martes, 27 de julio de 2021

DON MANUEL GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, CONOCIDO POR “DON DIEGO”.


 

En el ex convento San Nicolás  de las monjas dominicas y catalinas de la Villa de La Orotava, tirado por las manos del hombre y la ignorancia de los gobernantes de turno, hoy se levantan tres edificios El Correo Telégrafo, La policía Local, Juzgado y Ambulatorio de la seguridad social, en la entrada, a la izquierda, en un pequeño cuartito, vivía solitario don Manuel González Hernández, nacido en el año 1871, en el Puerto de la Cruz, conocido por don Dieguito, personaje popular villero. 

El singular don Dieguito saludaba y entonaba desatinadamente: los abedules   tara   y tara  eran azules.  El que respondiera a su saludo llamándolo mariposo, flemático, geniudo, encolerizado, les propinaba una andanada de violentos insultos, improperios y chirigotadas, arrojando simultáneamente su bastón. Por desgracia, un bastonazo lo recibió con toda su energía mi hermana Fina, por fuera de la casa de Don Cesar Hernández Martínez, a la salida de la Acción Católica antigua casa del marqués de Celada, por descuido de unos impertinentes jóvenes.

Don Dieguito, para el escritor y jurista Señor Sánchez Parodi, no era lindo, sino al contrario, feo, con un cuerpecillo desmedrado y un traje modesto, cubierta siempre la cabeza por una negra boina, encasquetada hasta casi a las orejas, como esos paletos que tanto imita el humorista Gila. Y encima era bizco, que si hoy apenas existen, o pasan desapercibidos, en aquella época tenían una gran repercusión social.  Los villeros le llamaban don Dieguito.  El don como signo de respecto, y el Dieguito, como muestra de cariño y hasta de aprecio por aquella figurilla, que caminaba con inusitada rapidez por las calles de la villa.

El portuense Melecio Hernández Pérez, puesto que don Dieguito solía bajar con frecuencia andando a la ciudad turística, lo recuerda como hombre pequeño, ligeramente encorvado, terno acicalado, flor en solapa y lento al caminar, rostro plácido y mirada sin brillo, pálido y endeble. Según testimonios de orotavenses, por las noches solía ir al cementerio villero, y en una de las tumbas que se encuentran frente a la capilla, solía dialogar con su madre ¿...?, A parecer descansando en uno de esos históricos mausoleos. Quizá esto sea una pintoresca imaginación, o una realidad sublimen, pues él dialogo era en la oscuridad, solo le iluminaban la Luna y las estrellas, de las espléndidas noches.

Don Dieguito murió en el año 1963 con 92 años en el Asilo, su entierro fue una gran manifestación popular.

Acontecer y gratitud errabunda tipo sainete de estos personajes, que merecen un reconocimiento en la historia de la humanidad.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU.

PROFESOR MERCANTIL

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