Fotografía referente a la Cruz de Plata del entonces municipio de Realejo
Alto en procesión por la calle desaparecida que estaba ubicada en el lado sur
de la Plaza de Viera y Clavijo, y empedrada.
Corresponde al año 1940, podemos ver la sede entonces del Ayuntamiento del
Realejo Alto.
El fenómeno religioso de la devoción a la Cruz en Los Realejos se entiende,
entre otros, por el origen histórico de esta tradición y por la difusión y la
devoción al Santo Madero que está relacionada con la presencia franciscana en
el municipio. Su origen se busca en la colocación de una cruz en el lugar donde
se construiría la iglesia del Apóstol Santiago (primer templo cristiano de
Tenerife), a lo que se añade la fundación del convento franciscano de Santa
Lucía en los comienzos del siglo XVII, que propició la colocación de cruces en
lugares alejados de los núcleos, al borde de los caminos y el establecimiento
de los Vía Crucis.
En el siglo XVIII continuaron las celebraciones y al iniciarse la segunda
mitad del siglo XIX se incrementaron los cultos religiosos y los festejos, incluyéndose
enrames, arcos de frutos o parrandas, hasta elegir el 3 de mayo como fiesta
local en el municipio. Hoy en día Los Realejos cuenta con más de tres
centenares de cruces, que en capillas, fachadas, templos, casas particulares,
ocupando cabeceras de calles, riscos y peñas en el mar y en el monte,
serventías, caminos reales, miradores o simplemente clavados en el suelo, son
signos de identidad de la Villa.
Son miles los turistas y visitantes que acuden ese día para admirar los
monumentos florales que los realejeros levantan a los pies de todas estas
cruces, aunque especialmente a las elaboradas en las calles de El Sol y El
Medio, y las del núcleo de La Cruz Santa, un lugar donde se vive de forma
distinta una hermosa costumbre, que consiste en adornar y embellecer las
pequeñas cruces domésticas que durante el año custodian en la intimidad
hogareña, para luego abrir sus puertas a todos los visitantes.
Otro elemento singular en estos festejos es el tradicional “pique” de
fuegos artificiales entre las calles del Medio y el Sol. Algunos estudiosos
apuntan que este “pique” se remonta a 1770 y a la existencia de dos clases
sociales diferenciadas: los propietarios de las tierras por donde discurría la
calle de El Medio, y los medianeros y pequeños campesinos de la calle de El
Sol. La sana rivalidad entre ambas calles comienza históricamente como un día
de conflicto simulado entre marqueses y campesinos. La porfía consistía en que
al paso de la Cruz en procesión, cada calle encendía hogueras, humos.
El municipio de Los Realejos vive el día 3 de mayo, Día de la Cruz,
homenaje a la naturaleza, su tradicional festividad de Cruces y Fuegos en la
que se engalanan con flores en torno a 300 representaciones del santo madero y
se viste el cielo de colorido en una de las mayores exhibiciones pirotécnicas
de toda Europa de aproximadamente 3 horas de duración con el estallido de unos
3.000 kilos de pólvora.
Los festejos de Cruces y Fuegos de Los Realejos cuentan con la calificación
de Fiesta de Interés Turístico Regional y aspiran a conseguir el título
nacional en los próximos años. Para ello el Ayuntamiento ha encabezado los
contactos con diversos medios de difusión de toda España para lograr la mayor
repercusión turística y mediática de la historia de estas celebraciones.
El famoso Barrio de La Cruz Santa es uno de los puntos neurálgicos de estas
celebraciones con el enrame floral de cerca de 90 cruces domésticas. La
tradición de este barrio realejero consiste en vestir con las mejores galas las
cruces que los vecinos guardan celosamente en sus viviendas aprovechando esta
efeméride para exponerlas a los curiosos que deseen acercarse hasta ellas.
Por otra parte, las calles de El Sol y El Medio Arriba, en el Barrio del
Realejo Alto (antiguo municipio del Realejo Alto), son las encargadas de
mantener viva la tradición del enrame floral de sus particulares cruces
ubicadas en sendas capillas y de vivir por la noche el pique de los fuegos, lo
que viene a suponer una extraordinaria exhibición pirotécnica,
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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