miércoles, 14 de febrero de 2018

CHARLA DEL PERIODISTA ALBERTO PÉREZ BORGES CON UN PORTUENSE ILUSTRADO



Fotografía y notas publicadas en la revista Hespérides correspondiente al mes de septiembre año 1926. Página 18 y 19.
           
Sentados sobre los viejos cañones herrumbrosos de la antigua plataforma de San Telmo del Puerto de la Cruz, el cronista señor Montes de Oca y yo, contemplamos la agonía del Sol.
Bajo el cielo turquesa las nubes se incendiaban de púrpura. El mar cobraba una misteriosa solemnidad inquietadora y sobre su cristal azul temblaba un: tesoro de piedras maravillosas.
La torre parroquial, con sus campanas de bronce se alzaba sobre el caserío como una oración. Más próximo el viejo convento domínico de San Pedro González Telmo, en cuyos muros ancianos el tiempo ha ido borrando poco a poco su austeridad monacal, evocaba los penitentes salmos invocadores de los monjes atormentados y la sombra doliente de Fernanda Siluto, la poetisa enferma que sentía en su alma un río de tristezas y que hizo resonar la tos de la dama de las camelias en las vastas cámaras conventuales.
El Gran Hotel Taoro en lo alto de la colina del Malpaís, se iluminaba de rosa en el ocaso Allá lejos, muy lejos sobre las cumbres, besando el cielo, el Teide, lo mismo que un airón.
Este del fumar es un vicio que me domina imperiosamente. Y bendito sea él, porque es gran consolador de todas mis preocupaciones y el bálsamo que me hace olvidar el dolor de mi vida truncada me decía el cronista, mientras yo le observaba atentamente.
¡Qué hombre tan sencillote!  
Es este alto y delgado, verdadera estatua de varón de los tiempos heroicos. A veces me hace pensar en la enjuta silueta de héroe manchego.  Viste' del negro con cierto sugestivo desaliño de poeta bohemio. Bajo el caldudo sombrero, sus ojos sombreados de lenguas pestañas, se clavan en su interlocutor con fijeza inquietante: su nariz aguzada parece arrancada de las facies de un retrato del Greco, ven la comisura de sus labios exangües hay un rictus de rebeldía y de cansancio a la vez… Fuma incansablemente,", Cuando, habla sé exalta como un místico. y sus brazos accionan con vehemencia... Más que aspecto de cronista que envejece lentamente ante los apagados infolios de códices y pergaminos, tiene la traza de aquellos hidalgos segundones, peregrinos y aventureros, que iban en frágiles carabelas camino a las tierras americanas…
-¿Es usted natural de este pueblo, como lo demuestra el entusiasmo con que habla siempre de él?
-Sí, señor. Y le repito a usted la propia muletilla con que contesto a todo aquel que me hace la misma pregunta: Por obra y gracia de Dios vine al mundo de los vivos para dar que hacer a mis familiares y a alguno que otro amigo. La fecha de mi natalicio fue  el 31 de mayo de 1877 y renací por la Misericordia Divina en la pila bautismal de la parroquia de Ntra. Sra. de la Peña de Francia eje este pueblo.
¿Queda usted enterado?
-¿Podrá contarme algo de su vida?
- Oh! mi vida se compone, como la de todo mortal de lágrimas y de risas, más de dolores que de alegrías: y como yo solamente los he gozado y padecido a mí solamente me interesan…
-¿Cómo se manifestó en usted el amor a la Historia?
-Desde muy pequeño me abrazó una gran sed de saber. Aficionado a la buena lectura, no había libro ni papel que encontrara que se escapase a mi curiosidad, Me gustaba sobre todo leer al P.  Mariana, y  me entusiasmaba como nada la lectura de este ilustre varón.  Después, un 'hombre erudito e inteligente; don Maximiano Aguilar y Medina, despertó en mi ese amor a los viejos infolios, al pedirme datos genealógicos, de fechas de nacimientos y demás, para sus trabajos biográficos e históricos, la mayoría de los cuales supongo los conserva su familia inéditos. Perfeccioné, con ello, la lectura de letra antigua, lo cual ha sido motivo para ser consultado por varias personalidades españolas, entre ellas, los académicos señores Cotarch, Fernández de  de Bethencourt, en España: Posada, en Colombia; Dávila, en Venezuela y muchos otros de renombre mundial.
