El amigo de la
infancia de la Calle El Calvario de la Villa de La Orotava; JUSTO DÍAZ EXPÓSITO
(profesor de Filosofía en 6º de Bachiller en el colegio de San Isidro de La
Villa de La Orotava) y su esposa MARÍA DE LOS ÁNGELES LEY, remitieron entonces
(06/02/2009) estas notas que titularon; “BODAS DE ORO: (6/2/1959 -
6/2/2009) NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA – LOURDES OLIVA HERNÁNDEZ”: “…6 de
Febrero de 1959. La parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción se ha
engalanado para recibir a la joven pareja de
novios que, delante de familiares y amigos, se darán el “sí quiero” y
“hasta que la muerte nos separe”. En el ambiente se respira nerviosismo y una
profunda alegría.
6 de Febrero de 2009. Son las
siete y treinta de la tarde. Las flores y las luces ponen la nota festiva en el
hermoso templo. Igual que entonces, aflora el nerviosismo, ahora, en los amigos
y familiares. Han pasado cincuenta años. Y entre los que esperan, están sus
hijas Mary Lourdes (Malule) y María Teresa (Maite). También sus nietos: Eva y
Pablo, sí, los mismos que todos los años los abuelos nos envían en la tarjeta
de felicitación navideña, como brillantes estrellas del cielo de la Orotava, símbolo de
ilusión y esperanza.
Celebrar el aniversario de boda
es una de las ocasiones más especiales para un matrimonio, que ve como su amor
se fortalece año tras año. Los más importantes se celebran a los 25 años de
casados, bodas de plata, y a los 50 años de matrimonio, bodas de oro.
Recordando antiguas tradiciones, retrocedemos en el tiempo y descubrimos que,
conforme el matrimonio cumplía años de casados, los allegados le regalaban
diferentes objetos para celebrar y conmemorar esta unión. Según van pasando los
años, los obsequios estaban confeccionados con diferentes materiales,
progresando de los más frágiles a los más sólidos. Era la manera de simbolizar,
de menor a mayor, la fortaleza de la relación conyugal. Y fueron los materiales
con que se hacían los regalos, los que dieron nombre a los diferentes
aniversarios tal y como hoy en día los conocemos: plata, oro, diamante…
Mis recuerdos de Chile y
Lourdes siempre han ido unidos al agradecimiento, al servicio a los demás, a saber ser amigos
de sus amigos. Era a finales de febrero hace muchos años, mi madre había
fallecido en La Orotava
y desde Valencia, Mary Ángeles me acompañaba,
nos trasladamos inmediatamente a Tenerife. El aterrizaje fue en el
aeropuerto Reina Sofía del sur de la isla. Y allí, esperándonos en su coche
para trasladarnos a La Orotava,
estaba Chile, haciéndonos un gran servicio. Más reciente, cuando mis hijos se
acercaron a la Villa
para celebrar un acontecimiento familiar, les hacía ilusión regresar a la Península con
fotografías vestidos de mago. Y el trajecito de mi nieta no dudó en
facilitárnoslo. Después nos vimos en Valencia, cuando en viaje de recreo
visitaban la Comunidad
Valenciana. Y recuerdo, como no, en la última estancia en mi
pueblo, el cariño con que nos recibieron en su casa, el afecto con que nos
acompañó por las calles de La
Orotava resaltando, orgulloso, paso a paso, los cambios a
mejor introducidos en la Villa
y su disposición a ayudarnos ante cualquier imprevisto.
Pero, ahora, suena ya la música
del órgano. Las puertas de la
Iglesia se abren de para en par. Por la nave central hacen su
entrada Lourdes y Chile para recorrer la alfombra roja que les lleva a los pies
del altar. Van despacio. Y en su andar se suceden los recuerdos. Ahora van a
renovar los votos que entonces hicieron de manera solemne ante Dios y ante su
pueblo.
A Chile le viene a la memoria
los años de trabajo diario en la
FAST, cuyas oficinas estaban en una de las emblemáticas
calles de La Orotava,
la calle Calvario. Y, cuando al fallecer su padre, se hizo cargo de la imprenta
Castro. Y su otro gran amor, el deporte. El fútbol lo había hecho muy feliz. Y
recuerda el tiempo glorioso en el que era entrenador del Plus Ultra. Y sus
paseos por todos los rincones del pueblo, que le sirven de inspiración para
otra de sus ilusiones, el escribir. Nuestro amigo Bruno ha dado cabida en su
Blog al Rincón Villero de Chile Hdez. Desde allí nos regala sus testimonios de
recuerdos históricos, como “Los cien años del Colegio de San Isidro” o
“Recuerdos de las pasadas Navidades en La Orotava”; trabajos musicales como el de “Un
virtuoso del clarinete en la
Semana Santa de La
Orotava”; recuerdos deportivos como “Ante la 38º edición del
Trofeo Teide”, eso sí, ¡Qué noche la de
aquel día! es una comedia británica del año 64, dirigida por Richard Lester y
no tiene que ver con los Hermanos Marx; fue la primera película del grupo The
Beatle; su crítico trabajo “El cabildo insular y sus olvidos” y su retazos
poéticos como “De camino al parque de Doña Chana” o “El árbol de los pétalos
amarillos”.
El órgano sigue sonando. Parece
como si nunca llegaran a las gradas del altar.
Y Lourdes repasa el día a día
en sus labores de casa, sabiendo que, tras las actividades del esposo, se
encuentra siempre, en el silencio, la sombra de una gran mujer; que ha sido el
motor de la casa, ocupada en cuidar de la familia, en educar a sus hijas;
compartiendo las alegrías y los posibles sinsabores, olvidándose de sus propias
preocupaciones para atender a los demás, mostrando cariño y comprensión a pesar
de los menudos roces en los pequeños servicios de que está compuesta la
convivencia diaria.
Los demás, recordamos los
valores que han llenado sus vidas: La honradez, la discreción, la laboriosidad,
el aprecio a los demás por lo que somos, y no por lo que tenemos.
Y Lourdes y Chile, al unísono:
alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños,
aniversarios, partidas, alejamientos y regresos, muerte de personas queridas,
todo ello como símbolo de la intervención de Dios en la pequeña historia
doméstica.
Cuando acabada la cena en el
Liceo Taoro llegue la hora del brindis, sabemos que Chile y Lourdes lo tienen,
una vez más, muy claro: Amar es, como diría mi amigo y catedrático Dr. Bonet: “quitarle
la culpa al otro”. Amar es, no sólo sentir que se ama sino, como han hecho en
estos 50 años, sacrificarse por la persona amada. FELICIDADES…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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