Histórico
en la vida de la mar del Puerto de la Cruz, en él se recogía el agua para salir
a faenar a la mar, y por él mataban la sed, los pescadores ranilleros a la
vuelta a casa: “… Es madrugada antes de embarcar, llenamos
varias garrafas de agua en el chorro. La mar está en calma, apenas hay brisas
para la vela. La jornada se presume larga y dura. Todavía sin luz, dejamos
atrás el Puerto; bogando pasamos cerca de la baja de Martiánez, rumbo a la mar.
Bajo un sol de solemnidad, largamos aparejos por proa y popa y la garrafa hace
el mismo recorrido calmando nuestra sed.
Ajetreo en la pescadería y el canto del
chorro nos trae de vuelta a tierra.
Varada la embarcación bebemos agua fresca y nos quitamos el salitre de la cara.
Los tiempos y el trabajo de la pesca han
cambiado. Sin embargo los pescadores seguimos manteniendo una estrecha relación
con el chorro. El día que desaparezca, es que ya no quedamos pescadores en el
Puerto. Somos nosotros los que hemos mantenido vivo el chorro del muelle…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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