El amigo de la ciudad de Tacoronte; NICOLÁS PÉREZ GARCÍA. Remitió
entonces (09/12/2017) estas notas que tituló “TACORONTE,
CUNA DEL TURRÓN ARTESANAL”: “…EL paso del tiempo nos concede la oportunidad de ver las cosas
de diferente manera cuando analizamos un acontecer que ya forma parte de la
historia, aunque de paso lamentemos que sólo queden algunos vestigios de un
pasado que nos gustaría conocer con toda amplitud. No cabe otra cosa que conformamos
con escasas secuencias de una época que está fuera de nuestra órbita temporal,
de lo que sin duda fue raíz, origen y verdad esencial de un oficio costumbrista
y peculiar, de un medio de vida cotidiano para algunos de nuestros antecesores.
Más adelante, casi en lo contemporáneo, los hechos hablan de continuidad.
Ocurre con el turrón artesanal, un producto muy nuestro y de
tanto arraigo en las fiestas populares de nuestra geografía insular,
precisamente en este pueblo de Tacoronte, cuyo origen puede remontarse a la
época de la Ilustración,
tiempos del monarca Carlos III a finales del siglo XVIII, pero en este caso la
referencia alude a conjeturas e hipótesis por carencia de 5ase documental...
Sin embargo, sí aparece en las actas municipales la presencia
del turrón tacorontero en la fiesta del Cristo de los Dolores del año 1824,
cuando en la sesión corporativa de
septiembre el Ayuntamiento publica un bando sobre los derechos que deben satisfacer
los puestos públicos, tales como ventorrillos de caña y de sábanas, cajas de turrón l' coderas, y otros. Es la
primera prueba inequívoca de que ya el turrón se fabricaba en Tacoronte antes
de aquella fecha. Y es también en el siglo XIX cuando la familia Rosa-Acosta
se alza con el protagonismo del turrón transmitiendo su saber a varias
generaciones de descendientes que por trabadas líneas genealógicas han llegado
a nuestros días.
Algunos opinan que en la isla de Tenerife el turrón artesanal es
originario de Tacoronte, lo que puede ser cierto y no criterio gratuito o de
alabanza para el pueblo, aunque dicha tesis no puede ser sustentada por falta
de dato fehaciente. Pero sí es evidente que hoy día, en el ámbito insular,
Tacoronte es cuna del turrón artesanal, donde todavía permanecen las reminiscencias
de su génesis en varias familias que dan testimonio de su tradición y
presencia.
En todo el siglo XX el turrón se consolida como un producto
genuino salido de manos artesanas, que lleva el nombre de la ciudad de
Tacoronte por todos los pueblos de la
Isla, y no solo eso, sino la exquisita calidad que varias
familias turroneras imprimen a estas regalías de miel de abeja, azúcar y almendra,
principales ingredientes redondeados con un toque de canela, limón, matalauva
(anís), etc., a más del secreto del punto en su elaboración.
Cuando traemos a colación las fiestas del Cristo de 1824, en las
que aparece nombrado el turrón por primera vez, de ese tiempo son
contemporáneos Antonio Rosa Rodríguez y su esposa Juana Rodríguez Reyes, y
Adrián Pedro Acosta de la Paz
y su esposa Simona Brito Cáceres, los cuatro abuelos de Emilio Rosa Acosta y
bisabuelos de doña María Celia Hernández Rosa, viuda de su primo Silvestre
Rosa Viera, ambos herederos de aquella saga de artesanos. En el tránsito del
tiempo emerge la figura de don Emilio Rosa Acosta, verdadero artífice del
impulso que tuvo el turrón en Tacoronte en la primera mitad del siglo, XX a
través de su espíritu emprendedor. El fue el importante valedor, y también sus
hermanos en menor medida. Pero fueron sus sobrinos Silvestre, Armando y
Gualberto (Guadalberto Julián) Rosa Viera, los que en edad temprana y durante
años aprendieron a su lado la esencia de sus enseñanzas para ponerlas en
práctica en el futuro, y con mucho éxito.
La repostería turronera y festiva de Emilio Rosa y de sus
padres-y abuelos ha pervivido hasta hoy gracias a la entrega y continuidad de
sus sobrinos, especialmente Silvestre y María Celia, unidos en matrimonio,
obteniendo una vitola de calidad inmejorable y una repercusión popular
extendida por todas las fiestas de la Isla. En los eventos populares la presencia del
turrón "Santa Rosa"-es obligada y esperada, y por demás afamada por
el exquisito manjar que encierran las envolturas de la marca. Turrón de azúcar en
formato típico y redondo, de almendra, yema y chocolate; piña de almendra,
coco o maní; almendras garrapiñadas, etc. Toda una teoría elaborada con gusto
exquisito y excelente presentación.
En la historia del turrón de Tacoronte existe un referente
indiscutible, don Emilio Rosa Acosta, todo un personaje en diversas actividades,
especialmente en el fomento y promoción del turrón artesano de Tacoronte. Fue
un defensor nato de la calidad y marca de un manjar que salía de su industria,
un producto que con el tiempo sería una seña de identidad de esta tierra de
vinos, una más de las tantas que posee la exuberante huerta de este pueblo
norteño. .
Emilio Rosa nació en 1881 y en sus años de juventud conoció el
impulso del pueblo a comienzos del siglo XX, donde el Hotel Camacho y el
tranvía fueron elementos que propiciaron un desarrollo pujante, solamente
coartado por los años precarios de la primera guerra mundial (1914-1919). Las
siete expediciones diarias de aquel carruaje eléctrico abrieron caminos nuevos
para los lugareños, al tiempo que muchos foráneos frecuentaban la ciudad. Era
Tacoronte una de las mejores estaciones de veraneo de Tenerife.
A la edad de 36 años, Emilio Rosa figuraba propietario de una
finca, casa y huerta de casi una fanegada de extensión en la calle del Durazno
(El Marañón), la cual vendió diez años más tarde a los ascendientes de la
familia Morales Clavijo. Es de suponer que con el producto de la venta
compraría otra propiedad, en un lugar más céntrico (La Estación), donde continuó su
actividad turronera y desarrolló otras facetas comerciales.
En la década de 1920 los medios de comunicación de la época
recogían con frecuencia la imaginativa publicidad de Emilio Rosa en torno al
turrón marca Santa Catalina, tildándose él mismo como "Emperador" y
“FORD” de los turrones de Tacoronte en su establecimiento, al que puso de
nombre Puerta del Sol. Allí montó un restaurante y pronto después el pequeño
Hotel Rosa que inauguró el 21-5-1931, incluyendo un pequeño mercado y salón de fiesta
para meriendas y verbenas bailables. Muchos de sus anuncios iban orientados
hacia la colonia veraniega que venía a Tacoronte. Se diría que le estaba
haciendo la competencia al Hotel Camacho, muy próximo a su local.
En la década de 1930 consta que regentaba el Cine Metropolitano,
el único que existía entonces junto a la parcela propiedad del Ayuntamiento
destinada a plaza pública. Respecto a dicho solar hizo lo indecible por
adquirido para construir un edificio y ampliar su negocio, sin obtener
resultado dado el fin comunal del mismo. De todas formas llegó a tener un
complejo' negocio de lo más variado: turrón, hotel, dulcería, café, restaurante,
cine, viviendas en arriendo...
A principio de los años cuarenta Emilio Rosa es uno de los
mayores contribuyentes del municipio por el concepto de urbana. Su padre,
Francisco Rosa Rodríguez, había sido concejal de la corporación nombrada por el
gobernador civil cuando se instauró el Directorio Militar Nacional por Primo de
Rivera, en 1923, junto al alcalde Antonio Dorta
Martín. Emilio Rosa también entró de concejal en 1949 por el tercio de
entidades, siendo alcalde Tomás Sánchez Pérez, y también fue edil con el
alcalde Graciano Álvarez Dorta desde 1956 a 1958, cesando en la renovación trienal.
Emilio Rosa falleció el 13-6-1959. Había casado con Adelina
Ramallo Martín, de la que no tuvo descendencia. Fue un ejemplo a imitar por sus
allegados y parientes, los que, en conjunto aunque independientes, formaron un
importante emporio turronero en una zona específica de Tacoronte: El Cantillo,
Waque, callejón de Pedro Felipe, calle
Adelanto. Pocos años después de su muerte, en su local se instaló la sucursal
del Banco de Bilbao, primera entidad financiera en el pueblo.
Una nota característica, común en todas las turroneras de
Tacoronte, es el esmero con que elaboran sus productos. Y se habla de turroneras,
en femenino, porque suelen ser ellas mayormente las claras dominantes en esta
maestría artesanal de nuestros días. Uno de los secretos de la calidad es la
utilización de almendra del país, mucho miel
sabrosa que la que viene de fuera. Es de suponer que ciertos secretos no se
desvelan.
