Dos magnánimas mascara de todos los
tiempos de la Villa de La Orotava y de Tenerife, Norberto Morales y Maximino
Álvarez Árbelo, ambos se hacían todos los años impresionantes disfraz con telas
adquiridas en la firma orotavense Miguel Herreros que era donde trabaja
Norberto Morales.
Mascaras que hoy están en la trastienda
del carnaval chicharrero, digo en la trastienda pues ya no se ven en las calles
esta diversiones símbolo del autentico carnaval. Precisamente fueron ellos dos
los que movieron al santo obispo de Tenerife oriundo de Güimar Don Domingo
Pérez Cáceres para que zarandeara y arrancara la prohibición de los carnavales
del franquismo.
Lo más llamativo de esta instantánea
tomada en la calle El Calvario de la Villa de La Orotava, en su espalda se ven
los que fueron auténticos monumentos en mi infancia y primera juventud. A la
derecha la casa de Maruca y María Pérez; la casa de mis padres donde nací y me
crié para ser lo que soy en la actualidad. Casa de doña Lola la de Vicente Luca
que se tuvo que cargar las cruces en la guerra incivil española, litigado por
los falangistas y la sonrisa mirada de los que se disfrazaban con sotanas
negras. La famosa y señorial mansión de los Arencibia, que tenía un sanjuán
plateresco, un patio esplendido con corredor y mucha vegetación, y un jardín en
la trasera que cuidaban los soldados de San Agustín con estanque de agua
verdosa, donde habitaban ranas cantadoras nocturnas.
Aun solo quedan las tres ultima, la de
los herederos de Nicolás Toste, La de Saro Calamita y la de Manolo Fariña, por
lo visto están a proteger, puesto que la que vemos a la izquierda que era la
mitad de la casa donde estuvo el hotel El SUIZO y vivían los hermanos don Pedro
y doña Ciriaca Fuentes fue sustituida por un edificio eclético.
Todo un misterio de casas que jamás se
debió perder, ni la calle debieron cambiar, pues en aquellos años cincuenta del
siglo XX era el principal foco neurálgico de la Villa.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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