La Fotografía corresponde a una tarjeta postal del año 1912, que conservo
en los archivos de mi abuelo materno Bruno Abréu Rodríguez, puesto que esa niña
de 4 años que baja por la acera izquierda de la popular calle de San Juan de La
Villa de La Orotava es mi querida madre María del Carmen Abréu González con
cuatro años de edad.
La parroquia de San Juan se encuentra ubicada en pleno casco histórico de
La Villa de la Orotava, concretamente en el populoso barrio
llamado El Farrobo y cuya denominación obedece al portuguesismo que
en castellano servía para designar al algarrobo. No obstante este topónimo ha
dejado de usarse en esta zona de La Orotava y se ha sustituido por el de Villa
de Arriba o simplemente San Juan. Pero para conocer la historia de la parroquia
hay que remontarse a sus orígenes como. Ermita integrada a la jurisdicción
eclesiástica de la Concepción.
El origen de la iglesia de San Juan lo podemos situar a principios del
siglo XVII, al ser el número de habitantes del barrio suficiente por aquellas
fechas como para demandar un lugar de culto propio y no tener que desplazarse a
la iglesia de la Concepción a cumplir las obligaciones religiosas.
En el año 1606 se fundó una ermita, pero sólo de forma documentada o sobre
el papel. Don Francisco de Valcárcel, alférez mayor y regidor perpetuo de
Tenerife, cedió un terreno, en 1608, para que los vecinos hicieran esa ermita.
La superficie cedida era de 21 x 12 metros. Y como los nobles de antaño estaban
habituados a dar cosas materiales, que les sobraban, a cambio de "favores
espirituales”, don Francisco puso como condición que en esa ermita-iglesia se
reservara lugar para tres sepulturas destinadas a su familia. Con las
contribuciones económicas de los vecinos y limosnas - ayudas de muy diversa
procedencia, se inició la construcción el 15 de mayo de 1608. No cabe duda de
que la mayor contribución vecinal sería la mano de obra, tan abundante, barata
y eficaz. Las obras duraron unos diez años. El documento que testifica la
utilización de la ermita - iglesia para su fin, data de 1634.
El día de San Juan, de ese año, se celebran ceremonias religiosas en honor
del Santo Patrón no de los labradores de la zona. A partir de esos años se
regulariza la práctica de culto en el lugar. De la primitiva ermita apenas
queda más que su pórtico: una portada de frontón partido que en la actualidad
es impenetrable y decora la trasera exterior de la capilla mayor en la
plazoleta de El Farrobo.
Es digna de referencia la utilización que hacen los frailes agustinos de
la ermita-iglesia de San Juan, hasta que se levanta su convento en la
Villa de Abajo. En palabras de Viera y Clavijo "hacia 1645 ya estaban
establecidos en el barrio de San Juan, utilizando su ermita como centro
conventual...”
Esta ocupación de los agustinos tuvo sus ventajas para la diversificación
de cultos, pues además de honrar al patrón San Juan se favoreció el culto a la
Virgen de los Remedios, San José, Santa Lucía...
La distribución de las imágenes en el recinto religioso pone de manifiesto
que en 1673, la Iglesia estaba adaptada al culto en toda su variedad. El
retablo del altar mayor con tres nichos: en el centro Nuestra Señora de los
Remedios, en: el lado del evangelio San Juan y en el de la epístola, San José.
En otro altar Santa Lucía y un Niño Jesús pequeño. Hasta el año 1681, en el que
se crea la parroquia de San Juan Bautista del Farrobo, la vida de la ermita-iglesia
y sus feligreses estuvo orientada a tener parroquia propia. Los pasos más
destacados en este proceso fueron: La petición recibida por el obispo de
Canarias para crear dicha parroquia y que no podía atender por no quedar
vacante ninguno de los cuatro beneficios (o asignaciones económicas-parroquias)
existentes en la Concepción, una de las cuales podría pasar a San Juan. La
propuesta de los tres beneficiados - párroco de la Concepción para que al
haber quedado vacante uno de los beneficios, éste pasara a quedar integrado en
El Puerto de la Cruz y San Juan. La propuesta del propio obispo de Canarias al
rey Carlos II para la asignación de una "ayuda restringida" a San
Juan pero dependiendo de la Concepción.
La fundación en 1680, en San Juan, de una capellanía de misas rezadas. Por
fin el 19 de marzo de 1681 se trasladó el Santísimo Sacramento en solemne
procesión desde la Concepción a la ermita de San Juan. Con esta ceremonia
quedaba plenamente establecida la parroquia, una vez creada sobre el papel a
través de la Real Cédula del rey Carlos II, emitida el 15 de abril de 1680. Se
dividía así la única parroquia existente, la Concepción, lo que provocó los
enfrentamientos por fijar los límites parroquiales que quedaron establecidos
en 1683.
En estos límites quedó patente la diferencia de ambas parroquias: la
parroquia matriz de la Concepción obtuvo en su jurisdicción todos los
conventos así como la población pudiente; en cambio en San Juan vivía la
población más humilde y empobrecida, incapaz de prestar apoyo económico a la parroquia.
Ermita de un campanario con las correspondientes campanas; un altar para el
Ángel de la Guarda; una pila bautismal, un nicho para la Virgen de los
Remedios, etc.
No sólo mejoraron el aspecto constructivo sino que la llegada de nuevas
imágenes permitió que, a finales del siglo XVII, la iglesia contara con un
conjunto de imágenes muy apreciable: San Juan, la Virgen de los Remedios, San
José, el Niño. Unos veinte años después de hecha la iglesia se proyectó la construcción
de la torre, en principio con cubierta de tejas. En las cuentas parroquiales
de los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX aún figuran partidas
para tal fin.
