Esta
fotografía que en mis años de infancia estaba custodiada en el álbum familiar
de casa de mis padres en la calle El Calvario de la Villa de La Orotava,
desapareció de mi poder desde el año 1966, cuando cambiamos de domicilio
familiar.
La verdad que
la mudanza fue tan distribuida, por varios lugares, perdiéndose muchos
documentos importantes, entre ellos fotos de incalculable valor y partituras
musicales escrita por mi abuelo materno Bruno Abréu Rodríguez, músico de las
Bandas de Música Municipales; de La Villa
de La Orotava e Icod de Los Vinos, que en la actualidad le hubiesen hecho falta
a mis hijos fidedignos músicos profesionales, para su conversión, estudios y
composición. Una pena de verdad, una autentica pena.
Hace años unas
alumnas mías en el IES La Orotava Manuel González Pérez (antiguo Instituto de
Formación Profesional de San Antonio), me indicaron que habían visto la foto de
mi primera comunión en casa de una amiga. Le indiqué que me la trajeran para
hacer copias (en aquella época aún no teníamos scanner), pero nunca me la aportaron,
quizá por desconfianza o por olvido no lo sé.
La verdad que
el tiempo pasó y me olvidé de la foto. Esto me precipitó demasiado, por lo que
obsté por llamar a compañeros que recodaba que estaban en la fotografía; Juan
de la Guardia Romero, Francis Luis Valencia, Minita Sánchez García, todos me
contestaron lamentablemente y con el sentimiento de amigos, que tenían la suya
individual pero la colectiva no la tenían.
Enseguida me
acorde de mi amiga de la infancia y juventud Magdalena García Ruiz -ATS-, que
vive en la calle El Cantillo. Le llamé por teléfono, me indicó que la
tenía, que me la ponía en un sobre para que la fuese a buscar. Esto me llenó de
alegría, inmediatamente a la salida de clases del IES La Orotava Manuel
González Pérez, pase por su casa a recogerla, me indicó que no se la perdiera,
le dije que por la noche se la traía para que estuviese tranquila, así lo hice,
por lo que le estoy totalmente agradecida de todo corazón.
La panorámica
como la pueden observar, trata de una autentica coreografía, escenificación o
parodia religiosa de la época, organizada por las hermanas de La Caridad de San
Vicente de Paul del Colegio de la Milagrosa, en el templo de Santo Domingo de
Guzmán, puesto que la entonces capilla (en la parte alta del edificio donado a
la Villa por la gallega Sor Soledad Cobián) colegial era muy pequeña para pernoctar
el gentío del acto litúrgico. En Santo Domingo preparamos una gran
escenificación entre niñas mayores vestidas de ángeles y nosotros con siete u
ocho años para recibir la primera hostia, característica de la religión
católica por tradición.
El acto se
desarrolló el día 15 de Mayo de 1958, en el templo de Santo Domingo de Guzmán
del ex convento dominico de San Benito, entonces era festivo, hacíamos la
primera comunión los colegiales del aula mixta de primaria que estaba a la
orden de la recordada Sor Dolores Borges. En la panorámica hay muchas caras
conocidas de mi infancia y de la Villa, algunos nos han dicho adiós
definitivamente.
Primera fila
de izquierda a derecha; Juan de la Guardia Romero, un servidor, Francis Luis
Valencia, Pepito Sacramento, y Pedro Martín Sálamo. Segunda fila; hermana
de Fernando Lugo Salazar vestida de ángel, Paco Hernández Álvarez, Fernando
Zarate Salazar, Melchor León, Nono Domínguez Quijada –procedía del Colegio de
San Fernando-, y la ultima de la fila, creo que es la hermana de Melchor. En la
tercera fila; Aurorita González (del Ramal), Charo Morales Rodríguez, y
Mercedes Vivas. En la cuarta fila vemos a Chelo Ramos Méndez vestida de ángel,
Magdalena García Ruiz (propietaria de la foto), Carmen Emma Hernández “Pulido”
y la ultima de esta fila la recuerdo pero no me acuerdo de su nombre. En la
quinta fila; Minita Sánchez García, detrás Toña Cruz González vestida de ángel,
por detrás veo a María del Carmen Martínez (de La Palmita) y a partir de aquí
conozco a todas, claro eran de mi clase, pero no recuerdo ni sus nombres, ni
sus procedencias, que me perdonen de todo corazón.
Para mí este
acto fue único en la vida, un acto incondicional, impresionante, sumergido en
la infancia, en la imaginación infantil, en la magia de la religión católica
devocional y vocacional, que hoy respeto de todo corazón, por haber participado
y disfrutado de su escenografía, siendo aun un niño de siete años, en este
impresionante acto litúrgico en el marco de un templo dominico que fue cuna de
la ilustración del siglo de Oro, del romanticismo y que en la actualidad es un
verdadero monumento en la historia de los conventos de la Villa de La Orotava.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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