El
amigo de la Villa de los Realejos; ENRIQUE AGONEC HERNÁNDEZ MARRERO, remitió entonces
(2015) estas notas sobre la histórica CALLE EL SOL de la Villa que celebra la
tradición de las cruces y que es famosa por EL PIQUE con la otra CALLE DEL
MEDIO, en la noche mágica multicolor de fuegos artificios en olor a pólvora.
El
artículo es obra del también amigo y compañero de docencia de Los Realejos el
escritor ÁLVARO HERNÁNDEZ DÍAZ.
Publicado
en el programa de fiestas de la Cruz de la CALLE EL SOL del año 2000, que tituló
-CUANDO
LA CALLE EL SOL ERA “LA LAGAÑA”-: “…Varios
vecinos de la Calle El Sol todavía recuerdan que en algún tiempo otros
realejeros se referían a esta zona como “La Lagaña”, con cierto afán de
desprestigio y de burla, ya que las lagañas o legañas (las dos formas son
válidas), indican falta de higiene, y a veces de pobreza. (La palabra lagaña es
de origen incierto, probablemente de la misma raíz que el vasco lakaiña, brizna, hebra, y denomina el
líquido o secreción sebácea que destilan los ojos y se pega a las pestañas).
Sin
embargo, pocos saben que lagaña fue el nombre oficial que tuvo antiguamente la
Calle El Sol. Así lo confirma documentalmente un revelador Padrón General del
Vecindario del Realejo de Arriba, existente en la Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Tenerife, con sede en La Laguna, y que fue elaborado en su
momento por el alcalde de turno en 1779. (Conocíamos la existencia de este
padrón y del nombre que nos ocupa, pero ignorábamos que se refería a la que hoy
es Calle El Sol, como ahora podemos confirmar. La Lagaña aparece justamente en
tercer puesto, tras la Plaza de este lugar, y la Calle del Medio. Se trata, sin
duda, del antiguo casco del pueblo que contaba por entonces con 584 casas de
vecindad o de familia).
El
citado documento es un manuscrito algo deteriorado por el paso del tiempo y la
demoledora actividad de los insectos, tenazmente combatidos. Es, como decimos,
altamente revelador, ya que nos facilita elocuentes datos de la época y nos
permite un conocimiento casi familiar de los vecinos que fueron y de sus
circunstancias, a más de doscientos años de distancia.
Informa
de la existencia en la Lagaña de 43 casas de vecindad, en la que residían las
familias de “Bernardo de Carpio, Antonio González, José Francisco Fajardo,
Gonzalo González de Abreu, Andrea Francisca, Antonio Yanes, María Perera,
Petronila de Chaves, Esteban Hernández Toste, Bartolomé Barroso, Catalina
Padrón, Simón Fernández Ascanio, Mauricio Francisco de Roxas, Pedro García,
María Díaz, Sebastián García, Salvador Biera, María Luis, Catalina Donis, María
Molina, Fernando Mexía, Juan Molina Agustín Padrón, Francisca María, José
Perera de Abreu, Catalina García, María Hernández, Jerónimo Reyes, María de
santiago, Francisca Gabriela, Isabel merina, Domingo Vizcaíno, Sebastiana
Fernández, Fernando González Regalado y Agustín Francisco de Barrios”.
(Francisca María es de las de más edad, con 67 años. Y Santiago hijo de Agustín
de Barrios, aparece como el más joven, pues tan sólo tiene 1 año).
Detalla
los oficios y ocupaciones. La
mayoría de los hombres son labradores y asalariados jornaleros, o andan con una
mula (si la tiene) bajando leña del monte... Pero también encontramos
cabuqueros (el que en la galería abre huecos para colocar barrenos), zapatero,
viñatero, carpintero...
Las
mujeres, por su parte, se dedican a lavanderas, a majar lino, devanar (hacer
ovillos para hilo), hilar, coser, hacer calceta, ...aparte de cuidar a la
familia, educar los hijos y ayudar en las faenas agrícolas y ganaderas.
El
nivel de vida es muy bajo, ya que casi todos son pobres, medianamente pobres o muy pobres: alguno lo pasa regular, moderada o medianamente,
como el que tiene una yunta de bueyes y una burra, el que tiene una yunta de
vacas y un camello y puede sembrar regularmente un año por otro 8 fanegas de
trigo, el que tiene una mula y un burro...
Podemos
saber algo de su grado de instrucción o
formación. comprobando que pocos saben leer y escribir. Curiosamente,
María Yanes, mujer de José Francisco Barrios, es de las muy escasas mujeres que
saben escribir; y Silvestre, niño de 5 años, anda a la escuela. Sobre Agustín Francisco de Barrios se
especifica que se dedica a enseñar a
sus hijos y educarlos, por lo cual este maestro tiene moderada conveniencia (vive
con cierto desahogo).
Todo lo
expuesto nos da una visión bastante aproximada de aquellos vecinos de la calle
La Lagaña, luego llamada El Sol y Pérez Zamora algún tiempo, en 1779, finales
del siglo XVIII (18). Precisamente los historiadores señalan que Realejo Alto o
de Arriba pasea desde principios de este siglo su cruz de plata con la que
sustituye la primitiva cruz de madera ante la que se efectuó la rendición de
los menceyes guanches. Y un poco después, al iniciarse la segunda mitad del
siglo XIX (19) se erigieron capillas distantes del templo de Santiago
destinadas a la Cruz. A una de ellas -como hemos señalado otras veces- se
refiere un expediente del 24 de abril de 1866, (estudiado por el prestigioso
historiador orotavense don Manuel Rodríguez Mesa), mediante el que Agustín
Molina, en nombre de los restantes vecinos de la calle del Sol, solicitaba -del
gobernador eclesiástico- autorización para celebrar misa en la Capilla pública
fabricada con limosnas, tanto el día de la invención (3 de mayo) como los
demás, sobre todo con motivo de promesas.
En los
datos referidos a la calle del Medio, encontramos nombres de clérigos,
militares,... Y apellidos compuestos, de cierto abolengo, que revelan la
presencia allí de gentes más acomodadas que los humildes vecinos de calle La
Lagaña, hoy El Sol. Y comprendemos lo escuchado tantas veces sobre el origen de
nuestras fiestas de Cruz, en la rivalidad vecinal de las dos calles principales
del pueblo. Una historia que fue y una
tradición que pervive.
Nos
proponemos seguir avanzando en el mejor conocimiento de la calle de nuestros
amores, viajando en el tiempo por el mar de los papeles. Los vecinos de La
Lagaña en 1779 nos ponen en la pista de nuevos datos que nos sitúan más atrás
aún, cuando llegaron los primeros pobladores foráneos, y quizás de quienes ya
estaban aquí a su llegada. Aún nos falta dilucidar, por ejemplo, el origen de
los Palos de Molina en el cercado barranco Tagaseite o Tornero, un pago
conocido como de la Cruz de Mayo, que tenía 27 casas de familias, etc... Por
ahora hacemos un alto para la fiesta y la plegaria, junto a la Cruz…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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