lunes, 22 de mayo de 2017

EVOCACIONES. FRANCISCO MIRANDA PERDIGÓN (1870-1962)



Año 2013, 100 años de entrada a la plaza del Ayuntamiento de La Villa de La Orotava del Corpus, y la actuación de la coral que cantó Tantum Ergo.
Año 2014 100 año de la entrada a la mencionada plaza del Cristo a la Columna del sevillano Pedro Roldan y Onieva.

Documento que me entrega rigurosamente su nieto mi amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; Francisco Miranda Oliva. Pequeña historia de la entrada de la procesión del Corpus en la Plaza del Ayuntamiento y de la masa coral que cantó el Tantum Ergo.
DEDICATORIA: Dedico estos datos históricos a mis hijos ellos sabrán comprenderme y disculparan mi falta de modestia al hablar tanto de mi, mis iniciativas del año 1913 respondían a mi cariño al pueblo en que nací, acrecentado por mi ausencia de doce años en la isla de Cuba. Estas cosas suelen olvidarse, y deseo que mis hijos no las olviden.
LA PLAZA DEL AYUNTAMIENTO: El piso de esta plaza era de tierra. En ella dio algunas funciones el cine de los hermanos Ferrari.
Cuando don Tomás Pérez Acosta fue nombrado alcalde, se modifico, por iniciativa suya, el piso de la plaza dotándose de losetas. Con tal pavimento sufrió una transformación completa y, además, se construyeron al centro dos farolas monumentales y otros adornos, según proyecto del arquitecto don Mariano Estanga.
El nuevo piso de la plaza quedó con las losetas blancas y grises, perfectamente cuadriculado. Quizá esta circunstancia indujo a don Felipe Machado a confeccionar sus maravillosos tapices de flores en la Octava del Corpus, pero el empleo de las flores no dio resultado, primero porque don Felipe, dada su avanzada edad, tenía que disponer del tiempo necesario, y las flores se marchitaban, se separaban porque el fuerte aire esparcía los pétalos confundiendo las líneas del dibujo. Y entonces se le ocurrió a don Felipe, siempre genial, el empleo de tierra de distintos colores.
Esto fue por sí novedad, un éxito enorme, atrayendo numerosas personas de dentro y fuera de Tenerife, deseosas de admirar el nuevo estilo de confeccionar alfombras. Todos los años hacia tres de catorce metros cada una, al centro y a los lados de las farolas.
Los tapices quedaban al margen del trayecto procesional que seguía la ruta por la calle Carrera al norte de la plaza. Ofrecían un conjunto de armonía de colores insuperable.
ENTRADA A LA PLAZA: Algunas veces he pensado si fue esto lo que me sugirió la idea de que la procesión de V. D. M. Entrara en aquel lugar. El caso fue que tal idea me obsesionó con  tanta insistencia. Que acabé por echarla fuera de mí. Muchas personas la acogieron con gran entusiasmo, pero otras la consideraron como una locura, ya que las andas no podían subir allí, porque del arroyo? A la acera había un escalón muy alto y  después salvar la escalinata. Hubo quien dijo que de lo sublime a lo ridículo no había sino un paso.
En vista de tan encontradas opiniones y de que yo no cejaba en mi proyecto, me fui a ver al párroco, don Inocencio García Feo, a quien le expuse mi proyecto, y le pegunté si las ..... Podían subir a la plaza, y me  contestó que sí, y que estaba verdaderamente  emocionado al imaginar el grandioso espectáculo de aquel momento y que, desde luego, me anticipaba su felicitación por mi iniciativa, para cuya realización trabajaría con entusiasmo.
EL TANTUM ERGO: Esta idea de la entrada de la procesión en la plaza, trajo otra a mi pensamiento, que la completaba: una gran masa coral, con acompañamiento de la banda municipal de música. Ejecutarían en la escalinata que da acceso al edificio, el  Tantum Ergo  a dos  voces de Bordesse. Inmediatamente di comienzo a mis gestiones para este fin. Puse en movimiento una masa de cantores, que a la hora del acto sumaran doscientos, caso nunca visto en Canarias.
Para ello movilicé numerosas personas, así como niños y niñas de las escuelas públicas y colegios particulares. Encargué gran número de copias del himno con la parte de canto y piano, que repartí con profusión. Al poco tiempo comenzarían los ensayos en toda la población, en el Teatro y en las casas donde había piano. Algo extraordinario. Alguien dijo que las voces de tantos niños formarían una insoportable grillera, pero yo sostuve que  las voces infantiles y las de las mujeres (voces blancas) se unirían  perfectamente en un verdadero empaste.
Y llegó el momento en medio de la mayor expectación. La entrada de la procesión en la plaza fue perfecta, quedando sorprendidos los derrotistas al ver lo fácil que había sido lo que ellos creían poco menos que imposible. Miles de personas invadían las calles adyacentes de la Carrera, Tomás Pérez y Nicolás de Ponte, así como el pasillo exterior, balcones y ventanas del Palacio Municipal que lucía una fastuosa iluminación.
La ejecución del himno eucarístico resultó espléndida en afinación, justeza y matices. Un gran éxito del maestro Calamita y del profesor don Antonio Sosa que dirigió los ensayos parciales y de conjunto en el Teatro.
El acto fue algo apoteósico y el silencio que se produjo en la multitud impresionante. El arquitecto don Mariano Estanga me dijo que no había visto en su vida algo tan solemne y grandiosa. El notable barítono de ópera, don Néstor de la Torre, me confesó que nunca creyó que en Canarias se hubiera conseguido la organización de una masa coral tan importante y tan eficaz.
CANTOS POPULARES: También organicé en la plaza en uno de los días de las fiestas, una audición de cantos populares (folias, isas y malagueñas) que fueron ruidosamente aplaudidas. Para estos aires de la tierra compuso mi hermano Vicente unas coplas alusivas, que gustaron mucho, por su marcado sabor.....
Los periódicos de la Capital informaron extensamente de estos festejos, felicitándome por su brillante éxito.
En fin, los desconfiados del principio, fueron los primeros en darme la enhorabuena. El ayuntamiento también me felicito y me dio las gracias en un oficio que conservo como la más preciada ejecutoria del triunfo de mis iniciativas en aquella memorable ocasión.
En la Semana Santa siguiente entró en la Plaza la procesión la Columna con cantos del Miserere  y del Stabat Mater con acompañamiento de orquesta, Estas entradas en la plaza de ambas procesiones se hizo costumbre que han seguido sin interrupción.
MISA GRANDE: Después de estas fiestas del año 13 formé la base de la “Capilla Santa Cecilia”, fundada por mí, un coro de más de cien voces mixtas que cantó la misa en el presbiterio de la parroquia de la Concepción, el día de San Isidro con Gran Orquesta, que dirigió el maestro Calamita.
A partir de estas fiestas, que formaron época en muchas localidades se siguió su ejemplo, prueba evidente de su popularidad.
El cariño a mi pueblo y mis afines musicales quedaron absolutamente recompensados. Jamás olvidaré aquellos momentos de honda emoción. Aunque tenía confianza en el éxito de mis iniciativas y en las organizaciones que deberían darles realidad, confieso que no esperaba que triunfaran de modo tan definitivo y trascendental.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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