Fotografía del patio y claustro del tristemente incendiado en los
sesenta del siglo XX, convento de San Francisco del Puerto de la Cruz, entonces
convertido en una ciudadela, en donde vivieron gran parte de portuenses.
Patio donde se reunían niños y niñas (a medio vestir y a medio calzar)
para sus juegos infantiles, además de mayores para sus tertulias.
En la actualidad está ubicado el Parque de San Francisco.
Artículo del amigo del Puerto de la Cruz; MELECIO
HERNÁNDEZ PÉREZ, escrito en su interesante libro “ANECDOTARIO DEL PUERTO DE LA
CRUZ”, que tituló “EL ACTOR”: “…Donde hoy existe una bella
edificación estilo canario y empieza la calle Quintana desde la de Santo
Domingo, por allí, había una señora de La Matanza que como pudo abrió un
negocio con dos tablas, unos bancos de madera y una vela para dar lumbre por la
noche. Era un ventucho de vino y sin más armaderos que chochos, pero al decir
de los entendidos era el vino de más calidad y mejor precio en todo el Puerto,
por lo que la feligresía abundaba.
De esto hace ya muchos años, se
reunieron en ese lugar don Aquilino Molina, que era artista amateur de teatro,
de esos que forman grupos y actúan en sociedades, fiestas, etc.; don Chano
Miranda, que tocaba muy bien la guitarra, don Luis González, que cantaba
cualquier género, y todos con el sano propósito de echarse unas perras de vino,
como solían hacer casi todas las tardes. Cuando ya los vapores del dios Baco
dejaron sentir sus efectos, se armó la parranda, entonando cantos líricos y
populares. Pero es en un arrebato cuando don Aquilino, hombre sensible y
entusiasta, sintiéndose hondamente inspirado, empezó a actuar en solitario,
recitando fragmentos de la obra Juan
José, de Joaquín Dicenta, donde intervienen dos enamorados en una trama
apasionada de amor. El se llamaba Paco y ella Rosa.
Por aquella lejana época había en el
Puerto dos guardias municipales que se distinguían por Paco I y Paco II.
Cuando más eufórico estaba don
Aquilino, llevándose las manos a la cabeza para despeinar sus cabellos, como si
estuviera representando en un escenario, con voz potente y con la expresividad
y fortaleza que requería aquel pasaje, recitaba de memoria:
-iCon Paco .. .! iY no hay duda ... ! No la puede haber. Tengo la prueba; ¡Y está
escrita…! ¡La tengo aquí,
aquí...! (Mirando un papel que conservaba en la mano). Aquí es donde pone
"iRosa vive con Paco... !" iPaco eres un canalla!
En aquel instante
acertó a pasar por la calle uno de los municipales y al oír aquellos
desaforados gritos que repetían su nombre entró apresuradamente y al ver a don
Aquilino desencajado, le preguntó:
-¿Qué le pasa don
Aquilino?
-iPaco! iAparta, canalla! ¿Dónde tienes a Rosa? -le
increpó apartándolo de un empujón, quedándose el guardia sin comprender nada
de lo que veían sus ojos.
-iPor Dios, don
Aquilino, que yo no vivo con ninguna Rosa! Me está comprometiendo con esa
señora, que le juro por mis hijos que no sé quién es. Que soy hombre serio y me
está usted desacreditando...
Los presentes
reían a mandíbula batiente, hasta que el ingenuo Paco comprendió que aquel
enredo nada tenía que ver con él y se alejó dejando allí a don Aquilino con su
espectacular interpretación entre estruendosos aplausos. ..”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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