Fotografía correspondiente al inicio de la Romería de San Isidro
y Santa María de la Cabeza, por fuera de la Casa de Los Balcones del año 1955.
Curiosamente en la segunda casona anexa, observamos una bandera en su balcón
principal, probablemente aún estaba instalado allí el recordado colegio de
Segunda Enseñanza de don Manuel Farraís.
En el año 1966 un entusiasta grupo de amigos orotavenses
construyeron la primera carreta en la terraza del Teatro Atlante, el grupo lo
componían: Domingo Quijada, Vidal Rodríguez, Manuel Lima, Manuel y Julián
Bolaño y Felipe y Domingo Hernández y Hernández. Algunos de ellos ya están
jubilados, desde aquí un recuerdo en su memoria. Han pasado treinta años y aún
así no ha decaído el entusiasmo, al menos por parte de Domingo Hernández y
Hernández, de colaborar en pro y por la Romería, a pesar de que los romeros,
poetas sobre ruedas, han sido hijos del olvido en la faceta en cuanto al
peculio se refiere por parte de los diferentes estamentos organizadores.
Y para conmemorar los treinta años de romería, la mitad de vida
de la romería villera, Domingo Hernández y Hernández saca a la calle su carreta
representando a “Casa de los Balcones”. Casa construida por la familia Méndez -
Fonseca en 1632, obra emblemática de la arquitectura civil orotavense. Así pues
La Orotava conserva un conjunto de calles en las que, venturosamente todavía
hoy, puede contemplarse toda una serie de bellas edificaciones que en planta,
alzado, distribución de las dependencias, elementos constructivos y de
ornamentación, son de las más representativas dentro de las formas
arquitectónicas tradicionales de nuestro Archipiélago. La mayor parte de estas
construcciones datan de los siglos XVII y XVIII. El alzado de las casas - una, dos o tres plantas - indudablemente ha obedecido aquí a razones de
tipo sociológico: clase artesanal o de servicios, clase media y clase alta,
respectivamente. Las empinadas calles villeras someten los volúmenes a un
armónico escalonamiento. La horizontal, a nivel, de los vanos - puertas -
ventanas, balcones - avanza al encuentro convergente de las aceras que
ascienden, en tanto que su distribución en los paramentos sorprende con una
cierta asimetría de su ubicación no exenta de capricho manierista. Las jambas y
dinteles se molduran a veces con superficie lisa, otras de forma estriada, y en
ocasiones con abocetamientos. En las ventanas predominan las de cristaleras de
guillotina, pero en todas suelen ser constante los antepechos de cojinetes y
los tapaluces hacía el interior. Los balcones
- que constituyen uno de los elementos más representativos de las
fachadas - avanzan sobre los
salientes de las vigas que ensuelan los pisos, cumpliendo sus terminales la
función de canes o ménsulas. En sus antepechos se combina una primera zona o
banda de cojinetes con una segunda superpuesta de columnillas y arquitos. La
cubierta de estos pintorescos balcones se apoya sobre columnas de manera - más que sobre pies derechos - rematadas en capiteles de talla minuciosa
sobre los que apoyan las correspondientes zapatas. El color tostado de la
pinoteca con que estas obras se estructuran, normalmente barnizada, armoniza
con las esquineras de piedra molinera y contrasta con la blancura de los parámetros.
El estilo de estos balcones es de signo realmente mudejarista, y su origen
indudablemente está en el ajimez oriental filtrado a través de Andalucía, de
donde la moda renacentista los alejó hacia el 1600, mientras que en Canarias se
conservaron y de aquí pasaron a América. Prototipo de esta arquitectura
domesticas son las que en La Orotava se conocen como “Casa de los
Balcones”, en el arranque de la calle de
San Francisco, señaladas con los números 3 y 5.
La número 3 - hacia el norte
- fue de la familia Fonseca - hoy de los herederos de Machado y Benítez
de Lugo - y se construyó entre el 1632
y el 1670. La número 5 fue construida hacia la segunda fecha en abierta pugna
con su vecina en orden a una mayor riqueza decorativa, por parte de su primera
propietaria Doñas María Ximénez del Castillo. Pasó luego sucesivamente a Franchi
y a Xúarez de la Guardia.
Ambas se disponen en dos cuerpos, sobre planta rectangular que
centra un patio porticado y con galería interior en la que no faltan las características
celosías. El segundo piso funciona como verdadero “piano nobile” y se marca al
exterior con pequeños balcones de rejería, mientras que la tercera se dota de
un amplísimo balcón corrido a toda fachada. Estos balcones “a fachada entera”,
además de su función de verdaderos “belvederes”, - o miradores -, han obedecido
también, como oportunamente ha anotado Adrián Alemán, al cometido de
proporcionar aireación a los secadores de granos a que se destinaba esa tercera
planta, a la vez actúan de moderadores del agua y la lluvia bajo el tejado.
En esta arquitectura, las cubiertas suelen ser de tejado a doble
vertiente solución que en ocasiones pudiera hacerse partir en el terreno de la
historia del arte de la clásica fórmula etrusco - romana del “compluvium”, toda
vez que se forma hasta cuatro vertientes que llevan sus aguas al patio
interior - verdadera zona hipetra
-; tal solución, a pesar de su innegable
andalucismo, ha adquirido aquí una verdadera singularización. El coronamiento
de las fachadas suele enriquecerse con antepechos abalaustrados rematados por
elementos que en documentos de la época se denominaban “florones”. Panorámicas
con ésta que vemos en la ilustración adjunta, siempre al fondo de los tejados
sobresaliendo las torres y cúpula de la Concepción, son múltiples en La Orotava, dándole un sello
muy especial de sabor añejo, más meritorio hoy, cuando tales soluciones
constructivas van desapareciendo de tantos centros urbanos de nuestras islas.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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