-¿Ya quienes de estos sabios le ha sacado usted de apuros paleográfico?
- Al señor Fernández de Bethencourt que de este arte nada entendía y a quien le gané muchas pesetas.
-¿Tiene muchos trabajos inéditos?
- Algunos y bastante material para hacer algo serio, si la falta de tiempo y de tranquilidad no me lo impiden.
-¿Si en ello no hay inoportunidad, por día usted indicarme los títulos de algunos?
- Verá usted… “Descripción histórica del Puerto de la Cruz”, “Reminiscencia de cultura guanche” “Ibérica”, “Casas reales guanches en Tenerife”, “Siete leyendas heroicas de las islas Canarias”, que le he ejido a usted y otras varias de cuyos títulos no me acuerdo bien ahora.
-¿Qué opina de los historiadores canarios así en antiguo como moderno?
-  Los antiguos  desde Cedeño al del Castillo, hicieron lo que pudieron. No lo que debieron, Viera y Millares estén más documentados y suavizaron las asperezas que nos legó Núñez de la Peña; pero le confieso a usted que soy un enamorado del Bachiller don Antonio Viana porque su poema habla como un dios y encierra en él toda una apoteosis… 
-¿Está satisfecho de sus nombramientos de correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, en España, de las Nacionales de la Historia de Venezuela, Colombia, etc., etc.…
-Satisfechísimo, porque son las más altas recompensas que he recibido de todos mis trabajos que van publicados en la prensa 'isleña y de aquellos que han visto la luz fuera del país algunos traducidos al portugués inglés y alemán.
- ¿Recuerda usted alguna anécdota relacionada con su vida de cronista portuense, corno oficial de las islas Canarias?
- No, no señor. Recuerdo en estos momentos… Voy a contarle el siguiente rasgo que me sucedió en Las Palmas: Cuando pequeño era yo muy enclenque, y para variar de clima llévame, con permiso de mis padres, a Canarias, un primo mío, a la casa de un tío llamado Cristobalito. Un día me enviaron a pelar, y para ello me dieron un napoleón, diez y nueve reales de vellón. Fui a una barbería de la plaza del Espíritu Santo, cuyo dueño, un apasionado a los pájaros, tenía una jaula enorme con más de un centenar de ellos. Mientras aquel buen hombre me tonsuraba, yo pensaba que sería muy bello dar libertad a aquellos pobres animalitos. Tuvo el peluquero que ir a cambiar el napoleón a cierta venta próxima, y mientras tanto llevé a cabo una hazaña digna de Don Quijote. Me metí dentro de la jaula y dejé escapar a todos los canarios. No había salido de ella, ya… Blasfemias, ternos, maldiciones, y yo que quedé encerrado en la enorme pajarera… Tuvo que venir mi tío, y cuando este me iba a sacar, le retuvo el feroz barbero: - Alto ahí – le dijo -; si quiere ese pájaro tinerfeño, tiene que arrear, de otro, dos onzas, y en efecto, hasta que no se le dio el valor de sus pájaros perdidos, no me devolvió la libertas…
Y al evocar su travesura de la infancia tan lejana ya, reía aquel caballero aquel caballero extraordinario erudito como un monje benedictino y altivo como un hijo algo escapado de las vibrantes estrofas del Romancero.
El amigo Alejandro Carracedo Hernández remitió entonces estas notas: “…Su nombre era Francisco Pedro Montes de Oca y García en esta dirección tienen otro artículo que le dedicó Sebastián Padrón Acosta.
Francisco Pedro Montes de Oca y García,  Natural del Puerto de la Cruz, Nacido el 31 de mayo de 1877.  Nombrado cronista oficial del Puerto de la Cruz en febrero de 1919. Nombrado correspondiente de la Academia Nacional de Venezuela en septiembre3 de 1922. Nombrado correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en agosto de 1923. Nombrado cronista oficial de Canarias en febrero de 1924. Nombrado miembro del Instituto Confraternidad Hispano Americana en febrero 1930. Fallece el 15 de noviembre de 1964. Entre otras cosas…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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