Una venta que fue en el tiempo y en la
memoria de los orotavenses, un lugar de tertulia y del pernoctar, siempre que
había una acto en la parroquia de Nuestra Señora de La Concepción, o cualquier obstinación
que sucediera como el ir al correo telégrafo o a la casa de socorro o al centro
médico.
Doña Eusebia Expósito García era muy
querida por los orotavenses, su famosa venta ubicada en la plaza del cantero Patricio
García, era el centro neurálgico de la Semana Santa y de las Fiestas Mayores de
la Villa de La Orotava. En la Semana Santa era famosa por sus platos de arvejas
con huevos duros y en las fiestas mayores, su pescado salado, el mojo picón y
los buenos vasos de vino.
Su marido maestro Francisco Luis, era
zapatero y músico de la banda municipal de La Orotava, recuerdo ver aquella
casita en la plaza mencionada, en la ventana de arriba estaba Maestro Francisco
con su trajinar de la zapatería y en la puerta de la derecha, siempre detrás
del mostrador doña Eusebia.
Se vendía de todo, era una venta de
las de antes, una venta que tenemos en nuestros corazones, en nuestra niñez.
Doña Eusebia era una mujer de corazón de oro, una madre ejemplar, atendía tanto
a sus hijos como a sus sobrinos, como a sus nietos, como a su marido y a todos
los que se les ofrecían. Era una mujer abierta a la humanidad, siempre
intentaba matar el hambre de aquellos tiempos idos, ayudar al prójimo, a quien
sea. Desde arriba le venía el retumbo de
los repiques de las campanas de la torre del templo parroquial de nuestra
Señora de la Concepción y desde abajo casi siempre el murmullo de las sirenas de
ambulancias que traían a los accidentados a la casa de socorro.
Un matrimonio ejemplar querido y
respetado por todos, tuvo que criar a muchos hijos, nietos y sobrinos. De ellos
tengo recuerdos especiales; Paco “El de Carrito”, Tomás “El Cojo”, Policarpo, Argelia,
Juana, Domingo, Teté, Hucho que al final montó una tasca en el lugar, su
sobrino Antonio que lo crió como un hijo y muchos más….
Así pues, sirva esta extraordinaria
fotografía que me remitió el amigo de la infancia en la calle El Calvario
Carmelito Santos Villar, para recordar aquellos tiempos de gloria y del buen
querer, la presencia detrás de aquel clásico mostrador de doña Eusebia la de
maestro Francisco.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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