sábado, 10 de octubre de 2020

UNA BORRACHERA EN LA PLAZA DEL CALVARIO (LA OROTAVA)

El amigo de la Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN “ESPECTADOR”  remitió entonces (10/10/2020) en estos tiempos de pandemia, sobreviviendo a ese bicho indivisible mortífero,  estas notas que tituló: “UNA BORRACHERA EN LA PLAZA DEL CALVARIO (LA OROTAVA)”; “…Hay pequeñas discrepancias sobre la fecha en que se inauguró en La Orotava, la Fuente de la Plaza de La Paz o del Calvario, frente a la Ermita de San Isidro Labrador. En mis notas diarias escritas a lo largo de aquellos años juveniles, saco la conclusión de que en 1961 fue cuando se inauguró oficialmente dicha Fuente.  En tiempos anteriores a la Fuente, había una Cruz de cemento de unos tres o cuatro metros de altura, que terminó por desaparecer de allí para ser sustituida por la Fuente, poco tiempo después.

Era y sigue siendo frecuente y hasta normal, que al final de la Romería en la Plaza del Calvario, llegue mucha gente de ambos sexos chispada quizá en exceso, con unas copas de más. Pero la borrachera que quiero contar ahora, se produjo fuera del tiempo de la Romería.

Nos tenemos que remontar a 1956. Es una triste y lamentable historia, y me reservo por ello el nombre de los implicados.  Fue el 19 de marzo de 1956, día de San José. Salimos a tomarnos unas copas y terminamos en dicha Plaza de La Paz o del Calvario. Pero uno de mis amigotes, de cuyo nombre prefiero no acordarme, se cogió tal borrachera (vulgo tajada), que se puso a dormir la mona en uno de los bancos alargados perimetrales de cemento que entonces había con la Cruz en medio de dicha Plaza.

Pero el hombre se nos quedó tan pálido y demacrado, que casi temimos por su vida. Le tocábamos la cara, pálida como el mármol blanco, cuando estaba acostado durmiendo la mona, y al tacto su piel era fría como un témpano de hielo. Nuestra preocupación fue de tal dimensión, que nos cuestionamos por unos momentos si llamar a un médico o a una ambulancia. Unos minutos más tarde, respiramos tranquilos, cuando observamos que el interfecto beodo empezó a recuperar su habla y sus movimientos motrices…

Así se escribe esta historia. Un hito que forma parte de los recuerdos de mi juventud…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario