lunes, 1 de mayo de 2017

EL DÍA 1º DE MAYO EN EL TIEMPO



Fotografía referente a los ilustres socialistas en el Puerto de la Cruz, cedida por la agrupación PSOE del Puerto de la Cruz.
De pie de izquierda a derecha: Emiliano Díaz Castro del Puerto de la Cruz (oriundo de Fasnia, según Pedro Medina Sanabria), Inocencio Sosa Hernández de la Orotava, Lucio Illada Quintero de La Orotava. Sentados de izquierda a derecha: sin identificar el primero de abajo; Melecio Hernández Benítez del Puerto de la Cruz (padre del amigo portuense; Melecio Hernández Pérez), y Florencio Sosa Acevedo del Puerto de la Cruz, destacado dirigente sindicalista ex alcalde de la ciudad.

Que curiosidad en el año 1921, mi abuelo materno Bruno Abréu Rodríguez era el presidente del Centro Instructivo Obrero de La Villa de la Orotava, el secretario don Inocencio Sosa Hernández y el contador Lucio Illada Quintero.
En el mitin del 1 de mayo de 1921, lee el manifiesto mi abuelo materno Bruno Abréu Rodríguez, curiosamente con Luís Rodríguez Figueroa, T. Hernández, Manuel González Pérez, Lucio Illada Quintero, Inocencio Sosa Hernández, y una mujer: Isabel González, que sería famosa con su seudónimo literario Azucena Roja.
Según cuenta en su trabajo de investigación el amigo de la Villa de La Orotava, natural de la Perdoma (antiguo Pago de Higa); JOSÉ HERNÁNDEZ: “…Estas acciones permitirán poner de manifiesto el alto grado de conciencia de clase de los trabajadores del Valle de La Orotava, lo que permite consolidar su capacidad organizativa y dar consistencia a sus posiciones ideológicas que, claramente ya, se enmarcan en la doctrina socialista, convirtiéndose la comarca en el principal bastión de este partido en la Isla de Tenerife. Muestra de este fortalecimiento es la manifestación del 1° de Mayo de 1921 -la primera de la que tenemos constancia en la Villa de La Orotava-, que partió desde la Calle Castaño y, tras recorrer las principales vías del casco, desembocó en la Plaza del Ayuntamiento, donde se celebró un mitin, para luego continuar hacia el Puerto de la Cruz y unirse con la organizada en esta localidad. El manifiesto, firmado por Bruno Abréu Rodríguez, Presidente del Centro Instructivo Obrero, refleja ese avance ideológico de la organización: "…Este año, como justa expresión de dolor intenso que experimentamos ante los atropellos de que han sido objeto innumerables camaradas, cuya sangre dada en holocausto del ideal de emancipación, nos exige la protesta viva y consciente de todos los hermanos del Trabajo. El recuerdo de los mártires de Chicago, en memoria de los cuales mañana todos los trabajadores nos solidarizamos, hagámoslo extensivo a tantos otros desheredados de la fortuna víctimas del egoísmo capitalista…".
Las reivindicaciones del primero de mayo del siguiente año no hacen sino ratificar estas posiciones: rectificación de la política en relación con la Guerra de Marruecos; garantía de las libertades sindicales; obligación a los patronos del cumplimiento del retiro obrero; reforma de las Juntas Locales de Reformas Sociales; pensión de vejez para los trabajadores mayores de 65 años y amnistía para todos los ciudadanos procesados por delitos sociales y políticos. La incorporación, junto a Juan García Lima, de dos líderes sindicales más -Alejandro Calzadilla Ramos y Jerónimo Carrillo Carballo- como miembros del Ayuntamiento, confirman el apoyo de las clases populares a las acciones emprendidas desde el Centro Instructivo Obrero…”
Los hechos que dieron lugar esta celebración están contextualizados en los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos. A fines del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. Del oeste y del sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Además, estos centros urbanos acogieron a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de 8 horas. El hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa». En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de ocho horas. Anteriormente existía una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal necesidad, cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
Nota adicional, deseo dejar claro que este pequeño trabajo, que le dedico a todos los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo, por motivo de la festividad del día del mundo trabajador y proletariado. He utilizado como fuentes, documentos que conservo en mis archivos, heredados de mi abuelo materno y padrino de nacimiento; Bruno Abréu Rodríguez, zapatero – maestro de zapatería y músico, una gran personalidad, con una gran capacidad intelectual. Cofundador desde el principio del siglo XX del Centro Instructivo Obrero de La Orotava, ostentado el cargo de  presidente en el año 1921 y de bibliotecario en el año 1922. Autor del manifiesto que describo en este texto, leído por él, el día 1 de mayo del año 1921, que conservo en manuscrito.
Por lo que le expreso a mi amigo de la Villa de La Orotava, natural de la Perdoma (antiguo Pago de Higa); José Hernández, que estoy satisfecho con la labor que actualmente está realizando sobre la investigación e historia del Centro Instructivo de La Orotava, y que si lo que yo suscribo, le pertenece, pues me alegro muchísimo, por él y por su trabajo. Pero que conste, que conservo partes de esos trabajos, heredados de mi abuelo materno a través de mi querida e inolvidable madre María del Carmen Abréu González

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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