Un amigo del Puerto
de la Cruz en el anonimato remitió entonces (2015) estas notas que tituló; “COMIENZO
DE LA TRANSFORMACIÓN DEL PUERTO DE LA CRUZ DE PUEBLO A CIUDAD: “…Toda
persona -partiendo naturalmente de que posea un mínimo de sensibilidad- siente
nostalgia de su vida pasada, tanto cuanto más va entrando en la edad...,
madura. Cuando nos damos cuenta el tiempo -que se nos concede- ha pasado
fugazmente.
Muchos amigos de colegio. Es ahí
precisamente en los centros de enseñanza infantil donde empezamos a convivir
socialmente donde se forjan las amistades del futuro. Quien no se ha preguntado
alguna vez ¿qué habrá sido de aquel amigo de la infancia que más tarde tuvo por
diversas razones- que desplazarse a otro pueblo, o quizás emigrar a otra nación
allende los mares? ¡Cuánto me agradaría volver a verlo! recuerda con nostalgia.
"
Hace algunos años una señora alemana
-actualmente fallecida- me dijo refiriéndose -entre suspiros- al Puerto de la
Cruz, de la década de los 50: -ha perdido su encanto» recalcó muy
estrictamente. ..Estoy de acuerdo con usted, señora», le respondí de inmediato.
El diálogo continuo y seguimos recordando tiempos pasados. El Puerto de la
Cruz empezó a transformar de pueblo en ciudad con la puesta en marcha de la
urbanización Llanos de Martiánez.
Y... como todo tiene su precio con la
citada urbanización desapareció el más bonito platanal -preludio de otros- que
en un simpar alarde de belleza circunvalaban al antaño pescador y
agrícola...pueblito». Entonces donde hoy está ubicada la avenida de Colón sólo
existía un paseo de tierra con una hilera de tarajales que dividiendo el camino
de la playa, empezaban en la ermita de San Telmo y terminaban en el centro
mismo de la playa Martiánez. Comenzaba a continuación una plaza con una amplia
terraza de cemento, base ésta de ubicación de varias casetas «típicas, que a la
sombra de tarajales, arbustos y techo de palmeras, atenuaban el rigor del sol
en los días fuertes del verano playero. En dichas casetas acondicionadas para
restaurantes con vistas al mar y bañistas se podían degustar los mejores
pescados y mariscos del litoral portuense (entonces muy abundantes), viejas,
pulpos, lapas, almejas, cte., sin olvidar por supuesto, ese rico crustáceo
«el cangrejo, todo ello acompañado de aquel buen vino tinto del norte de
nuestra isla. Frente al susodicho lugar dando frente a la playa y rodeada de
lindos platanales se encontraba la piscina municipal Martiánez, lugar de citas
y encuentros de muchísimos bañistas y expertos nadadores: unos porque
preferían la tranquilidad de las aguas para darse un chapuzón y otros para
entrenarse, con vistas a las competiciones de natación que en dicha piscina
se solían celebrar. Categoría no solamente regional, sino también nacional e
internacional tenían estos enfrentamientos deportivos. Grandes nadadores se
formaron y nadaron en la piscina que nos ocupa; de entre ellos mencionaré a dos
de los grandes, Fermín Rodríguez Méndez que junto al chicharrero Alfonso
Veller conquistaron para Tenerife el campeonato de España de natación en el año
1942, el primero estilo mariposa y el segundo en espalda.
Si por el día se nadaba, por la
tarde/noche se bailaba. Al son y ritmo de la portuense orquesta Manigua. Movían
los esqueletos lugareños, foráneos e incluso extranjeros que desde muchos años
antes ya nos visitaban. Esta prestigiosa orquesta en aquellos años muy
solicitada, hacía la delicia con las melodías de entonces: El manisero,
bésame mucho, el pasodoble tres veces guapa, etc."- de los extranjeros
aludidos y que se hospedaban en los cuatro únicos hoteles del encantador
Puerto de la Cruz de aquellos años. El gran hotel Taoro..., dirigido por don
Enrique Talg, hotel Marquesa llevado y dirigido por su dueño don Sebastián
González Nepomuceno; Monopol» dirigido también por su propietario don Carlos
Gleixner, y por último el Martiánez, llevado por don Enrique Tal.
Una sociedad cultural y recreativa el
«Círculo Iriarte., alma de la cultura para jóvenes y adultos. Por fin:
exposiciones de pintura, conciertos musicales, conferencias y diversas recreaciones.
Otros tiempos, sin duda, que no volverán
-«ni hace falta- responderán nuestros jóvenes pero que nosotros los adultos
recordamos con nostalgia…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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