Aniversario de
su fallecimiento. Nació en el año 1942 en La Villa de La Orotava, en la calle
La Reina, una calle poco conocida, y transcurrida que ensambla la calle Claudio
en la Villa de Arriba con el antiguo y desaparecido matadero Municipal de la
Cruz del Teide. Hijo de los orotaveses Eufemiano Trujillo y Estéfana Luis, el
segundo de cuatro hermanos Adalberto, Mundo, Carmen Rosa y Blas.
Recuerdo ver a
su padre Eufemiano entrar y salir a las oficinas de la Cooperativa Agrícola
Norte de Tenerife (FAST), en la calle Calvario en la que era operario
administrativo, compañero y amigo de mi tío Enrique Abréu González. Fue también
un gran alfombrista del Corpus orotavense, su alfombra la continua
confeccionando su hijo Blas que fue compañero de un servidor en el Colegio de
San Isidro de la Orotava.
Estudió en el
colegio de San Isidro, pasó luego al colegio de Santo Tomás de Aquino donde se
graduó en el bachiller superior, empezó a estudiar Aparejador, carrera que
abandonó para trabajar de delineante en los estudios del arquitecto amigo y
convecino de la calle El Calvario Luis García Mesa.
Se casó con mi
amiga desde la infancia de la calle El Calvario de la Villa de La Orotava;
Lolita Delgado García, de su matrimonio tuvo dos hijos; Gustavo Adolfo y María
Cristina Trujillo Delgado. Su hijo Gustavo Adolfo amigo y compañero musical de
mis hijos Juan Félix y Quique residente desde hace años en Holanda, es un
destacado compositor musical.
Simplemente a
título anecdótico su suegro el amigo don Paco Delgado González (fallecido), le
aconsejó a que terminase los estudios de Aparejador, forma que cumplió con buenísimos
resultados académicos. Al graduase abandonó los estudios del arquitecto Luis
García Mesa para trabajar como Aparejador Municipal, primero en el Ayuntamiento
de la Villa de La Orotava, después en la ciudad El Paso de la isla Bonita de la
Palma y finalmente en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife donde se
jubiló.
Mundo como
cariñosamente le conocíamos fue una persona de trato afable y carácter
sencillo, de espíritu campechano, así como un gran admirador del arte; la
pintura, el dibujo y la música.
Después de
tanto sufrir luchando por la vida tras una enfermedad cruel, ahora descansa, en
ese paraíso infinito, en un paraíso artístico como el siempre lo admiraba,
paraíso donde siempre hay esperanza confraternidad, generosidad y tranquilidad.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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