domingo, 25 de febrero de 2018

DON AURELIO CARMONA LÓPEZ Y LOS SANTOS VARONES DE LA VILLA DE LA OROTAVA



Don Aurelio Carmona López, el escultor más sobresaliente de todos los que florecieron en La Palma en la segunda mitad del siglo XIX, también destacó en la pintura y en la fotografía de forma notable. Hijo de Don Domingo Carmona Silva y de Doña Josefa López y Martínez,  nació en la ciudad capital de la isla el 13 de marzo de 1826 y recibió el bautis­mo el 16 siguiente en la iglesia parroquial de El Salvador, ceremo­nia en la que se le impusieron los nombres de Aurelio Leandro José Domingo del Sacramento.
Como estudiante fue un discípulo aventajado. Contaba 10 años de edad cuando se le distinguió con un segundo premio de los tres que concedía la Comisión de Escuelas de Santa Cruz de La Palma, a la cual, reunida en la sala capitular del Ayuntamiento junto con los párrocos de El Salvador y ante un crecido número de personas destacadas de las más variadas profesiones, competía deliberar y conceder aquellas distinciones. Se presentaban los alumnos de las dos escuelas que entonces había en la población, la pública regentada por Don José Manuel Lorenzo Díaz y la privada que dirigía Don Leonardo Rodríguez de los Reyes, y el examen a e­fectuar consistía en un ejercicio de lectura, escritura, cálculo arit­mético y doctrina cristiana. En su juventud dedicó al teatro muchos ratos de ocio. Hizo presencia en escena en varias obras que se representaron en La Palma cuando la ciudad conoció el inicio de su florecimiento teatral a mediados del siglo XIX, que culminó posteriormente con la figura del poeta y dramaturgo Don Antonio Rodríguez López. Carmona contaba 24 años cuando intervino en la pieza titulada Cecilia la cieguita y en el sainete Los guantes a­marillos; más tarde, en 1856, a beneficio de la Milicia Nacional, trabajó en la comedia titulada La mujer de un artista, que "gustó muchísimo" al público.
Domingo Carmona y Silva, como padre y legítimo administrador de su hijo, por muerte de Don Santiago López, fallecido en La Habana, solicitó la obten­ción y declaratorio de vacante de la capellanía que fundó Doña Águeda de San Diego Álvarez, viuda del Sargento Manuel Méndez, por su testamento otorgado en La Guaira el 31 de mayo de 1757; consistía en la celebración de una misa todos los domingos y días festivos en la ermita del Santísimo Cristo del Planto, en Santa Cruz de La Palma. Adjudicada al solicitante, muy poco tiempo después, el 24 de julio de 1841, se mandó secuestrar por la autori­dad eclesiástica los bienes de dicha capellanía así como dejar sin efecto las disposiciones tomadas al respecto.
Don Aurelio Carmona se inició en las bellas artes bajo la in­fluencia de su tío Don Manuel Díaz, Venerable Beneficiado de la parroquial de El Salvador, el dibujo lo practicó bajo la dirección del profesor Don Blas Ossabarry, que se estableció en La Palma en 1840. En el campo de la pintura fue autor del retrato sobre lienzo de su mencionado tío Don Manuel Díaz, su obra más importante, al que plasmó, sentado, sobre fondo os­curo para resaltar más sus facciones; el cuadro, que se conserva en la sala de la sacristía de dicha iglesia y presidió el túmulo que se levantó en la mencionada parroquia con motivo de sus honras fúnebres, tiene la siguiente inscripción: QUI DECUS ET SPLENDOR SA­CRITI AD LIMINA TEMPLI OCCUBUIT, ZELUS VICTIMA (ACTA SUI.OBIIT NONIS APRILIS ANNO MDCCCLXIII AETATIS SERAE OCTOGESIMO NONNO (Que honor y esplendor, cayó muerto en los umbrales del sagrado templo víctima de su celo. Murió el 5 de abril de 1863 a los 89 años de edad). Trabajó en varias piezas ornamentales para la ermita de Santa Lucía, en el término municipal de Puntallana: en 1845 se le pagaron 4 pesos por pintar y dorar el escudo de .un nuevo velo para el nicho de la imagen; en 1848 recibió 45 reales por la decoración de cuatro macetitas para el culto de la misma efigie; y en 1857 percibió 6 pesos por pintar y dorar a la santa en la nueva alcancía de aquel templo. Asimismo, en 1853, recibió 3 pesos por pintar y dorar las andas de Santa Rosalía, imagen que recibe culto en la ermita de su nombre en la Villa de Mazo.
Realizó al óleo sobre lienzo los retratos de Don Antonio Rodríguez López y de su esposa Doña Lina Antonia Méndez - Cabezola, que se conservan actualmente en La Laguna (Tenerife) y pintó y doró el retablo del altar mayor de la iglesia de San Francisco de Borja, que después fue del antiguo seminario de Las Palmas de Gran Canaria, según diseño del artista Don Manuel Ponce de León; inaugurado en mayo de 1862; en la misma fecha recibió la cantidad de 900 reales vellón por los gastos de su viaje desde La Palma y por su trabajo. También dejó plasmada su pericia en los decorados que pintó para su primo el dramaturgo Don Antonio Rodríguez López cuando éste presentaba sus obras, siem­pre con gran éxito entre sus conciudadanos, en el teatro de la so­ciedad "Terpsícore y Melpómene" (actual "Teatro Chico Munici­pal") de Santa Cruz de La Palma. Asimismo realizó algunos re­tratos al creyón, como el de Doña Josefa Pérez Morales, que se conserva en el domicilio de Don Jorge Lozano Van de Walle, en Santa Cruz de La Palma, o el de su tío, el Beneficiado Díaz, que se encontraba en la sacristía de la ermita de San Sebastián, en la misma localidad.
