La de la derecha, celebrando el día de San Cristóbal con los acianos en la
plaza de Franchi Alfaro de La Villa de La Orotava en la década de los años
cincuenta del siglo XX, junto a don Silvestre se encuentra otro taxista pirata
de La Villa que fue concejal en la era democrática Juan Gómez.
Don Silvestre Suárez González, Natural de la Orotava y taxista de
profesión, hijo de Doña Jovita "La Panadera", mujer de mucho carácter,
con don de mando, que tenía su negocio al lado del Teatro Cine Atlante, tuvo
siete hijos, cuatro varones y tres hembras. El Matarife, le decían algunos que
le conocían bien, como maestro Agrícola el mecánico, Ramallo el Guardia Civil o
sus cuñados Santiago y Benjamín, ya que si existía un manjar en este Mundo que
reluciera su paladar ese era el cabrito. Cabrito que él mismo compraba al
primer pastor que se cruzara ante su taxi y criaba cariñosamente, con grandes
teteros de leche en polvo que Dª. Catalina, su esposa, preparara para que el
cabrito pasados veinte o treinta días de engorde terminara sus días en el
cardero. Algunos de aquellos "baifos" inclusive le tomaban cariño al
viejo, de hecho tuvo uno que le decía "Salta niña" y comenzaba a
brincar cual fiel perro que corre detrás de un palo que le tire su amo.
Pensamos; "a este no le mata", pero una vez más, nos equivocamos. !
Silvestre despierta a los niños para que coman! gritó su esposa, Doña Catalina.
-Déjalos que duerman, que ahora mismo les hace más falta el sueño que la
comida-, fue la indiscutible respuesta. Pero bastaba con conocerle para empezar
a apreciarle sin que te dieras cuenta. Su calma, su tranquilidad, su humanidad,
su pasión por las mujeres, le gustaban gorditas y rellenitas. Le presentaron
una flaca y alta y no hizo ni caso. Si conociera a la que tengo
ahora se le haría en la boca linfa como solía cuando veía una mujer hermosa,
con senos prominentes hermoso y extenso como uno de aquellos
almanaques que solía colgar de la pared de su habitación. Habitación que
siempre fue un contraste, el lado de su señora era un altar eclesiástico, con
el Señor de la Columna, el fraile Escoba, la Virgen de los
Dolores y María Auxiliadora. Mientras el otro lado eran mujeres por doquier.
Asombrosa pareja que en los tiempos que corren no lo hubieran dudado a la hora
de solicitar el divorcio, o quizás nos estemos equivocando de nuevo. ! Que
buenas están las papas! repetía Don Silvestre una y otra vez en la mesa, muchos
confirmaban lo dicho, y otros lo miraban con recelo porque él se atiborraba de
carne, ni las probabas. O! ven Irene que no sabe comer carne, trae aquí y dame
ese pollo que te voy a enseñar cómo se come un pollo!, e Irene aprendió, pero
no comió. La carne está dura, carne dura, a mis tiempos no existía la carne
dura, y se comía el pan de tres o cuatro días como si fuese tierno, ahora lo
que pasa es que tenía suficiente "herramienta". Un día fue a casa del
Doctor Don Juan Hogdson, especialista de estómago, porque se sentía mal. Al salir
se encontró con Chanillo Valencia, un señor muy popular en la
Villa. ¿Qué te pasa Silvestre, estás malo? Algo mal del estómago,
respondió Silvestre pensativo, pero el tema es que me mandó comer verdura y no
sé si se refería "antes o después" de las comidas. En tiempos del
"Pirateo" a Santa Cruz, (cobrar individualmente a cada pasajero que
se subiera al taxi, recogiendo gente por todos los pueblos del Norte hasta
llegar a la capital), le gustaba parar en Casa Calzadilla en la
Victoria ya que le encantaba un vaso de vino, acompañado de una tapa, cosa
que agradaba mucho al cliente y solían repetir siempre que podían. Casa el
Minuto de Tacoronte, era otra de las paradas habituales. Su primer coche, un
Chevrolet TF-3780 del Servicio Público, luego la gran novedad, el Austin
TF-10179 de seis cilindros, las primeras gomas Tubeless que vinieron a la
Orotava. Iban siete en el coche para Candelaria, los nietos en el centro y
la señora delante, ya dispuesto a arrancar, cuando Dª. Catalina exclamó! El
Señor, la Virgen y todos los Santos nos acompañen! Don Silvestre volvió a
poner el punto muerto y exclamó mirando a todos los ocupantes y más
concretamente a su esposa! Catalina, deja de seguir metiendo gente en el coche,
que ya vamos bastante cargados! Cuando dejó de ejercer la Parada
"legalmente" se dedicó a la Artesanía, principalmente las jaulas
para pájaros y los zurrones para el gofio. Los zurrones eran característicos y
fáciles de distinguir, ya que son los únicos que conservan las dos pezuñas
delanteras del cabrito en los terminales superiores del zurrón. Tenía un arte
especial a la hora de descuerar un cabrito, ya que no todos conocían el secreto
de sacar limpiamente las pezuñas del "baifo". Con sesenta años tuvo
una amante de treinta y cinco, y a la familia nos dejó después de muerto un
detalle, había comprado una cadena de oro a su amante y como fraccionó el pago,
solo había hecho el primero, el resto de la deuda, una vez reunida la familia,
se liquidó. Nunca le olvidaremos, a su hija Magdalena casi la echa de su casa
cuando le regaló unas barricas de vino a los de la basura! Todo lo tira!, decía
y se enfadaba con ella. Actualmente, no tira nada, es más, recopila cosas.
Don Eduardo Gutiérrez, siendo chofer del camión de la empresa de Don
Casiano García Feo e Hijos SL... Nos cuenta que se le avería el
volquete a la altura de Tacoronte, decidiendo regresar a la Orotava a
pies, por el itinerario pasa Don Silvestre, para su vehículo, le invita a subir
para traerlo a la Villa, pero como su coche estaba lleno, -
pues poseía en el centro de su Chevrolet, adyacente a sus puertas traseras,
unas sillas que llamaban "eléctricas"-, le dijo a Don Eduardo,
que subiera a su coche y que se pusiera "oblicuo", para que
viajara cómodamente. Observando en la plaza orotavense de Franchi Alfaro, con
Don Eduardo Gutiérrez, a la sombra de los históricos laureles, la foto de la
parada de Taxi de los pobres, Don Eduardo pensativo me cuenta una anécdota de
dos taxis de antaño, Don Antonio Perdomo "El Buispero" y Vicente
Aparicio, los dos propietario de Chrevrolet descapotables, hicieron un servicio
a la Villa Mariana de Candelaria, con familias del Barrio de Benijo,
ambos salieron justamente por la carretera, llegó primero Don Vicente Aparicio,
los ocupantes de este ultimo turismo cuando vieron llegar "El
Buispero", le dijeron con cara de preocupación, - que le había
pasado que tardó demasiado -, a Don Antonio no le gustó
el proceder de los Benijeros, tal que al regreso aLa Orotava, se le ocurrió
acoplar a la diferenciar de su coche con un alambre, un saco de los que se usan
para deposito de papas, al llegar a la altura de la Matanza, pararon sus
automóviles para reposo, Don Antonio reclamó, a los ocupantes del vehículo de
Don Vicente, "...que solo se le podía sacar la bazofia de sus caras con un
desmontable, ya que eran familias y no se le conocían, solo se le veían los
dientes...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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