Liceo
de Taoro. Colección particular, tomada por mi cámara.
El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS,
remitió entonces (17/08/2020), estas notas que tituló; “NICOLÁS DORTA AUSCULTA
LAS ZONAS COMUNES”: “…Al final, Nicolás Dorta y Juan Cruz, con Agustín
González como introductor/testigo activo, terminaron hablando de las
interioridades humanas y del escritor en el acto de presentación (Liceo Taoro,
La Orotava, viernes 14) del primer libro de relatos de Dorta, Las zonas comunes (Franz
Ediciones 2020). “Un libro sobre la escritura y sobre la soledad, la
existencial”, define el autor, en pleno diálogo, cuando una plétora de
conceptos, matices y sugerencias, hizo más amena y reflexiva la sesión.
Nicolás
Dorta (Guía de Isora, 1978), periodista y escritor, que ahora ejerce como
profesor de Filosofía en un instituto de secundaria de Lanzarote, transitó
por Diario de Avisos y
las agencias Efe y Europa Press, donde dejó un sello propio que vislumbraba
aventuras y realizaciones literarias. Edita su propio blog, titulado ´Música en
el coche’. “Cualquier noticia la reportajeaba”, dijo de él Agustín González,
hoy vicedirector del decano. No satisfecho, añadió que “en sus crónicas había
siempre un plus de calidad literaria. Se trata, pues, de alguien que es mucho
más que un buen periodista”.
Alguien
que toca la batería y al que apasiona la música. Como a Cruz Ruiz le gusta
entrevistar a los escritores, le animó a confesarse. Tanto, que titubeó cuando
el escritor y editor portuense interrogó “por lo que no te he preguntado”.
Cruz, atraído cuando recibió el original, dijo que la escritura de Dorta está
hecha de agua salada, “con un verbo potente que impulsa esa escritura, lo que me
lleva a pensar que, con los textos recientes de otros autores, algo se está
moviendo en la tradición literaria de nuestro lenguaje”.
El
autor de Las zonas comunes aceptó
los envites para admitir que carece de argumentos. “Pero hay una mirada, parte
de una idea, de un flash, es de un arranque que luego tiene su continuidad,
pero sin planificar”. Porque Dorta escribe sobre la marcha. Y revela un ejemplo
de su inclinación por el lenguaje sintetizado: “He nacido en el fin del mundo.
Fíjense qué frase. Sobre ella estoy escribiendo ahora”.
El
influjo periodístico en su quehacer se plasma en su inconformismo permanente.
“Escribir es sugerir. Y lo que no dices, lo dejas ahí. En esa labor, se corrige
constantemente.”. De ahí al perfeccionismo no hay más que un paso. Se nota en
los relatos que se suceden con algo más que curiosidad, lo siguiente. Él mismo
dice que en el libro hay huellas y sombras, pero no es esencialmente
autobiográfico.
“Me
interesa la imposibilidad de cambiar, esa es una situación que me atrae, saber
por qué sucede”, desgrana Nicolás Dorta que admite que “hay que ser valiente
para escribir cosas que te influyen”. Es uno de los rasgos de la obra que “va
de gente que se sostiene en la vida”. Por eso ausculta su interior y relata
elementos vitalistas, construyendo un análisis propio de un territorio que se
descubre diariamente. Los cinco relatos del libro han sido escritos –y
perfeccionados- a lo largo de los últimos años. Prioriza a los personajes,
acaso para sostener la trama, cualquier trama.
Y,
para acabar, puso sobre la marcha la ausencia de la portuense Olivia Molina
Espinosa, recientemente fallecida: “Ella hubiera estado aquí”. La evocó. Aunque
ya esté lejos de Las zonas
comunes, un título imprescindible de nuestra literatura…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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