En su faceta como escultor, iniciada bajo la directriz del re­petidamente nombrado Don Manuel Díaz, trabajó siempre influen­ciado por las bellísimas imágenes que el artista orotavense Fernando Estévez realizó para la referida ciudad de Santa Cruz de La Palma. Se puede decir que fue un discípulo aventajado de aquel maestro o que siguió su escuela sin haber pasado por su taller. Por esta razón, toda la obra de Carmona López es netamente neoclási­ca; hace recordar muchas veces a aquel escultor en buena parte de su producción, tanto, que en alguna ocasión se ha prestado a confu­sión el aplicarle la paternidad de un trabajo a uno o al otro, Por se­guir esta escuela de Estévez que se había impuesto en La Palma en los escultores de su generación, remodeló cierta imagen flamenca al verse obligado por el interés del mayordomo encargado de su custo­dia a fin de remodelarle su cabellera y darle la apariencia marcada en el clasicismo académico que imperaba en la Isla en lo que a es­cultura y arquitectura se refería. Este desliz no debe empañar la notable labor que desarrolló en el arte de Fidias, en el que, por cier­to, desplegó siempre una gran actividad trabajando en varias obras al mismo tiempo; lo ratifica así su tía Doña Eugenia Carmona en 1859, cuando escribió respecto a su sobrino, lo siguiente: "Aurelio, si tuviera veinte cuerpos todos los tendría ocupados. En la actualidad está haciendo un San BIas, que todos los que lo ven no creen que es obra de su mano solo. También está haciendo la figura del barco de Bos y los dibujos de la popa, un San Juan y una Magdalena. En fin, trabaja de noche y de día y a pesar deja de cumplir.
Aurelio Carmona es autor de varias esculturas, entre las que se encuentran las siguientes: San Juan Evangelista. Una de sus mejores obras, completa el bello y artístico paso del Crucificado que sale procesionalmente todos los Viernes Santos, al mediodía, y recibe culto en la actual parroquia de San Francisco de Santa Cruz de La Palma; la imagen refleja "en su mirada y escorzo el momento en que el discípulo amado comprendiendo la pronta partida del Maestro implora con sus ojos fijos en el Divino Rostro la misericordia para la tierra, a la que señala”. Mide 1'53 metros de altura; es de las imágenes llamadas de candelero, realiza­da en madera policromada, y en ella destaca el tratado de su cabe­za y manos y el modelado de su cabellera.
En 1869 llevó a cabo para la pa­rroquia de San Juan de la villa de La Orotava la realización de las espléndidas andas procesionales del Santísimo Sacramento, las que, por sus características han sido atribuidas al artista de aquella localidad Fernando Estévez. Igualmente, realizó para el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma el escudo municipal que se conserva en las casas consistoriales· y para la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves el sillón de viaje de la Virgen, urna tallada, dorada y acristalada, que se usa en los des­plazamientos de la Patrona de La Palma a la ciudad capital insu­lar con motivo de la celebración de la fiesta lustral de La Bajada de la Virgen; y las figuras del belén, que perteneció a la des­cendencia de Don Felipe Massieu Rodríguez y Doña María de los Dolores García González, actualmente en poder de Don Fernando Leopoldo Prats, en Santa Cruz de La Palma. Restauró los gigantes que se estrenaron en los festejos de La Bajada de la Virgen, cele­brado en 1860; adquiridos en Tetuán, se encontraban allí, en un almacén bastante deteriorados. En 1883 recompuso la Virgen de cantidad de 32 pesos corrientes que le fueron abonados el 20 de febrero de dicho año.
Intervino en la restauración de la imagen del Santísimo Cristo de la Columna que se venera en la iglesia pa­rroquial de San Juan, en la villa de La Orotava, a instancia de su párroco “Don José Pérez Hernández, cuñado del artista, intervención ésta que resultó polémica y que perfeccionó más tarde el pintor Don Gumersindo Robayna Lazo; la polémica se suscitó por la denun­cia que apareció en la prensa firmada por el Marqués de Celada, mayordomo que había sido de la imagen y recientemente cesado por parte del Obispado, a lo que contestó Carmona, en el mismo periódi­co, con una larga y razonada exposición en la que hacía constar que en su trabajo sólo se había limitado a limpiar de impurezas el poli­cromado de la escultura y a pintar el sudario y la columna, cosa que ratificó posteriormente el citado Robayna Lazo.
Llevado por su inquietud artística, Don Aurelio Carmona tam­bién practicó la fotografía y fue el iniciador de este nuevo arte en La Palma. Saritos María Pego, fotógrafo, peninsular, que vino a Canarias en 1863 donde estuvo establecido en Gran Canaria y Tenerife, se asoció con el artista palmera a fin de promocionar es­ta nueva actividad en la isla y después de aleccionarle en sus funciones regresó a Santa Cruz de Tenerife; su nuevo amigo quedó al frente del taller montado en 1865, en la calle de la Cuna actual Díaz Pimienta, nº 6, donde éste tenía su domicilio. Sus primeras fotos, influencia das por el clásico retrato, presentan en su composición un marcado seguimiento de la pintura. Empleó el re­toque característico de los retratos al creyón, utilizó normalmente el formato de 40 x 60 centímetros e introdujo en la sociedad de la ciudad capital de la isla la carte de visite, tan de moda en los últi­mos años del siglo XIX.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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