Pregón de las
Fiestas Mayores de la Villa de La Orotava del año 2011, leído por mi amigo de la infancia en la Villa
de La Orotava, el presbítero; DOMINGO PONCE ÁLVAREZ: “…CORPUS CHRISTI. Cuerpo / de cristal / y de
fuego. / Búcaro de amapolas. / Haz de espigas, ardiendo. / Alfombra de
fragancias / Sobre la Voz del Viento. / Pan redondo / y supremo. / Arco / tenso
/ con su flecha de luz, / clavada en el Misterio. / Sol radiante, de harina, / y
racimo sangriento. / Cáliz donde se escancia / todo el azul del / Cielo. / Corpus Christi / Horno de amor
eterno. / EMETERIO GUTIÉRREZ…”
“…Ilustrísimo señor Alcalde y Corporación Municipal
del Ilustrísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava. Queridos
compañeros en el Ministerio Sacerdotal, Reina y Damas de Honor, Romera
Mayor, ilustrísimos señores y señoras, amigos...
Es para mí un auténtico placer poder pregonar estas
fiestas y expresar los sentimientos y afectos que embargan mi alma en
estos momentos ante ustedes, y que acuden en tropel a mi mente,
como destellos de luz en mis recuerdos de infancia, adolescencia y juventud de
tantas fiestas, con vosotros, compartidas, en honor al Santísimo y a los
compatronos de esta Villa, la pareja tan entrañable y humana de Isidro y
María de las Cabezas. Hombre y mujer del mundo rural que en la Villa y Corte
del Reino, supieron hacer del centro de su vida, no a otro sino aquel al cual
nosotros, aquí y ahora en estos días, con nuestro arte efímero y sublime,
queremos rendirle pleitesía y culto soberano como señor y Dios de nuestras
vidas. Aquí, en esta Villa, que no es capital del Reino, pero que sí reina en
los Villeros de esta Noble y Leal Villa.
Como pregonero de estas fiestas no vengo a expresar
sabiduría, que no la poseo, ni a cantar o proclamar las bondades o bellezas de
este terruño tan entrañable para cada uno de nosotros; a lo sumo, a indicar,
para deleite de nuestra mente, que hay tanto que contemplar que, aunque solo
impregne nuestra retina por un instante, lo que vemos nos haga balbucear
« ¡QUÉ HERMOSURA!»: y, como niños atónitos, expresemos
más con gestos que con palabras, lo que hemos visto, ya que la palabra sería
eco y no expresión del deseo de lo que quisimos comunicar.
Y qué decir de sus gentes, mis conciudadanos. Lo
haremos desglosando lo que es para mí una Villa Eucarística:
Villa que expresa su ciudadanía a través de esas dos
virtudes que cita en la orla de su escudo como signo de su identidad y distinción,
pero más aún en su gente manifestando en su quehacer, su Nobleza y, por medio
de su ser y saber estar, su Lealtad.
Noble, porque su gente, nosotros, no tenemos otro
talante en nuestro convivir diario, que el estar disponibles, sin dobleces, ante
cualquier opción que se proponga para mejorar los distintos ámbitos en el que
se desarrolla el bien común. De ahí que exprese su nobleza en el trato a la
hora de acoger, acompañar, servir a cualquier visitante o forastero o con los
suyos, mostrando su razón de ser villero, sin menoscabo de recibir con buen
agrado todo lo que de noble el visitante o foráneo nos pueda ofrecer o nos
descubra con su cotidiana presencia.
Leal, desde la justicia como expresión de nuestra
inquietud por mejorar la dignidad de todo ser humano si lo vemos sin los
recursos necesarios para ser quien debe ser.
Ambas virtudes que entrañan justicia y solidaridad son
lo que hace que esta Villa sea reconocible como Villa Eucarística, y por más
que ese título no figure en su orla, lo es.
La Orotava es una Villa Eucarística por antonomasia y
así su historia lo manifiesta.
LA RAZÓN DE SER DE ESTE ARTE EFÍMERO, EXPRESIÓN DE SU
AMOR A LA EUCARISTÍA Y SU FE: Y la razón de ser no es otra sino que el Villero
ha tenido siempre como raíz, en su educación secular, la opción del amor, a
Dios y al prójimo, sin olvidar que “tal vez, sí, tal vez, el hombre pueda
ofrecerle a Dios el Sacrificio de muchas cosas, pero nunca el de su razón.” De
ahí que podamos entender otros modos de pensar, de ser y obrar, de tantos
hombres y mujeres que merecen: a la hora de verles, el entenderles; a la hora
de juzgarles, comprenderles; y a la hora de actuar, amarles.
