martes, 23 de mayo de 2017

DON AUSTIN GABRIEL BAILLON, EL HOMBRE QUE SALVÓ LA CASA DE LA REAL ADUANA DEL PUERTO DE LA CRUZ DE LA HECATOMBE URBANÍSTICA DEL ROMÁNTICO MUELLE PESQUERO



Aniversario de su fallecimiento. El hombre que salvó la casona del Puerto de la Cruz construida en el año 1620 en el siglo XVII, en la histórica calle de La Lonja portuense, donde estuvo ubicada la Real Aduana, nos dijo adiós definitivamente el día 23 de mayo del año 2012.
Su partida al infinito, lo hizo de la forma que siempre le caracterizó a lo largo de su vida. Don Austin nació en el Puerto de la Cruz  en el año 1920 su familia procedía de Gran Bretaña, por lo que él era británico de nacionalidad y portuense de nacimiento y de corazón.
A don Autin Gabriel Baillon el Puerto de la Cruz le debe estar agradecido por la defensa, por lo menos de una de esas casas del siglo XVII que formaban el grupo de la añeja Batería de Santa Barbará, pues gracias a su amor por la de la Real Aduana, añadido a la reciente restaurada casona que alberga la hermandad de pescadores portuenses del Gran Poder de Dios, se pudo salvar  este espectacular entorno de la hecatombe urbanística del final del siglo XX.
Según nos cuentan sus hijos, amigos del Puerto de la Cruz;  SOPHIE BAILLON Y TOBY BAILLON en el matutino EL DÍA  del domingo 27 de mayo del año 2012, página 55: “… El triunfo final de Austin, nuestro padre ha sido el de vivir “normalidad” durante los dieciséis años que padeció Alzheimer. Después de muy poco días en cama con una bronconeumonía, falleció el 23 de mayo del año 2012, fiel a su manera de ser; causando las menos molestias y ansiedad posibles a los que les rodeaban. Con 92 años había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial, habiéndose distinguido como ejecutivo de Operaciones Especiales y siendo nombrado capitán con solo 19 años. Disfrutó de un estilo de vida fabuloso, con una carrera estupenda con la compañía petrolera Shell, casi toda ella en Venezuela, donde también ejerció de vicecónsul británico por un corto espacio de tiempo. Se retiró en el año 1975 a la edad de 55 años y regresó aquí a Tenerife, donde nació. Fue entonces cuando recibió de su Majestad la Reina de Gran Bretaña, Elisabeth II, la Medalla del Orden del Imperio Británico, OBE. La isla fue su hogar a pesar de su nacionalidad británica y es donde él eligió disfrutar de su larga e ilustre “jubilación”.  Cumplió su sueño al recatar la antigua casa de la Real Aduana (construida en 1620) de la destrucción total, suerte que no tuvieron los edificios cercanos, y creó EXPO TENERIFE, un audiovisual que presentaba la historia y leyenda de la isla. Su labor hacía el turismo fue reconocida y recompensada con la Medalla de Oro del CIT – uno de los mayores honores locales -. En la parte final del siglo XX vendió la muy querida casa de la Real Aduana portuense al Cabildo Insular de Tenerife, para así preservar y compartir la propiedad que tanto luchó por salvar y que ahora se encuentra en su sexto siglo de existencia. El edificio, ahora museo, ha sido reconocido como patrimonio Histórico, con lo cual se supone que será cuidado y conservado para futuras generaciones. Sus logros fueron debidos en gran mesura por el apoyo de su esposa y compañera, nuestra madre, Julia, quien  lo cuidó durante su largo periodo de demencia. Su constante presencia a su lado era la base que necesitó para darle sentido a la confusión que le rodeaba. Disfrutaron juntos de cincuenta y cinco años de matrimonio…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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