Fotografía
colección particular tomada de mi cámara.
El amigo del Puerto de la
Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS. Remitió entonces (10/08/2021) estas notas que
tituló; “EN MEMORIA DE ENRIQUE MARTEL CASTRO”: “…Enrique Martel
Castro era un emprendedor nato. Eso explica que brillara en campos tan dispares
como el transporte, el comercio o el turismo. Su iniciativa siempre estuvo
acompañada de una gran capacidad de trabajo, plasmada en esos principios que no
deben pasar inadvertidos en cualquier empresa, sea cual sea su dimensión: ser
un trabajador más y llegar el primero a la sede, con vocación de ser también el
último en marcharse.
Martel,
como popularmente era conocido, falleció en el Puerto de la Cruz, ya nonagenario.
Dejó en funcionamiento Marcha
S.A., después de una larga trayectoria en la que consolidó
plenamente su actividad, extendida también a Gran Canaria y Lanzarote y basada
en la distribución para los sectores de alimentación, hostelería y
restauración.
La
empresa, con sede principal en Santa Úrsula, sobresale por la calidad del
servicio, basado en una gestión logística inteligente que permite hablar de un
perfecto sistema de funcionamiento diario.
En
el germen y desarrollo de esa infraestructura estuvo Enrique Martel, antes de
ceder el testigo a su hijo Carlos Enrique Martel Chaves que ya atesora una
solida experiencia.
Enrique
vivió con entusiasmo y aprovechamiento el bum del turismo en Tenerife,
concretamente en el Puerto de la Cruz. Trabajó a fondo el sector de los coches
de alquiler, popularmente identificado como ‘rent a car’. Una firma, Altour, fue creciendo bajo
el paraguas de otro sello histórico y potente, Hertz.
Martel
despegó y se acercó al turismo para participar, junto con otros promotores portuenses,
en la construcción y explotación de hoteles. Trovador y Dania Park son nombres de establecimientos
que conoció bien.
Cuando
eso, ya en los años sesenta y principios de la década siguiente, su centro de
operaciones había quedado establecido en una oficina-almacén de la calle
Agustin de Bethencourt, cerca del parque San Francisco. Allí atendía a
proveedores y organizaba la incipiente logística, casi buscando hueco para
albergar las mercancías y los palets. Allí, enfrente, estaba el control
materno, de vez en cuando alterado si los amigos se empeñaban en alguna juerga
que se prolongaba. Y desde allí salió en alguna ocasión, presto y raudo hacia
la Cruz Roja –la célebre ambulancia Nº 1- cuando Gumersindo Chano González González
llegaba al borde del desespero demandando un voluntario conductor para prestar
un servicio urgente.
Era
generoso, desprendido. Ayudó a financiar festivales, actos culturales y eventos
de distinta naturaleza. Fue sensible y no despachaba esos asuntos con un talón
o una transferencia sino que se interesaba preguntando a los promotores por
participantes, duración y otras características.
Enrique
Martel estuvo siempre activo y predispuesto. Fue un empresario portuense que
arriesgó y supo moverse con solvencia cuando incursionó en campos donde sabía
que había que moverse con cautela pero también con decisión.
Su
vida empresarial fue modélica: seriedad y constancia le distinguieron. Claro
que será recordado…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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