Fotografía que remitió entonces (2014) la amiga de la Villa de La Orotava; CANDELARIA
VILLAR SANTANA, correspondiente a la
época del noviazgo de sus padres; Francisco Villar Sacramento y Candelaria
Santana.
Una curiosidad que me llama la atención por su gentil dedicatoria, de mis
tiempos infantiles y juveniles, de una época en la que la histórica plaza de la
Alameda, de la Constitución o del Kiosco de la Música (antiguo Llano de San
Roque), pernotaba el romanticismo; del amor, de la magia y de la indaga del
noviazgo de los jóvenes orotavenses.
Este romántico rincón villero, al principio del siglo XX, por sus paseos
laterales y sus bancos. La parte norte la ocupaban las clases menos pudientes,
plebeyas, mientras que por el lado sur, pernotaban los aristócratas que en la
villa llamábamos “Coburgos”, herederos de las doce casas. Esta lamentable
situación, popularmente muy mal vista, se trasfigura concretamente en las
décadas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX, ambos paseos se
reconciliaron en perífrasis curvadas, de conquistar el amor de la vida, entre
jóvenes orotavenses que con el tiempo juraron su mágica alianza en los altares
de los templos parroquiales de La Orotava.
Francisco Villar y Candelaria Santana, no fueron una excepción, la
panorámica nos manifiesta hecho reales, esta vez en las Fiestas Mayores de La
Villa de La Orotava, correspondiente al año 1965, donde podemos observar que al
ritmo de la clásica tunda modelada del pasodoble, o de la composición rítmica
de la zarzuela, que se expandían en el aire de la Alameda desde el Kiosco
Mudéjar, bajo la exégesis de la Banda de Música de turno, en este caso La Banda
Municipal de Santa Cruz de Tenerife, dirigida entonces por el maestro Pareja
Machín.
Francisco Villar además de su profesión de impresor, fue músico, de la banda
de Música de la Agrupación Musical de La Orotava, con la que debutó en el día
de Santa Cecilia patrona de la música y de los músicos, el 22 de Noviembre del
año 1956, con su intimo compañero Ángel Hernández y Hernández (director de la
mencionada agrupación, durante más de treinta años), bajo la supervisión del
entonces primer director, el maestro don Ernesto Correa Negrín.
Francisco Villar (clarinete) y Ángel Hernández y Hernández (trompeta) desde
aquel mes de noviembre del año 1956, se convirtieron ambos en los entonces
llamados “músicos chiquitos” de la recién creada Banda de Música de la
Agrupación Musical de La Orotava.
El romanticismo de la Alameda, por qué siempre se decía vete a la Alameda a
buscar novias, novios…
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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