domingo, 25 de julio de 2021

CECILIO, DOMINGO Y MELECIO

Tres personajes populares de la Villa de La Orotava, que ya pasan hacer más fructífera la leyenda del pueblo villero, tres personajes que vivieron como podían, trabajando horas y horas, recibiendo a cambio el trueque no en peculios pero si en alimentos, lo suficiente para sus sostenes.

Cecilio era un hombre noble, límpido, vivía en solitario en una casita que aún se conserva en la calle Los Tostones (León), ambulaba por todos los rincones del casco histórico de La Orotava, siempre que se aproximaba a un templo se arrodillaba ante su fachada en señal de invocación a su Señor o Superior Divino. El alimento nunca le faltó mientras estuvo en la Villa el cuartel de Infantería de San Agustín, pues allí tenía su plato de comida conjuntamente con los cocineros de la compañía. Cuando desapareció el cuartel de Infantería, el pobre tuvo que trajinar las calles, en busca de dádivas para poder alimentarse. No recuerdo el final de su vida, pero creo que terminó en el hospital de la Santísima Trinidad del ex convento franciscano de San Lorenzo.

Domingo, era el mandadero de las Hermanas de la Caridad en su colegio La Milagrosa, lo habían recogido huérfano en su vida, no se conoce su procedencia, era serio, y a veces se ponía pesado con el primero que se encontraba.  

Todos los días solía salir del Colegio de la Milagrosa con una cereta por las calles de La Orotava, para realizarles los servicios a las hermanas de La Caridad de San Vicente Paul. Iba a la librería Miranda en busca de los periódicos, al correo en buscas de las misivas. Siempre visitaba los templos de La Orotava, donde solía quitarse el sombrero en señal de respeto. En la foto lo vemos en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción con los periódicos en su mano. Muchas fueron sus anécdotas, muchas entre las alumnas y hermanas del colegio orotavense, pero la más simpática fue la que le encasquetó al chofer del Micro al que llamaban Sor Chano.

Melecio González Dorta “MELECIO”, frecuentaba el bar Suizo, el pobre no hablaba bien, trabajó con otro popular de la Villa Jalico en la finca de Carmenati propiedad de don Eustaquio Díaz (abuelo materno del folclorista Chucho Dorta – Benahuya). Los dos eran los encargados de darle de comer a los animales. Y los dos comían de su amo, simplemente a igual que Domingo comía en el comedor del colegio La Milagrosa. Lo curioso de Melecio, era miembro de la Real Hermandad y Misericordia del Calvario, e incluso fue hermano mayor de la misma.

Tres personas que ya pasan a ser historia en su Villa de La Orotava, ellos no hicieron daño a nadie, no se metieron con nadie, aunque la entonces chiquillada algunas ruindades le forjaron, pero eran ruindades vivaces, no de malos designios. Por lo que los tres están en el recuerdo, en el corazón de todos vosotros los villeros de verdad.

Supieron vivir contra la miseria, contra la indignidad, en muchas ocasiones a la intemperie, superando todo gracias a los favores que recibieron, referentes a sus propios sostenimientos.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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