El amigo del Puerto de la Cruz; EDUARDO ZALBA GONZÁLEZ remitió
entonces (2013) estas notas que tituló; “UNA VIVIENDA DE NICOLÁS CASTRO FEBLES
PARA EL PUERTO DE LA CRUZ: LA CASA VERANO FLORES”.
Este texto es un fragmento del artículo “Tradición y modernidad
en el Puerto de la Cruz: dos ejemplos en la arquitectura de los años treinta
del siglo XX” publicado en la Revista de Historia Canaria nº 191, año 2009,
editada por los departamentos de Historia e Historia del Arte de la Universidad
de La Laguna, pp. 229-256: “…El primer proyecto autónomo hasta ahora conocido de Nicolás
Castro Febles (1872-1959) se localiza en el archivo municipal de Los Realejos y
corresponde a una petición particular para este enclave del Valle de La
Orotava, encargo del practicante municipal Ramiro Rosado Iglesias en marzo de
1931 (1). La manera de resolver el inmueble, el tratamiento de los vanos y los
materiales escogidos recuerdan a la arquitectura trazada por otros técnicos del
momento. Aún así, resulta atractivo el hecho de que Antonio Pintor haya firmado
en julio de ese mismo año un proyecto de vivienda de dos alturas de similares
características, lo que evidencia la cercanía profesional de ambos sujetos (1).
Pero sin lugar a dudas el edificio más
destacado de su autoría es la casa que ideó para las calles de La Hoya (Plaza
de la Iglesia), Esquivel y Benjamín J. Miranda del Puerto de la Cruz en 1933
(1). El proyecto obedece a una petición del comerciante Casiano Verano Flores
(1899-1972), natural de La Matanza de Acentejo, quien en el segundo cuarto del
siglo XX adquirió la casa terrera que existía allí, un pequeño inmueble que
podría identificarse con la que J.J. Williams incluyó en su célebre grabado de
la plaza portuense (1). Se sabe que éste tenía una superficie de 143 m2,
era propiedad de los herederos de Manuel Carrillo y lindaba al oeste con casas
de la señora Marquesa de la Candia y de don Esteban Luis González. Los
legatarios de Carrillo vendieron en octubre de 1922 a José García García
setenta partes de las ochenta y cuatro en que constaba la herencia. En marzo de
1929 éste último pudo adquirir las catorce restantes y convertirse así en único
propietario de la misma (2). No se ha localizado documentación que permita
conocer el aspecto de este inmueble, salvo una planta general y un alzado de la
fachada posterior realizados por el aparejador municipal Martín Núñez (2).
Lástima que un desgaste en el material de soporte impide conocer la cifra final
del año, si bien se puede adivinar sin ningún tipo de problema el resto de la
fecha: 20 de agosto de 192[ilegible]. En él se indica una apertura de vano en
la fachada de la calle Benjamín J. Miranda como puerta de acceso al patio
trasero, que se embellece con un frontón curvo. El plano no lleva adjunto
ningún expediente o diligencia que justifique que la obra llegó a efectuarse y
ni siquiera se indica el nombre del peticionario de la reforma, por lo que es
difícil adivinar si realmente se llegó a ejecutar.
Sí es seguro que en septiembre de 1930
Casiano Verano tiene el propósito de efectuar reformas en su casa número 2 de
la calle de La Hoya, por lo que su adquisición debió llevarse entre los años de
1929 y 1930. Éstas consistieron en la confección de un techo para habilitar una
habitación y en tirar un tabique para darle mayor amplitud a otra (2). Sin
embargo, poco tiempo después ya tenía en mente una nueva edificación, puesto
que en marzo de 1933 estaban finalizados los planos del nuevo inmueble, si bien
no fue hasta abril de 1934 cuando presentó por registro una instancia para
reformar su casa. Resulta significativo el hecho que en varias ocasiones se
haga alusión al término reforma o reconstrucción, pues para llevar a cabo tal
empresa constructiva fue necesario demoler por completo lo anterior.