Hemos de emprender, desde el diálogo, para que sea
punto de encuentro y de justicia, caminos que nos lleven a la unidad, a través
de la diversidad y pluralidad que enriquece, compartiendo un bien común y
social entre todos los que convivimos en esta Noble y Leal Villa.
Quisiera ahora desglosar brevemente la presencia de
Cristo en la Eucaristía significada en el banquete y sacrificio eucarístico
para entender la razón de nuestro arte efímero, de nuestras fiestas y de por
qué La Orotava es Villa Eucarística.
La presencia real de Cristo en la Eucaristía es la
presencia del Señor Resucitado. Es el Señor exaltado junto a Dios para quien no
existe la limitación del tiempo y del espacio, porque en su paso a la gloria ha
inaugurado la existencia última y definitiva, en la que vive para siempre.
Es el Espíritu Santo quien realiza esta presencia de
Cristo en la Eucaristía a través del Ministerio Sacerdotal, de su Palabra, de
las Especies Sacramentales y de la comunidad de creyentes que se reúne en su
nombre.
La Eucaristía es el memorial del Sacrificio en la Cruz
y banquete sagrado que se realiza en beneficio de la humanidad como don de si
mismo. Alimento y fuente de esperanza. Centro de la vida del creyente.
Exigencia de caridad y unidad y por tanto nos vivifica y revitaliza como
pueblo.
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía hace memorial
de la Pascua de Cristo y hace presente el Sacrificio que Cristo ofreció de una
vez para siempre en la Cruz y que permanece siempre actual por su Resurrección.
El misterio Eucarístico, que es fuente de amor y
solidaridad, requiere la participación digna y comprometida de los fieles dado
que sin esta participación no habría Iglesia.
La Eucaristía es la expresión total del amor divino
manifestado por el hijo de Dios encarnado en toda su vida y especialmente en la
Cruz, homenaje que hace Él al Padre en lugar y a favor de la humanidad entera.
Homenaje de obediencia filial, expresión de su libertad y manifestación del
amor como la caridad arrepentida del hombre.
LA EUCARISTÍA CONVIERTE A LA OROTAVA EN UNA ALFOMBRA
CIUDADANA: En la mesa de Jesús estamos invitados todos. Sentarse comporta
también aceptar que toda persona tiene que poder vivir con dignidad y que los
bienes de la tierra son para compartir con todos los hombres. Esta crisis que
estamos viviendo hace más visible la desigualdad social y sus consecuencias,
creciendo aun cada día más por el aumento del desempleo, la especulación de la
vivienda, el cierre de pequeñas empresas, el elevado número de personas
inmigrantes que viven desarraigados, los recortes en el estado del bienestar
social, salud, educación, prestaciones sociales…; son los sectores más
vulnerables quienes más lo sufren: discapacitados, presos, niños, mayores…
La solidaridad exige generosidad, esfuerzo, tiempo,
dinero y creatividad para el compromiso social. «Las cosas importantes se hacen
con corazón», nos dice el lema de Cáritas de este año en el día del Corpus
Christi.
Rompamos las contradicciones en las cuales vivimos y
arropamos. Nos cuesta digerir la pobreza. Somos conscientes de la cultura del
endeudamiento. Busquemos salidas razonables y plausibles en un mundo tan
complejo. Reconozcamos su valía, su trabajo, su identidad, su participación, su
creatividad, sus derechos de ciudadanía, promoviendo la cohesión social y
promocionando la persona. Porque la persona es digna de ello. Solo desde la
disponibilidad y la constancia de nuestra pequeñez podremos abrir caminos de
esperanza, cuando hay voluntad de transformar las cosas que procuran una
sociedad más justa e igualitaria.
Una misa se hace
Misterio de fe que rompe su silencio por medio de la
Palabra, que provoca el poder decir:
“No te basta el morir que quieres darnos alimentos de
vida, quedarte con nosotros y ofrecerte sobre el altar: hacerte eucaristía”.
Comprendo ahora lo que dijiste a los
tuyos: he deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros y la
razón no es otra sino ésta:
|
“…Al derramar
tu sangre por nosotros, / tu amor complace al Padre, / siendo la Hostia tu
sacrificio; / hijos de Dios y hermanos, Tú nos haces…”.
UNA ALFOMBRA SE ELABORA: Son muchas las ideas que
vienen y van, bocetos: blanco y negro, mejor aun color, ¿con o sin cenefa?,
¿clásica o moderna?, motivo religioso ¿o no?, ¿qué piensan los demás?, ¿vendrán
todos a trabajar? ¡Un trajín interminable! Sin embargo, la ilusión rompe con
todo.
