Nació el 8 de febrero de 1793 en Gran Bretaña. Fue un gran aficionado a los
viajes y a las aventuras, sintiendo siempre una gran curiosidad por todo lo que
le rodeaba en los nuevos lugares que iba conociendo.
Diston llegó a Tenerife con 17 años para trabajar en una empresa de Puerto
de la Cruz dedicada al comercio del vino. Allí desarrolló su actividad de
viajero, hombre de negocios, naturalista, folklorista y destacado anfitrión de
visitantes extranjeros. Perteneció a la Academia de Bellas Artes y a la RSEAPT,
y durante más de 14 años ocupó el cargo de director del Jardín de Aclimatación
de La Orotava antes de fallecer en Puerto de la Cruz.
Contrajo matrimonio con una distinguida dama del Puerto de la Orotava,
estableciendo su residencia en esta ciudad hasta el día de su muerte.
Desarrolló una gran actividad durante su vida en la isla: Académico de la
Nueva Academia Provincial de Bellas Artes, miembro de la Real Sociedad Económica
de Amigos del País, Inspector del Jardín Botánico del Puerto de la Orotava y un
largo etcétera. Pero para nosotros el legado más interesante, lo constituye las
colecciones de trajes de las Islas que pintó con gran minuciosidad y todo lujo
de detalles, acompañándolos con textos explicativos, lo que es, sin duda, una
verdadera fuente de primera mano para el estudio de la Indumentaria Canaria.
Alfred Diston se
puede enmarcar dentro de ese tipo de viajeros-turistas que, entusiasmado por
las islas, se estaciona en ellas, crea su familia y se llena de amigos en torno
a él. Realmente, es el prototipo del viajero, pero de una clase especial,
porque, aparte de ser artista, se encuentran reunidos en su persona todos los
diferentes tipos de visitantes; aparece al principio como un aventurero, que
más tarde tiene éxito en el comercio y se instala, desarrollando una curiosa
actividad como botánico, investigador, pintor, literato y hasta político, en
ocasiones.
Se mostraba
siempre como un hombre capaz de interesarse por cualquier aspecto de su
entorno.
A lo largo de su
permanencia en el archipiélago, desde 1821 a 1861, su ayuda fue constante no
sólo a los isleños por los que sintió un gran afecto, sino a sus propios
paisanos, especialmente a todos aquellos que se desplazaban a Tenerife con
ansias de estudiar e investigar en ella, de ahí que su nombre esté unido a
todas esas grandes empresas que se realizaron durante esos años.
Llegó a abrirse
camino en el valle de Taoro como socio de la casa comercial Pasley, Little
& C°, e incluso ostentó durante 14 años el cargo de director del Jardín de
Aclimatación, y desde un primer momento no sólo despuntó en los temas
mercantiles, sino que su objetivo se centró en sacar a la luz todo lo que fuera
relevante para la historia canaria; para ello se granjeó las mejores amistades,
entablando con los que estaban lejos de su isla una interesante y amena
correspondencia, que hoy en día forman buena parte de la mejor producción de
Diston. En ellas destaca su firma, de clara rúbrica y fácil lectura de su
nombre castellanizado.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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