El diseño del nuevo edificio resultó
imponente para la actividad constructiva del Puerto de la Cruz de la época, al
seguir los postulados que condicionaron la arquitectura heredada de décadas
anteriores. Se proyectó así una fábrica en hormigón de dos alturas aderezada en
fachada con molduras, balaustres, cornisas y otros elementos prefabricados que
le confieren a la edificación un marcado carácter ecléctico. La fachada que da
a la entonces llamada Plaza XIV de Abril (hoy de La Iglesia) presenta un mayor
desarrollo ornamental que el resto y se configura como la principal. En ella
dispuso dos elegantes balcones en planta alta con puerta de acceso de arco de
medio punto flanqueadas por ventanas rectangulares enmarcadas a su vez por
pilastras corintias. Este piso alto se corresponde en su parte inferior con
cuatro grandes portalones, tres de acceso a un local comercial de ultramarinos
y otro a la entrada principal del edificio. La utilización de vidrios de
colores en las puertas y ventanas otorga un toque colorista que amplía aún más
la concepción ecléctica de la fábrica. Es en el zaguán y hueco de escaleras
donde se aprecia la suntuosidad de los materiales utilizada, ejemplificados en
el arrimadero y peldaños (realizados en mármol blanco y jaspeados importados
desde Italia) y en el pasa manos, confeccionado con maderas tropicales (2). El
coronamiento se soluciona con un antepecho de balaustres circulares encadenados
frente a las restantes fachadas, donde Castro optó por un muro ciego. La
solución curva en la esquina le otorga un mayor efectismo a la edificación y
guarda relación en el punto opuesto de la calle del 1º de Mayo (hoy Esquivel)
con una vivienda de principios de siglo (reformada en 1955) (2), lo que unifica
urbanísticamente ambos extremos de la vía. El tramo de fachada a ésta se
conforma con ocho grandes vanos; cuatro en la parte inferior (dos puertas y dos
ventanas de acceso a un salón) y cuatro en la superior que equivalen a
diferentes estancias de servicios, dormitorio y salón. La otra esquina del
inmueble se soluciona nuevamente con un chaflán curvo y junto a éste la tercera
de las fachadas, que es de menores dimensiones y se conforma con cuatro vanos
repartidos entre sus dos alturas.
Si la factura de los planos corresponde a
Nicolás Castro, no debemos olvidar que el resultado final de numerosas
edificaciones en esta época dependía de otros factores externos, tales como el
maestro o jefe de obras, el contratista y los materiales disponibles, por citar
sólo algunos casos. Resulta ahora necesario incluir en los estudios enfocados a
arquitectura un concepto a veces obviado: el papel que adquirieron los maestros
de obras, desmerecidos habitualmente por el protagonismo que adopta el
arquitecto que ideó el proyecto. No olvidemos que detrás de cada edificación
hay junto al arquitecto que ejecuta los planos, albañiles, peones, jefes de
obras o carpinteros, que terminan de configurar la historia constructiva del
edificio. Lástima que la documentación requerida por la mayoría de las oficinas
municipales no consignara la identidad de estos personajes, tal y como sí
ocurría en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde los expedientes
reflejan los nombres del promotor, del arquitecto ejecutor, del arquitecto
municipal y del maestro de obras encargado de la misma.
En este sentido cobra vital importancia la
figura de Pedro Abrante, un personaje que interviene en la fábrica de Verano
Flores como maestro de obras, según se desprende de su rúbrica en la memoria
del proyecto. Se desconocen otros datos acerca de este sujeto, aunque podría
ser viable su identificación con un personaje homónimo apellidado Abrante
García activo en estas mismas fechas. De él sabemos que actúo en diferentes
empresas constructivas como maestro de obras (Estadio Quiquirá en La Orotava)
(2) y contratista (proyecto de campo de aviación) (3).
Pedro Abrante firmó la memoria del proyecto
el 12 de abril de 1934, el mismo día que el promotor presenta por registro la
instancia pertinente, a diferencia de los planos de Febles que habían sido
elaborados el 10 marzo de 1933. Nada sabemos acerca de su vinculación con la
fábrica, si bien es obvio que la obra se ejecutó con algunas modificaciones
sobre la traza original, como ahora detallaré.
Resulta peculiar la solución definitiva de
los grandes huecos propuestos por Febles para la fachada a la calle Esquivel,
que se habían proyectado con una molduración conopial en los extremos y que
finalmente se ejecutaron adintelados en ángulo recto, al igual que el resto de
los vanos del frontis. Esta solución tan de moda en los edificios de corte
historicista de la década de los veinte y treinta fue propuesta en infinidad de
ocasiones por Antonio Pintor para muchas de sus construcciones, llegando
incluso a utilizarlas en fábricas de aspiración racionalista y conformando así
una simbiosis ecléctica de dudoso significado (2).
Lo que más llama la atención de la casa de
Casiano Verano es la solución de uno de sus chaflanes curvos, conformado por
medio de un vano geminado con arco de herradura y capiteles de inspiración
nazarí. Esta solución no se recoge en el proyecto original ni se especifica en
la memoria elaborada un año más tarde, por lo que con ella surge la duda de
cómo se originó el empleo de este elemento, nada discreto por otra parte. Ni
los testimonios de los familiares ni la documentación conservada han sabido
desvelar la utilización del mismo. ¿Capricho del comitente o sugerencia del
maestro de obras? No debemos olvidar que tan sólo unos años antes se había
producido una de las reformas más características del casco histórico de La
Orotava. Se trata del patio de la Casa Ascanio, reformado por Mariano Estanga
en torno a 1925 con un completo programa nazarí (1). En
cualquier caso, ésta no es la única manifestación de elementos de tradición
musulmana, ya que al mismo Estanga se atribuyen dos proyectos singulares
ejecutados alrededor de 1910. El primero de ellos corresponde a la célebre Casa
Cobiella de Santa Cruz de Tenerife, el más bello ejemplo de arquitectura
neoárabe de las islas; y el otro es la Casa Beautell, que a pesar de tener un
envoltorio propio de lenguajes afrancesados, su interior posee un patio de un
refinado estilo granadino (2). La ciudad de Las Palmas
tampoco estuvo ajena a esta solución ornamental, pues contó con alguna que otra
edificación donde se conjugan elementos neomudéjares como la Villa María,
debida a la proyectiva del arquitecto Fernando Navarro (1920) (4).
La impresión que estos y otros elementos
ajenos a la tradición insular tuvieron en el panorama arquitectónico de la
sociedad del Valle pudo motivar a que comitente o maestro de obras hayan optado
por este guiño tan peculiar. Sea como fuere, no cabe duda que el ejemplar del
Puerto de la Cruz responde a un intento de aspiración de una casa única y
original en el contexto estrictamente local.
Pero más allá de cuestiones puramente
ideológicas, interesa aludir también a otro factor clave: la adquisición de
dichos elementos, tan específicos durante este período. La utilización de
objetos prefabricados en cemento encarecía el coste total de una empresa
constructiva, muchas veces aumentado por los portes del traslado a Canarias.
Sin embargo, en 1904 el reconocido escultor Francisco Granados Calderón abre
taller de escultura y ornamentación en la calle Santa Rosalía de Santa Cruz de
Tenerife. En él abarcaba la producción de mosaicos hidráulicos, escaleras,
balaustradas, pasamanos y elementos decorativos para fachadas de edificios (4).
Precisamente, uno de sus reclamos en prensa era el de convencer a la clientela
de las ventajas de adquirir el material en su taller, por lo que ahorrarían en
ello el flete, derechos de transporte, embalaje y demás gastos y se evitan las
roturas y desperfectos de importar estas piezas desde la Península o el
extranjero (4).
Con la producción de los talleres de
Granados Calderón se abastecieron importantes proyectos constructivos durante
la primera mitad del siglo XX, como fueron, entre otros, la decoración del
salón del Ayuntamiento de Santa Cruz (1905) (4), el arreglo de la Plaza de
Alfonso XIII en La Orotava (1912) (4), la reforma del Teatro Guimerá
(1912-1913) (4), así como las atribuciones que Darias Príncipe otorga a los
inmuebles proyectados por Estanga ya aludidos. Nada sabemos acerca de la
procedencia de los capiteles nazaríes del inmueble portuense y del resto de
adornos, balaustres, jarrones y demás elementos de fachada, aunque su origen
podría atribuirse a este mismo obrador debido a la importancia que adquirió tal
empresa y la vinculación de Castro Febles con Santa Cruz de Tenerife.
Con el paso del tiempo la vivienda
Verano-Marrero sufrirá una ampliación considerable, motivada sin duda
tras la adquisición de un terreno colindante a finales de los años cincuenta.