Y nos ponemos a trabajar.
Y es que solo hay una realidad: mostrar a través del
arte, como persona o grupo, el amor a la Eucaristía dando a conocer el talante
de un pueblo donde sus habitantes se hacen alfombra para Dios y Dios es la
alfombra del hombre.
UNA VILLA SE CONSTRUYE: Somos vasos comunicantes,
donde todos debemos sentirnos partícipes de un mismo proyecto de ciudadanía,
que da razón a nuestro ser, que es la nobleza y la lealtad.
Todos nos necesitamos, y enriquecemos compartiendo
nuestros bienes materiales, culturales y religiosos. Solo el trabajo solidario
es digno del ser humano y así, todos, creyentes o no, debemos ofrecer desde
nuestra diversidad y pluralidad, lo que somos y tenemos en la única mesa,
porque no hay otra. Esta verdad no se impone, se ofrece y todos, por el mero
hecho de nacer o residir aquí, tenemos que aportar la mejor convivencia y así
dignificar nuestro ser, ya que tú eres mi “yo” y ambos, el “nosotros”, y
nosotros somos la ciudadanía que construimos nuestra Villa.
EL ORGULLO DE SER OROTAVENSE. EL ORGULLO DE SER
CREYENTE: Quisiera expresar mis balbuceos de aquellos años de juventud, en los
que ya germinaba en mi alma la inquietud por una entrega al Otro y a los demás,
compartida con muchos compañeros con quienes alternaba el estudio y los
periodos vacacionales. Recuerdo una Orotava austera, recia, metódica y, sin
embargo, generosa y solidaria, que me hacía compartir sueños e ilusiones con
unos compañeros y amigos que, osadamente, queríamos dar a conocer las
inquietudes e inconformismos propios de nuestra juventud a través de los
diversos proyectos que nos venían a la mente y donde intentábamos adoptar, a
nuestra manera, los aires del cambio cultural que se respiraba en Europa, desde
la introducción de la música anglosajona en los pequeños “guateques”
(permitidos), hasta asumir frases de los movimientos contestatarios del mayo
del 68 francés.
Al llegar las fiestas patronales, todos ansiábamos
colaborar en la Confección de las Alfombras de flores y de la misma
plaza del Ayuntamiento, inquietud que ya compartíamos los jóvenes que estábamos
en la Escuela de Dibujo de D. José María Perdigón, en los bajos del
Ayuntamiento y que dirigía en aquellos momentos D. José González. Este era
quien materializaba los bocetos que D. Pedro Hernández Méndez confeccionaba
junto a todo su equipo, entre los que recuerdo especialmente a Ezequiel de
León, con esas hermosas arenas de colores, sutil expresión del arco iris, que
se extraen de las Cañadas de El Teide, de la zona de Los Azulejos, no para
esparcirlas, sino para confeccionar con ellas lo que hoy podemos contemplar gracias
a los ejecutores de este arte efímero, sempiternas generaciones de alfombristas
que, haciendo suyo este legado, así lo dan a conocer.
Acuden a mi memoria escenas de un Baile de Magos,
por aquel entonces, pequeño, coqueto, que se celebraba en el Liceo Viejo, hoy
el centro de mayores de La Orotava, donde se encontraba el bar “El Camellito”,
tan entrañable en aquella época.
Con la vorágine del tiempo, y el buen acierto de quien
supo hacerlo, el Baile sale a la calle, se comparte sin acepción de personas, grupos
o familias; es el Baile de Magos de una Villa que expresa su alegría, su
júbilo, su espontaneidad acogiendo al foráneo, como ha acogido a los suyos que,
estando dentro, estaban fuera.
Es también en esa época cuando adquiere un mayor
arraigo la Subida del Santo; un grupo de jóvenes ataviados con el traje
típico y al son de nuestros aires le dieron mayor esplendor. Contaban con el
apoyo del párroco D. LEANDRO MEDINA PÉREZ que, como buen canario, de
la isla hermana, tampoco dudó en engalanarse con el traje típico para acompañar
a los santos patronos que portaban los labradores en sus andas, con las varas y
cintas de colores, al Quiquirá donde, ante el laborioso y afamado arco de
frutas, se exponía y bendecía el ganado. Todo ello como preparación a la eclosión
de júbilo, que como antesala de la Romería, íbamos a vivir. El repique de
campanas llamando a todos sin excepción a la casa común, para ir al encuentro
de tan entrañable pareja.
