martes, 27 de febrero de 2018

EL BARCO QUE DIO LUZ A TENERIFE DURANTE UNA DÉCADA (1965 – 1973) DEL SIGLO XX



En Canarias, durante la década de los 50 y principios de la década siguiente, el suministro de energía eléctrica se reveló inadecuado para las necesidades de la población residente en pleno crecimiento. Posteriormente se sumaría a esta demanda energética el incremento del turismo y la necesaria instalación de desaladoras de agua de mar. El servicio eléctrico existente hasta entonces (perteneciente a inversiones de capital privado, no siempre bien avenido) apenas si conseguía abastecer adecuadamente a Las Palmas de Gran Canaria, a Santa Cruz de Tenerife, y otras pocas poblaciones más, aunque más precariamente llegaba a algunos núcleos menores con el correspondiente menoscabo en la calidad del servicio. En esta situación, el INI comienza a intervenir en las Islas, y entre sus primeras decisiones está el traslado de la central eléctrica flotante NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ a Canarias.
Hacia mediados de septiembre de 1962, sería llevado hasta Tenerife por el remolcador RA-3 de la Armada Española −este remolcador también había navegado con la bandera de la Royal Navy durante la II Guerra Mundial−. Después de unos treces días de navegación tras la estela del RA-3, el NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife, quedando amarrado en el ángulo de la dársena sur, desde donde de inmediato comenzó a suministrar electricidad a gran parte de la Isla, y lo hizo fielmente durante once años, convirtiéndose en todo un referente en la historia del Puerto de Santa Cruz de Tenerife.
En 1969, el INI se hizo con el control de la empresa eléctrica privada UNELCO (Union Electric Company) que suministraba electricidad en Canarias, mediante la compra a su propietario norteamericano, dando nacimiento a la UNELCO pública, que con su capacidad inversora permitió que por fin en 1983 se lograra hacer llegar el suministro eléctrico a todo el Archipiélago, optimizándose progresivamente los parámetros de calidad del servicio.
El suministro de electricidad del NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ se mantuvo en Santa Cruz de Tenerife, hasta abril de 1973, conservando siempre el buque el color gris de su pintura de guerra. En el ínterin, en la costa de Las Caletillas, en el municipio tinerfeño de Candelaria, estaba tomando forma una gran central eléctrica, capaz para el suministro de toda la Isla, siendo inaugurada a las 17:30 horas del 12 de mayo de 1973 con la denominación de “Diesel Candelaria”, con lo que los servicios del viejo AFFLECK ya no serían necesarios. Mientras tanto, siendo presidente del INI D. Claudio Boada Villalonga, el NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ fue vendido a la empresa Termolanza (Termoeléctrica de Lanzarote, que en 1975 también sería absorbida por UNELCO mediante compra), con el objetivo de destinarlo a la misma actividad en aquella Isla, ante la creciente demanda de energía eléctrica. Tras efectuarse en los varaderos de Nuvasa (Tenerife) las revisiones necesarias de pintura y reparaciones menores para este traslado, fue puesto nuevamente a flote y trasladado al dique sur para su aprovisionamiento. Finalmente el 5 de mayo de ese mismo año fue despedido en el puerto santacrucero. Con su marcha, Santa Cruz de Tenerife y su puerto perdieron uno de sus referentes de identidad.
El NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ sería utilizado como central eléctrica flotante en Lanzarote, permaneciendo amarrado en Puerto Naos (delante del faro). De aquel uso ha quedado como testigo hasta hoy los restos del transformador de electricidad que conducía su energía hasta tierra. Primeramente abasteció de electricidad a la potabilizadora para, posteriormente, prestar servicios para UNELCO. Hacia finales de 1981 el buque se encontraba en franco deterioro, debido a que en las instalaciones portuarias de Lanzarote no había una zona adecuada ni herramientas ni el personal suficiente para el calibre de mantenimiento que necesitaba.
Y un buen día, el viejo y cansado NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ como mismo llegó a Canarias, se marchó, pausado, sin ruido, con mucha discreción, y probablemente así llegó a Cádiz, para ser internado en el Arsenal Naval de La Carraca, donde al parecer permaneció en su último tramo de vida. Oscuro final para tan luminosa existencia.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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