La solución responde a los postulados del racionalismo de posguerra cuyo diseño
-hasta ahora inédito- fue ejecutado en el estudio del arquitecto Tomás Machado
y Méndez Fernández de Lugo (4). El nuevo edificio sirvió como desahogo a la
incipiente familia (once hijos) así como para el alojamiento de huéspedes
durante la época del boom turístico, distribuido en tres plantas destinadas a
salón comercial y vivienda. La instancia para su materialización fue presentada
en abril de 1959 y firmada por el interesado, por Tomás Machado como arquitecto
director de las obras y por Roberto López Martín como aparejador responsable
(3). La Comisión Municipal Permanente dio su visto bueno
a la edificación, previa condición de que la fachada se ajuste a las normas de
ornamentación tradicionales en el casco de la ciudad. Tras la liquidación de
los derechos (905 pesetas), Casiano Verano pudo disfrutar el 22 de septiembre
de 1959 de la correspondiente licencia, momento en que dieron comienzo las
obras de edificación. El solar era de tan solo 60 m2 y disfrutó de
la ventaja de no tener que disponer de hueco de escaleras, de tal modo que
Machado utilizó toda la superficie para las diferentes estancias de servicio y
dormitorios, utilizando la escalera del edificio de Castro Febles para comunicar
las distintas alturas. De esta manera el nuevo inmueble quedaba configurado
como una ampliación del existente y no como un bloque autónomo. Paradójicamente
esta vinculación interna de ambos edificios se ve contrarrestada en el exterior
por una antítesis de lenguajes constructivos, conformando una simbiosis no
exenta de cierto interés plástico. Así la fachada fue solucionada por una
pantalla rectangular, rota únicamente por los vanos y los volados de los
balcones. Quizás sean estos dos elementos lo más interesante de la solución
exterior, construidos por medio de una plancha vertical de hormigón en masa en
forma de talud invertido, la cual se une a la pared de fachada por medio de
tubos de hierro de claro gusto racionalista.
La opción de Machado de optar por una
fachada sobria y racional evitó el problema que quizás hubiera originado una
solución ecléctica de posguerra, la cual hubiera empañado sin ninguna
dificultad el edificio propuesto por Febles en los años treinta.
Los encargos a Castro Febles para el Valle
de La Orotava se completan con un proyecto de casa terrera para Jerónimo
Carrillo Carballo en la calle Nueva de la Villa de La Orotava, desgraciadamente
no conservada (5). Si lo equiparamos a la magnitud del anterior, este proyecto
despierta poco interés y sólo resulta atractivo por dos motivos bien definidos.
En primer lugar destaca que el plano esté fechado tan sólo cinco días después
de la casa Verano Flores (15 de marzo de 1933) e igualmente en Puerto de la
Cruz; y en segundo lugar que en él reproduzca elementos recurridos en el
inmueble portuense, lo que indica la familiaridad de los proyectistas con los
catálogos editados por las industrias del momento (5). Sobre el promotor
sabemos que era carpintero, que en el momento del encargo ejercía de concejal
en el Ayuntamiento de la Villa y que figuraba como miembro de las comisiones de
Fomento y de la de Teatros y Espectáculos Públicos. Sin embargo, más tarde se
vio envuelto junto a otros concejales en varios delitos judiciales (5).
Centrándonos ya en el proyecto, no es
casual la existencia de estos planos alejados del núcleo metropolitano, si bien
la documentación localizada hasta el momento impide conocer cualquier tipo de
relación profesional o personal entre el técnico y sus comitentes.
NOTAS:
1 El plano está firmado y fechado en
Santa Cruz de Tenerife el 4 de marzo de 1931. AMLR: Proyectos de obras 1-99,
exp. 62. En lo referente al comitente véase AMLR: Expedientes Municipales, Caja
9, exp. 18 “Plantilla de funcionarios del Ayuntamiento”.
2 El proyecto responde a una petición de
los señores Martí y Dehesa para la calle Eduardo Cobián (La Marina). AMSCT:
Leg. 158/228.
3 AMPC: Leg. 617, carpeta nº 2. Reformas
1933/1936. Expediente sin numeración. Mi agradecimiento a la familia
Verano-Marrero por las facilidades a la hora de visitar el inmueble.
4 El grabado sirvió para ilustrar la obra
de Sabino Berthelot y Philip Barker-Webb Histoire Naturelle des Isles Canaries.
5 AMPC: Libro 550, tomo I, Registro fiscal
de edificios y solares, ff. 36r-36v.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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