De nuevo una llamada inesperada
y de tristeza a mi móvil de la querida amiga desde la infancia de la Calle El Calvario; Isabel Valero Hernández,
en la que me comunica la ida al infinito de su hermano, mi amigo de toda la
vida “Paquito”.
Francisco Valero Hernández
(Paquito), nació en la Villa de La Orotava el 28 de octubre del año 1949, y
falleció en la misma el 25 de junio del 2022, a los 72 años de edad.
Estudió con Las Lorencitas, en
el Colegio de San Isidro y en la Escuela de Comercio de Santa Cruz de Tenerife.
Un gran deportista, que
practicó el futbol y el baloncesto. En el futbol jugó en el Infantil y Juvenil
Plus Ultras, así como en equipos aficionados. En el baloncesto lo hizo en el CB
AA. AA. Salesianos (actual CB. San Isidro). Y como colofón final al deporte
obtuvo el título de entrenador, dirigiendo al UD. Orotava y al UD. Rambla.
Un magnifico y notable
emprendedor del mundo de la fotografía “FOTO WAHLER”, el primero que montó en
la Villa de La Orotava, la obtención de fotografías mecanizadas rápidamente, y
culminándolas con la salida en el mundo de las nuevas tecnologías.
Amigo desde toda mi vida, casi
hermano quizá más, excelente persona amigo de sus amigos, extraordinario
esposo, padre y abuelo.
Paquito tenía un corazón
enorme, siempre en buenos contactos con sus clientes a los que le ayudaba espléndidamente, ya que
poseía un don de saberse comunicar como un ser humano de categoría.
Desde pequeños jugábamos juntos
a todos los juegos infantiles, al fútbol en las calles y campitos, al
baloncesto, incluso nos echábamos
grandes partidas de chapolín en casa de don Eustaquio Lima en la calle El
Calvario.
Llegamos a estudiar junto,
tanto en el bachillerato como en el
peritaje mercantil. Recuerdo que cuando llegábamos tempranos a clase en
Santa Crus de Tenerife en la Escuela de Comercio, nos sentábamos a estudiar en
la plaza Weyler, para entrar preparado
a las históricas aulas de la legendaria
Escuela capitalina, edificio que donó el
ilustre Imeldo Serís.
Últimamente nos tropezábamos en
la plaza de Franchi Alfaro, a donde íbamos a caminar para ejercer nuestra
fortaleza, y nos preguntábamos como estábamos, la verdad que bien y feliz.
Así que no esperé tu marcha
prematura, espero que siga siendo feliz en ese paraíso eterno colmado de
esperanza, fe y misericordia.
Paquito amigo, hermano, un
abrazo y hasta siempre.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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