Fotografía que remitió entonces el amigo de mi calle el Calvario de la
Villa de La Orotava; EDUARDO SÁNCHEZ GARCÍA “DARDI”.
Tomada en un viaje
que se hizo al Parlamento Europeo cuando su hermano Isidoro Sánchez García era
Eurodiputado, por julio de 1993.
De izquierda a
derecha: José Ignacio Cabrera, Paca Jordán, Lola, Dardi, Antonio Santos, Malu
Hernández, José López y su señora Teresa González.
El amigo de la infancia en la calle El Calvario de la Villa de La Orotava; FRANCISCO
SÁNCHEZ GARCÍA, remitió entonces estas notas referentes a este hombre de la
Villa de La Orotava, que arriesgó toda su vida en la construcción y promoción;
JOSÉ LÓPEZ (PEPE).
A PEPE LÓPEZ le conocí desde mi infancia, casó con la dama orotavense
Teresa González de Chávez Guardia hija de don Luis González de Chávez chofer
muchísimos años de la casa de los “CASAÑAS”: “…El derribo en su día del Teatro Atlante de La
Orotava tuvo como principal protagonista de los lamentables hechos
ocurridos con tal motivo, a su propietario Don José López Méndez, recientemente
fallecido.
Se le juzgó
públicamente de manera tan cruel, despiadada y absolutamente desconsiderada por
cierto sector social y político local, que considero que, tan sólo por razones
obvias de humanidad, se merece hacer públicos, si la comprensión de la
Dirección de este periódico me lo permite, los rasgos especiales y
sobresalientes de su personalidad, que anulan las descalificaciones de
especulador y delincuente agresor del patrimonio que le atribuyeron, y explican
la impresionante manifestación de duelo que se produjo en su sepelio en la
Villa de la Orotava el día 29 de enero último, como un detalle
de agradecimiento de su gente a su generosidad y laboriosidad, y de desagravio
a tanta incomprensión.
Don José
López, junto con otros compañeros de actividad que partieron de menos cero, han
sido durante más de treinta años, verdaderos “atlantes” soportes de una carga
pesada y difícil: la economía de muchas familias afincadas en esta parte norte
de la isla.
No tuvo la
oportunidad ni la posibilidad económica de ir a colegio de pago, ni a la
universidad para asegurar un futuro, como las tuvimos muchos de sus amigos y
vecinos. Pero consciente de este hándicap social, supo de muy joven que lo
podía capear trabajando duro y practicando los valores personales de cautela,
previsión, tenacidad, perseverancia, honradez, seriedad, disciplina y
generosidad que le habían enseñado sus padres y le habían confirmado en
la escuela pública los sencillos pero extraordinarios maestros que la regían.
Y empezó a
trabajar junto con sus hermanos en una pequeña finca familiar que no les daba
ni para los gastos. Siguió en una empresa que se dedicaba a la perforación de
galerías, en la que por su empeño alcanzó la categoría de encargado. En este
nivel ya pensó en la creación de su propia empresa, con una pala y un camión,
para los desmontes, minas y transportes, reformas y pequeñas
construcciones. Y como su esfuerzo y buen hacer seguía creciendo, se encontró y
asoció al comienzo de los años 80 del siglo pasado con su amigo Ramón Cabrera,
con el que no paró de dar trabajo a cientos de familias, construyendo, primero,
para la administración y terceros; y luego, para su propia empresa, por mayor
seguridad.
Se separaron
amistosamente, y cada uno por su lado, no han parado de seguir dando trabajo,
aplicando los valores y principios antes mencionados, que hicieron comunes y
practicaron también otros compañeros que se tuvieron que dedicar a la actividad
de la construcción, como antes habían trabajado en las plataneras o en lo que
hubiera, para sobrevivir, al tocarles la negra de no pertenecer a familias
ricas o acomodadas.
Y no resulta
justo que a esas personas, por haberles ido bien en la actividad de la construcción
por su honestidad, tenacidad y dedicación, se les califique despreciativamente
de especuladores o agresores del medio, cuando lo único que han hecho es
haber trabajado en un sector en el que se premia no la cuna, sino la
laboriosidad y el buen hacer, con los que han podido sobresalir. Pues sólo con
la dura formación de su trabajo y con su seriedad, se han hecho a sí
mismos, creando empresas, contratando trabajadores, adquiriendo suelo no
barato y moderna maquinaria para mantenerse, construyendo viviendas dignas para
nuestros hijos y vecinos, incluso atreviéndose a competir con
multinacionales....
Pepe era uno
de esos empresarios hechos a sí mismo que fue cauto y no se equivocó cuando
adquirió el Teatro Atlante, porque, como hacía siempre con sus otras
promociones, se había asegurado anticipada y debidamente de que dicho inmueble
podía ser objeto lícito de su honrada actividad empresarial, donde emplear a 50
ó 60 de sus trabajadores durante dos o más años.
