Foto de
Joaquín González Espinosa J.G. correspondiente calle La Iglesia actual
Inocencio García Feo de La Villa de La Orotava, principios del siglo XX, lugar
donde estuvo instalada la primitiva oficina de la Caja General de Ahorro y
Monte y Piedad de Tenerife.
En la mansión tercera
por la acera de la izquierda esquina con
el Callejón de La Silla propiedad de Don Rafael Machado y Llarena.
Don Domingo
Luís de Vera, director - apoderado de la Caja de Ahorros y Monte y Piedad de La
Orotava, hablaba del ahorro en el Valle en tiempos de la segunda república
española, aprovechando las hospitalarias columna del desaparecido semanario “El
Norte”, expresaba unas cuartillas en favor del Ahorro en Tenerife,
concretándose al desarrollo del mismo, en el Valle de Taoro. Advirtiendo que,
hacía algún tiempo, eran sus deseos, el comenzar una campaña en tal sentido,
que había permanecido en silencio hasta esos momentos. Escribía del preámbulo
de un proyecto de carácter ahorrativo, que se proponía a comenzar algún tiempo
atrás, designio que intentaba realizar, para trazar nuevas orientaciones que
coadyuvaran eficazmente al desarrollo del Ahorro, en este Valle de Araútapala,
donde no había llegado a sus diversos grados, dándose a conocer en toda su
extensión lo que era, y lo que significaba, el espíritu ahorrativo de los
pueblos y los beneficios que traían consigo, “tanto en bien del prójimo como de
ellos mismos”. Don Domingo afirmaba, sin temor a equivocarse, que el espíritu
ahorrativo en el Valle no se había despertado hasta la inauguración de la
Sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Santa Cruz de Tenerife, por
lo menos en todos sus aspectos, siendo muchas veces, la virtud del Ahorro, una
preocupación en todos aquellos hogares que pensaban en el mañana. Ricos y
pobres debían practicar el ahorro; los primeros para adquirir hábitos de orden
que les enseñaran a no dilapidar lo que poseían y los segundos, para atender a
necesidades graves e ineludibles que pudieran sobrevenir. Fomentándose
principalmente, el pequeño ahorro que se acumulaba en la casa, día tras día, y
que más tarde, observaban los inconvenientes que tenían guardado en casa y en
huchas de las que se podían fácilmente extraer. Evidentemente se depositaba en
una de esas nunca bien ponderadas entidades que se llamaban Caja de Ahorro,
convirtiéndolo en fuentes de riqueza y prosperidad y, por ende, de trabajo. Un
ejemplo elocuente de ello eran esos préstamos concedidos, en particular para la
construcción de casas, saneamiento de viviendas, ayudando a sacar de muchos
apuros a infinidad de personas, por un interés bastante módico y con unas
condiciones ventajosísimas; esto era lo suficiente bastante para reconocer los
beneficios que representaban para el país, dada las circunstancias de aquellos
tiempos inmemoriales, pues entonces fomentar ese pequeño ahorro que se
despreciaba..., pero que en el transcurso del tiempo haciéndolo así duramente,
valía mucho para el que lo debía apreciar. La Caja de Ahorro de La Orotava, que
fue inaugurada el 20 de Abril de 1.930, había luchado con la desidia e
indiferencia de las personas y entidades que estaban obligadas moralmente a
ayudar, en los primeros pasos de su desenvolvimiento, por patriotismo y también
para despertar en los demás el espíritu ahorrativo que no tenían, precisamente
en aquella década siguió progresando... paulatinamente, pero con paso firme y
seguro, desarrollando una labor efectiva en todo el Valle. Don Domingo Luís de
Vera, manifestaba la labor realizada por el digno Consejero-Inspector, Don
Rafael Machado y Llarena, a quien se le debía, en gran parte el florecimiento
del pequeño ahorro por los pueblos del Norte de Tenerife.
El espacio nos
obliga a transcribir sólo fragmentos de escritores de la época, como; Alfredo
Fuentes, Antonio Lugo, Diego Cuscoy, Álvaro Martín Díaz (Almadi), Domingo Luís,
Benjamín Afonso Padrón etc., en especial porque nos orienta hacia el corazón
que va palpitando en el hondón de la querencia y recordada evocación de antaño,
pulsando apenas el mensaje de orotavenses que borbolleaban en la sangre villera
por la fijación de desaparecidos periódicos locales, relatos frecuentado desde
el antiguo camino Real en el Calvario, brujuleando la brisa por toda la villa,
con folias de Don Felipe Casanova, canciones al unísono de la desconsolada flor
multicolor, adorno concomitante de la jardinería artesanal con el grito álgido
de Domingo Qintero brotando en su espléndida voz de divo. Así lo sienten los
eximios cronistas, así atemperan su quehacer con la leyenda, con los versos,
con las estrofas, de los cantos y poemas de orotavenses ilustres. Así nace y
renace la historia, la hija en busca de la madre y la génesis, canto, canción y
alegría de La Orotava. Allá abajo el brillo acompasado de la casta; allá abajo
en el Puerto de la Cruz, la voz y el diapasón de hermanos poetas y literatos
invocando próceres del ayer, del hoy y del mañana.
Don Domingo
Luís de Vera, era tío político, caso con mi tía Josefina Álvarez Díaz de
profesión maestra nacional, hermana de mi padre Juan Álvarez Díaz. Trabajó
muchos años en la caja de Ahorro de la Orotava, recuerdo verlo en compañía de
su hermano don Antonio Luís Vera, don Nicolás Reyes (padre de Duclos),
Cristóbal Coronado, José y Melchor Dorta, y Rigoberto Arocha.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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