También hay que mencionar a otras familias de Tacoronte que se
han dedicado en el próximo pasado a esta
actividad artesanal, además, de las que hoy siguen con arraigo, entre ellas la de
Maribel López Díaz, que regenta. Su propia
fábrica, conservando la herencia de sus padres, Lázaro López Guanche y Carmen
Díaz López, y posiblemente desde sus abuelos. Maribel y sus hijas-sigue
predominando lo femenino- han superado etapas anteriores y ocupan un puesto
relevante en la artesanía y comercialización del turrón tacorontero hecho a
leña, incluso se han preocupado de desarrollar por colegios e institutos de la Isla un interesante programa
de difusión del turrón, con el bien de que la tradición siga calando y que se
aprecie un producto del país que cuenta
con las mejores bendiciones de calidad Y acabado. Pero tenemos que
hablar de otras mujeres que con asiduidad se las ve en todas las fiestas detrás
de un peculiar mostrador cuajado de exquisiteces, y que llevan en su historia
personal todo lo bueno que aportan la miel y la almendra. De esas mujeres, las
hermanas Olivia y Ofelia Frías Pérez,
cada una por su cuenta, que el conocieron el turrón desde sus padres, más concreto
a partir de sU tía madre, Carmen Pérez Pérez. Y también recordamos a Rosario
Ramos López, que por los años
cuarenta del siglo XX elabora turrón por su cuenta, actividad que mantuvo pocos
artesanos que existen en tomo a este
producto en la isla de Tenerife. Antes se hablaba de la caja de turrón,
sIempre de color esmeralda, a la lumbre del viejo candil, farol o carburo, pero
en el tiempo la semblanza ha cambiado. Cuando estamos en una fiesta, el puesto
de turrón es la característica más llamativa por la forma en. Que se adorna y
por el atractivo de su variedad.
Lo cierto es que los turrones se incorporaron desde hace siglos
a nuestras fiestas, y ahí sigue todavía una tradición que merece ser
potenciada y reconocida como un elemento distintivo de nuestra idiosincrasia.
Se puede hablar de marcas más acreditadas que otras, ya sea por su historia,
antigüedad o calidad, pero con firmeza y generalidad debemos hablar del turrón de Tacoronte, feudo donde se
localizan los pocos artesanos que existen en torno a este producto en la isla
de Tenerife.
Es el regalo que se lleva a casa o se degusta en la plaza. Vino
y turrón, productos estrella de esta tierra tacorontera hermoseada de viñedos
en su campiña exuberante y bella. Pero lo artesanal y lo tradicional llegan a
tener un coste elevado debido a la competencia de otros artículos más económicos
sin que importe tanto la calidad. Por otra parte, la evidencia histórica
demuestra que las turroneras de Tacoronte lo han sido y son por sucesión
familiar, sin que surjan nuevas tendencias. Es la cadena hereditaria la que
lleva el peso de una tradición que hoy día requiere fomento y prestigio, no tan
fácil de mantener en estos tiempos pero no imposible si se ponen los medios
precisos. Una tradición casi exclusiva de este pueblo norteño no debe peligrar,
y si podemos presumir de escuelas de música, danza, folclore, teatro, etc.,
¿por qué no de otra escuela o taller que promueva la elaboración del turrón?
Hace unos años, desde 2005, el Ayuntamiento de Tacoronte, a
propuesta de la concejal de Cultura, Ángeles Fuentes Dorta, inició los primeros
contactos con el Cabildo Insular de Tenerife para declarar el turrón Bien de
Interés Cultural en su categoría, con el fin de proteger un producto tan
característico de la repostería canaria, lo que sería el reconocimiento público
a una actividad tradicional que al depender de unas cuantas familias de
Tacoronte pudiera entrar en peligro de extinción, y al mismo tiempo un estímulo
para que estas familias sigan adelante con una actividad peculiar de tanto
arraigo en nuestros eventos. El Ayuntamiento de Tacoronte tramitó la solicitud
pertinente y hace pocas fechas el Cabildo acordó incoar la declaración de BIC
y procedente notificación al Gobierno de Canarias para su resolución definitiva,..
(BOC núm. 223, 6-11-2008).
Peregrinar de fiesta en fiesta, de pueblo en pueblo, sigue
siendo todo. Un .reto para estas pocas familias de Tacoronte que sacan de su
duro oficio el sacrificio más dulce. Ya se sabe, el futuro siempre es incierto
y todo depende de cómo se cuide el presente...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
Muy, muy interesante la recopilación de todos esos datos y muchísimas felicidades para las personas que lo han conservado y que aún conservan esa tradición.
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