Previamente se
había informado en los órganos competentes y con los profesionales adecuados
que el Teatro Atlante no estaba incluido en ningún Catálogo de Patrimonio
histórico, porque su valor histórico artístico era limitado, dado que sus
únicos elementos arquitectónicos ubicados en la fachada a considerar, habían
sido modificados chapuceramente muchos años atrás anulándoles su
posible valor, por lo que el resto “puro empaquetado” chocaba con el entorno, y
no era merecedor de su catalogación.
Sus anteriores
propietarios vendedores le habían comentado que lo habían tenido que abandonar
por su falta de rentabilidad puesto que el edificio ya no cumplía con su
destino y como sus gastos constantes de conservación superaban los de
demolición y reconstrucción, su depreciación era notable e inexorable,
por lo que lo lógico era su derribo para su reconstrucción.
Le pareció
entonces acertada la idea recomendada técnicamente, por no impedirlo el Plan
general vigente, de sustituir el obsoleto edificio por uno nuevo de
arquitectura tradicional que sirviera de protección periférica del Centro
Histórico, y cuya construcción además sería rentable:
- por
sus más de 300 plazas de garaje con entrada por la calle Juan Padrón y salida
por la calle Verde, que compensaría la eliminación del tráfico de vehículos que
exige el Casco, y facilitaría su aparcamiento para el acceso a la zona de la
calle Calvario, Plaza Franchy y Colegio Salesiano.
- Por sus
locales comerciales donde uno de ellos se podría acondicionar para sala de Cine
o Teatro con capacidad racional que acogiera las emociones y sentimientos del
anterior Teatro.
- Y por
su espacio para viviendas cuyos moradores reavivarían de seguro el entorno del
Centro Histórico, que se está despoblando.
Era claro el
interés general y social del nuevo edificio, sobre todo cuando la adquisición
anterior del Cine Orotava por un precio importante para transformarlo en el
Auditorio Teobaldo Power, daba por completada la infraestructura cultural
pública de la zona, sobre todo si en el nuevo edificio que sustituiría al
Atlante, se le daba cabida junto a un importante número de aparcamientos, una
sala de cine o teatro privada.
Esas fueron
las circunstancias debidamente sopesadas por Don José López para adquirir el
edificio del teatro Atlante, encargar el proyecto para la nueva obra con
aparcamientos, locales comerciales en uno de los que podía ubicar una sala de
cine o teatro, y unas viviendas que sobre hacerlo rentable dieran vida al
entorno del casco. Y solicitó y obtuvo las preceptivas licencias municipales.
Sin embargo,
cuando empezó a trabajar, los intereses privados de unos vecinos cuya paz y
tranquilidad iban a ser afectadas durante un corto espacio de tiempo por la
nueva obra, se agarran a la bandera del proteccionismo radical, y
aprovechándose de la crispación política en la que Pepe fue la cabeza de turco,
logran imponerse por la fuerza a la legalidad vigente.
La ley de la
fuerza le hizo un daño personal tremendo a José López. Principalmente porque
quienes la usaron la daban por bien empleada creyendo maliciosamente que su persona
era objeto de especial atención por las autoridades.
Pero Pepe
nunca pidió ni exigió nada que no le perteneciese o por la que no tuviera
razón. Que se lo pregunten a los alcaldes, concejales y funcionarios de La
Matanza, La Victoria, La Orotava, Puerto de la Cruz, Los
Realejos, San Juan de la Rambla, La Guancha, Icod de los Vinos,
Garachico ...... terminaron admirando su perseverancia, su tenacidad, el estar
día tras día sobre los papeles, con los técnicos, con los jurídicos, con los
políticos, atendiendo sobre lo marcha lo que le requiriesen, ayudando en lo que
pudiera e hiciera falta, afrontando de cara el condicionante más absurdo, .....
José López sabía que ese era su calvario, y que tenía que aceptarlo para que no
le faltase trabajo ni a su familia ni a sus trabajadores.
Y si su vida
la destinó a ser solidario buscando y consiguiendo trabajo para otros, entiendo
que su verdadero mérito fue la de crear una familia y unas empresas para que,
después de su muerte, siguieran buscando y creando trabajo para dar alimento y
bienestar a su gente de las zonas altas del Valle de la Orotava.
Con la
satisfacción del deber cumplido, estará disfrutando en el cielo de su merecido
descanso, con la familia y amigos que le precedieron, sin dejar de
gestionar por ello la ayuda celestial para los que estamos aquí abajo
intentando cumplir, de buena fe, nuestros destinos…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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