jueves, 11 de mayo de 2017

CORPUS EN LA OROTAVA AÑO 1956



Si hay un pueblo en Tenerife - y hay muchos en lista - que con todo motivo pueda vanagloriarse de su acendrada religiosidad, ese pueblo es La Orotava. y si en el ValIe de La Orotava hay tradiciones piadosas del más añejo arraigo, la más recia, delicada y admirable es ésta de las Alfombras florales en la octava del "Corpus Christi".
La Orotava es apacible, bella y aristocrática. Es la evocación viviente de nuestro siglo de oro, viñeta imperial en piedra y tono de vida, encuadrada en el marco esmeralda de los jugosos platanales. Remanso de quietud bucólica y epicentro a la vez del sinecismo norteño, con sus rúas en recuesto, sus jardines en flor que parecen rincones de los fabulosos países asiáticos. Con sus viejas mansiones coronadas de heráldicos escudos, sus balcones afiligranados colgados sobre los muros nítidos, con sus piedras milenarias doradas por el sol de los siglos y la mole roquera de su Iglesia Matriz de La Concepción, La Orotava es síntesis de lo típicamente insular y monumento, en su conjunto, único en Canarias. Por las calles pendientes baja fresca y rumorosa agua. El caserío es blanco como la nieve que tapiza al Teide en los inviernos.
La vegetación es ubérrima. Sobre los flancos montañosos que encuadran el Valle se ha extendido un toldo de nubes que nos da grata sombra. Gentil y garbosa, como una sultana de ensueños, endomingada, enfervorizada como una novicia en vísperas de su profesión está hoy esta Villa de recio abolengo que exhibe con orgullosa veneración las joyas artísticas de sus tapices de flores alfombrando el recorrido que ha de hacer la procesión.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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