En esta
fotografía de un jueves de la Octava del Corpus, el segundo Jueves más
importante de la Villa de La Orotava (el primero el Jueves Santo). Y en plena
Fiestas Mayores Villeras.
Me viene
a la rutina el recordar de mi infancia, aquellas inolvidables cuadrillas de
trabajadores en las fincas de plataneras del Valle de La Orotava. Que partían
de madrugada desde la ermita de Santa Catalina (camino de La Sierra), hasta la
Ermita del Calvario en la plaza de la Paz y luego distribuirse por las
diferentes fincas que cubrían y embellecían de verde el Valle.
Eran
cuadrillas de hombres, solo hombres que bajaban desde Los Altos de la Villa y a
su pase por la ciudad se unían a los que habitaban, por la Villa de Arriba. La
filosofía, el cantar y la poesía de estos pobre hombres que bajaban con una
cestita de comida, que comida en esa pequeña cestita, lo suficiente para el
aguante del trabajo muy poco remunerado y de muchas horas, en lugares fríos y húmedos,
en los inviernos lluviosos y solo protegerse de la intemperie y la inclemencia
del tiempo, de una simple camiseta (camisa) y un pobre sombrero.
El
recuerdo infantil, del bajar de madrugada por la calle El Calvario y el subir a
la media tarde cargados de troncos de bananas para alimentar a los animales,
era evidente, y de mucha tristeza para un niño de mi entonces edad, la verdad
que me entristecía de ver a aquellas famosas cuadrillas de trabajadores de
banano.
En esta
foto, es triste que un día de las Fiestas Mayores, el día más importante, estos
pobres hombres, regresaran a su casa, después de tristes y duras faenas
laboral, por el recorrido de las alfombras, por donde, hora posterior
transcurre la procesión de la Divina Majestad. Es triste de verdad.
Esta
panorámica está tomada en la calle Colegio de la Villa de La Orotava, por fuera
de la Mansión fundadora de las alfombras de Flores “Casa de Los Monteverde”.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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