A los pies de San Francisco, desde donde se inicia la
Romería, allí empecé a experimentar, desde mi más tierna infancia, los aires de
la célebre copla “Desde San Francisco salió el hombre que yo buscaba…” y
otros aires de melodías musicales al son de isas, folías y seguidillas. Aún
recuerdo cuando Sor Manuela me llevaba al campanario de la iglesia de San
Francisco, desde donde veía venir las primeras carretas o yuntas, o el trajín
del ir y venir de tantos magos y magas que subían al encuentro de los amigos
que aguardaban su llegada. O de ahí, ir corriendo calle abajo a ver si ya
habían llegado los Santos a través de la calle Colegio para verlos colocar
debajo de la magnolia, frente la Casa de los Balcones, y así, poder contemplar
el inicio del cortejo de un pueblo que expresaba su razón de ser, en el gozo y
la alegría que afloraba de su condición de villero.
Ya ordenado sacerdote y destinado en la isla del
meridiano, donde en 1976 se realizó algún boceto de nuestras afamadas
alfombras, y luego en el sur de la isla, en razón del ministerio, en la medida
en que el tiempo lo permitía, y lograba subsanar mi ausencia, acudía fielmente
a la cita para estar aquí con vosotros y mi familia.
Siempre me he sentido uno más, participando en el
quehacer de las alfombras, allí, en las cuatro esquinas, con un grupo de amigos
ya mayores, entre los que hemos notado alguna ausencia; o sencillamente,
después de concelebrar, posesionando las andas de Corpus con los compañeros
sacerdotes, hijos de esta Villa, en su recorrido alfombrado; o teniendo la
osadía, hace ya 28 años, de dirigirme desde el balcón principal de esta Casa
Consistorial, a todos mis conciudadanos expresando mis sentimientos de fe, y
contemplando, emocionado, la belleza de este marco tan singular y peculiar,
como el que viviremos pasado mañana al celebrar el acto cultual a la Eucaristía.
Aun a riesgo de que resulte confuso mi mensaje, pero
bajo los dictados de unos sentimientos que no puedo acallar, quisiera compartir
con todos vosotros una escena que atesoro en mi interior. Desde mi imaginación
contemplo un balcón, una ventana y una plaza, y como tapiz central, la
Eternidad.
En el balcón del Ayuntamiento, Antonio María
contemplando este misterio que tantas veces ha vivido y celebrado. En frente,
desde su ventana, Manuel Reyes con sus bocetos en mano homenajeando y rindiendo
pleitesía a la Eucaristía como auténtico creyente que demostró ser hasta el
final, entre nosotros. En esta plaza, Francisco Sánchez y Buenaventura Machado:
Francisco, iniciando una andadura democrática, al servicio de su pueblo y que
ha concluido en el día de la Cruz; y Buenaventura, expresando en su labor
diaria que su tiempo era para el otro, el más desfavorecido.
Villeros los cuatro, que desde sus quehaceres diversos
y con sus corazones desbordantes han dejado una huella indeleble entre nosotros
y destellos de ráfagas de luz que, a buen seguro, disiparán muchos momentos de
oscuridad.
No me gustaría concluir sin antes expresar mi
admiración y respeto hacia la mujer villera. Mujeres representadas, hoy y aquí,
por las Damas de Honor, Reina y Romera Mayor de nuestras fiestas.
Mujer sencilla que expresa con elegancia el bagaje que
ha recibido de los suyos, y que lo da a conocer en el día a día, a través de su
laboriosidad, sin ningún alarde, solo con la certeza de que ha realizado lo que
tenía que hacer, sin esperar recompensa; es un bien que nunca se niega a sí
misma, ni puede negarlo a los demás.
Mujer Orotavense esa es tu grandeza.
No dejes nunca de darla a conocer.
Orotava sonríe siempre que es una tristeza que borras
y una esperanza que alumbras.
Y desde ese amor que preconizamos como verdadera
esencia villera, vivamos ésta realidad lúdica, que es un paréntesis en nuestro
ajetreo laboral cotidiano, en momentos donde no podemos permitirnos que el
estrés o la indiferencia nos arruinen por no poner por obra lo que dice la orla
de nuestro escudo: el ser noble y leal, como nuestro ser y quehacer.
Si de verdad, es Eucarística nuestra Villa, como hemos
querido transmitir, vivamos, pues, estas fiestas sin que calle nuestra
conciencia.
Orotava forjadora de mi vocación, testigo del
cumplimiento de mis sueños, qué más puedo pedir; me has dado mucho, y yo solo
puedo darte las gracias, mil gracias. En La Orotava a 28 de Junio de 2011..”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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