El
amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava y compañero de docencia en el
IES La Orotava Manuel González Pérez (Barrio San Antonio); ADOLFO PADRÓN
PACHECO, remitió entonces (06/06/2017) estas notas que tituló; “UNA CARPINTERÍA ENTRE
MOLINOS”: “…Aprovecho el evento “Entre Molinos.
Patrimonio, Memoria y Tradición”, celebrado los días 3 y 4 de junio de 2017,
como proyecto realizado por parte del Colectivo Cultural la Escalera en el cual
la carpintería de Adolfo Padrón Hernández participó mostrando las
instalaciones, así como su quehacer cotidiano para dar a conocer el potencial humano que
envolvió a esta industria artesana durante todo el tiempo que estuvo activa
para satisfacer las necesidades de sus clientes y vecinos como en beneficio de
la propia empresa.
En lo que mi respecta quisiera dar unas
pequeñas notas sobre la industria artesana de la carpintería, donde me formé
como profesional en este noble arte que tiene como única protagonista a la
madera. Yo soy uno más de los muchos que
en su momento se decantaron por este oficio que en La Orotava estaba muy
enraizado. Mi testimonio puede extrapolarse a cualquier individuo, que como yo
aprendió de unos maestros que tras muchas generaciones supieron dejar el
testigo de un buen hacer a sus discípulos.
Como otras carpinterías que se crearon con
mucho sacrificio por sus propietarios, la de mi padre pasó por las mismas
circunstancias: horas de trabajo por parte de él sin horario fijo; bien se
levantaba temprano donde todavía el alba no había despuntado como trabajar hasta
bien entrada la noche para dejar la tarea lista y así tener a los operarios con
el trabajo listo para continuarlo.
Durante casi sesenta años en que estuvo la
carpintería operativa se formaron bastantes carpinteros que comenzaron como
aprendices y muchos terminaron independizándose, otros ya eran buenos
carpinteros que contribuyeron a que la empresa se fortaleciese y perdurase en
el tiempo. Empezando por Ignacio Benítez Hernández y Tomás Pérez González que
junto con mi padre aportaron a mi formación mucha experiencia. A Ignacio le debo la delicadeza con que
trataba la madera y la maestría con que utilizaba las herramientas; de Tomás la
destreza y sentido común con que se enfrentaba a las reparaciones y
restauraciones y de mi padre la habilidad en las máquinas y experto en
optimizar el despiece de la madera para su aprovechamiento máximo. Y como no a Julio, Armando, Ibráime, Ángel,
José, Jesús, Quico, Miguel Ángel, a mis primos Carlos y Teyo y muchos que
tuvieron una relación profesional con la empresa y que no recuerdo. Tampoco
podría dejar sin nombrar a los expertos barnizadores Olegario y Antonio,
hermanos, que aunque no formaron parte de la plantilla del taller contribuyeron
a dar calidad con su lustroso barniz muñeca a los muebles clásicos que se
fabricaron en la carpintería. También a Tomás, especialista profesional de la
talla y el torneado que muchas veces nos realizaba los trabajos
desinteresadamente. Y a Paco que como
tapicero puso su labor y estilo a muchos tapizados de sillas y sillones. A todos estos profesionales que elevaron su
oficio a un grado bien alto muchísimas gracias en nombre de mis hermanos y en el
mío propio.
Y qué decir de los extraordinarios vecinos
que tuvieron mis padres Adolfo y Carmen con los que compartieron muchas
vivencias entrañables. No podría dejar de nombrar a Pancho y Nina como a su
madre Doña Inés; a Concha y a Ventura y sus padres Doña Juana y Don Bruno;
Charo y Jesús y su madre Doña Carmela; Basilio y Teresa a sus hermanos y a su
madre Doña Victoria; Doña Felipa y sus hijos Amadeo y Manuel; Don Amadeo y Doña
Peña y a Gabriel y Pino, como los vecinos más cercanos al hogar y carpintería
de mis padres. Sin ellos la industria no hubiera estado ubicada donde hoy en
día aún existe. A todos ellos agradecerles profundamente la deferencia que tuvieron con mis progenitores durante todo el
tiempo que la carpintería estuvo activa.
Así que a todas estas personas, que como he
señalado anteriormente, aportaron calidad humana a la empresa que regentaron mi
padre y yo durante todos estos casi sesenta años mi más cordial afecto. La
Orotava, 6 de junio de 2017…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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