En los años sesenta del siglo XIX, se construyó el capitel de la torre, en
forma de bulbo y terminado en pirámide; sobre ella una veleta. Todo el
conjunto presenta un cierto estilo portugués.
En el siglo XX la iglesia sufrió pocas transformaciones estructurales por
lo que el conjunto que podemos contemplar hoy es el mismo de mediados del
siglo XIX; es digna de reseñar la reforma que se realizó en la fachada oeste,
en 1916, en la que se cubrió la antigua fachada al estilo tradicional canario y
se colocó la actual, o los retoques que se hicieron en los huecos de las campanas
en 1946.
El templo consta de una sola y muy amplia nave, cubierta con artesonado de
estilo mudéjar y crucero con "cúpula" artesonada, que se prolonga
hasta la capilla mayor. Visto desde fuera, el conjunto arquitectónico de San
Juan ofrece una grata impresión de "controlada majestuosidad" o
"grandiosa modestia", con algún apunte de originalidad como la torre.
Destacable es también un pequeño balcón de tea en la fachada norte y la
puerta existente bajo este balconcillo que en sus cojinetes centrales recoge
varios motivos de calaveras con tiara, bonete, mitra y corona real en clara
referencia a su uso como primitiva capilla mortuoria de la parroquia.
La Iglesia de San Juan Bautista destaca la imagen del Cristo de la Columna,
obra Sevillana de Pedro Roldán. El historiador del Arte don Carlos
Rodríguez Morales indica; que tras el proceso de restauración llevado a cabo
por don Pablo Amador Marreros, con el que la pieza recupera valiosos aspectos
mitigados por el paso de los años, se puede confirmar el alto valor artístico
del Señor Atado a la Columna de la parroquia de San Juan Bautista de La
Orotava, lo cual se supone que una mano genial - la de Pedro Roldan
- intervino debidamente asistida por sus colaboradores (operarios).
Este proceder habitual en los talleres de imaginería, conlleva un reparto
de las distintas fases del trabajo en función de las especialidades de cada
miembro. Esquema que fue - sin duda - seguido en la realización del
Cristo a la Columna de Farrobo (La Orotava), cuya calidad en el tallado acusa
la intervención magistral de Pedro Roldán. La restauración de esta escultura
de soberbia anatomía y elegante misticismo, constituye un afortunado
homenaje al imaginero sevillano cuando se cumple el tercer centenario de su
fallecimiento (......)
Pedro Roldán y Onieva vivió el espectacular ambiente sevillano del periodo
comprendido entre los años 1647-1699. Se mueve y trabaja en la ciudad
hispalense, identificándose con el maravilloso conjunto -
síntesis de la Sevilla del XVII que es la iglesia de La Caridad,
los templos del Sagrario, San Pablo, los pasos procesionales de las cofradías
sevillanas. Dejando magnificas creaciones expresivas de la mejor
imaginería. En la ciudad de Los Cármenes (Granada) Pedro Roldán y Onieva se apunta
como aprendiz en el taller de escultura del que iba a ser su gran maestro
Alonso de Mena, y de acuerdo a las costumbres de la época, vivió en casa del
maestro, ascendiendo a oficial en dicho taller, en el que permaneció hasta su
muerte, ocurrida en 1646. Años después decide regresar a su Sevilla eterna,
encontrándose con la fama de los escultores Juan Martínez Montañés, Felipe de
Ribas y José de Arce, todos ellos eran muy solicitados. Sin embargo
Roldán retornó con solo 23 años, con un espíritu emprendedor, porque la
providencia le reservaba un papel importante en la trayectoria del arte
sevillano, además monta su propio taller en la plazoleta de Valderrama, por el
barrio de San Marcos, no adscrito a ningún otro taller. En el año 1651,
traslada su taller y vivienda a unas casas de la colación de Santa Marina; allí
nació su segunda hija, Francisca, y, en 1654, Luisa Ignacia, llamada con el
tiempo a ser famosa escultora, como “La Roldana”. En la colación
de la Magdalena, donde vivió unos diez años, sus hijos Isabel (1657),
Teresa (1660), los gemelos Ana Manuela y Marcelino José (1662) y Pedro de Santa
María (1665), nacieron y se bautizaron en dicha parroquia. Murió cristianamente
en los primeros días de agosto de 1699 a los sesenta y cinco años de
edad y en la misma plaza donde residió al llegar a Sevilla, cincuenta y dos
años atrás. Fue enterrado el día 4 de dicho mes de agosto en una cripta de la
parroquia de San Marcos, debajo del retablo de nuestra señora del
Rosario. Un valioso testimonio para conocer la fisonomía de Roldán
es el retrato hecho a lápiz rojo, de 23 por 17 centímetros. Aparece como
hombre de no muy alta estatura, de contextura delgada, quizá de temperamento
nervioso. Rostro barbado, grandes ojos vivos, nariz recta, frente amplia,
cabello escaso y con franca expresión de bondad. Parece ser que es un dibujo de
Roldán cercano a los sesenta años; y puede advertirse un natural cansancio,
preocupaciones, acentuados por un pronunciado ceño y frente surcada de arrugas.
Luisa la tercera de las hijas que falleció joven en Madrid donde había montado
un taller, evidencia que su padre no se oponía a su espíritu emprendedor,
aspirante y de religiosidad manifiesta, caracteres trasuntos en la mayoría de
su obra. A pesar de este testimonio es cierto que Pedro Roldán fue cristiano
devoto, movido por la espiritualidad del barroco trentino, y el ultimo de los
grandes maestros de la escuela hispalense. Sus problemas familiares, los apuros
económicos, fueron las inquietudes, que modelan su personalidad y definen sus
caracteres hasta la culminación de su obra.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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