto de inauguración del Planet penguin (pingüinario) y la entrega del premio de
Excelencia Turística ‘Príncipe Felipe’. Pudimos compartir su felicidad emotiva
de ambos momentos. Primó, desde luego, sobre la satisfacción que significaban
uno y otro, manifestación sin duda de la superación que ha caracterizado el
quehacer de quienes ahora se han dedicado por entero a celebrar el cincuenta
aniversario de algo más que una marca.
Porque Loro Parque lo es, desde
luego…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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