martes, 26 de diciembre de 2017

ANTONIO GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, TREINTA AÑOS DE UN PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS CANARIO



El amigo de la villa de la Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por la Universidad de la Laguna, remitió entonces (17/01/2016) estas notas que tituló; ANTONIO GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, TREINTA AÑOS DE UN PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS CANARIO. (III)
Publicadas el sábado 16 de enero de 2016 en el periódico "La Opinión de Tenerife": “…Antonio González y González constituye una de las personalidades más representativas del campo de la ciencia española del siglo XX. Nació el 27 de octubre de 1917 en el municipio de Los Realejos “en el seno de una familia de agricultores acomodados, propietarios de las tierras que cultivaban, que dirigen y trabajan directa y personalmente”, según expone Enrique González y González en su obra Antonio González: profesor e investigador canario. Siendo muy pequeño se trasladó junto a su familia a La Laguna. Desde aquel momento, la vida de nuestro biografiado fue adquiriendo una larga estela de calificaciones marcadas por sobresalientes y matriculas de honor que auguraban los éxitos de un futuro brillante. De esa forma, se convirtió en Catedrático de Química Orgánica y Bioquímica, llegando a ser Rector de la Universidad de La Laguna en una época jalonada por diversas dificultades. Además, fue Senador por Designación Real desde 1977 hasta 1979.
Su presencia fue esencial en el ámbito de la enseñanza universitaria de Canarias, pues supuso “un impulso de dimensiones irrepetibles” según manifestara Ángel Gutiérrez Ravelo en la Laudatio con motivo del homenaje desarrollado en torno al profesor González el 10 de julio de 2001 en Lanzarote, resaltando el mismo ponente las innumerables cualidades positivas del ilustre realejero marcadas por “la inteligencia, la perseverancia en el esfuerzo, la ambición universitaria, la lucha constante que no ha cesado en toda su vida y la rectitud personal”.
Tales acciones y cualidades fueron reconocidas a través de diversos reconocimientos y nombramientos honoríficos. De esa larga nómina podríamos destacar el Premio de Investigación Alfonso X el Sabio (1959), Ayuda a la Investigación Química, Física y Matemática, de la Fundación March (1961) o la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1966), junto otros reconocimientos recopilados por David W. Fernández en su obra Diccionario biográfico canario-americano. Sin embargo, el año de 1986 marcó un punto de inflexión en su vida. En aquel momento, en el marco de los Premios Príncipe de Asturias, Antonio González González lograba el galardón en la modalidad de Investigación Científica y Técnica. El acta del jurado presidido por Severo Ochoa no dudó en manifestar la elección del destacado investigador y catedrático  “en atención a su labor desarrollada a lo largo de una vida de intensa dedicación en el campo de la química de los productos naturales. Ha identificado un extenso número de compuestos metabólicos de vegetales y organismos marinos, realizando estudios sobre su biogénesis, síntesis química y papel biológico. El profesor González ha creado una escuela cuya labor tiene repercusión internacional y, en particular, en el ámbito iberoamericano”. Concretamente en el ámbito iberoamericano alcanzaría un notable prestigio participando en diversos congresos desarrollados a lo largo de diversos países, así como a través de la realización de toda una serie de trabajos en relación a la flora venezolana. Su presencia recorrió múltiples rincones del ámbito americano, difundiendo su magisterio a lo largo de Panamá, Costa Rica, San Salvador y México. Su legado, además, se materializa en Canarias a través del Instituto Universitario de Bio-Orgánica “Antonio González”, pues a su persona se debe la creación de un centro “que ha alcanzado renombre internacional a partir de una situación muy difícil” tal y como reflejara el por entonces director de tal institución científica, Víctor S. Martín, en el prólogo de la obra escrita por Álvaro Díaz Torres con el título Antonio González González, uniendo a tal acción una larga nómina de discípulos que trabajan siguiendo su estela.
En el año 2002, la muerte le sorprendió cuando se encontraba trabajando en su despacho, “de una forma en consonancia a como había vivido, con discreción y en la paz de su entrañable hogar lagunero”, según describe Álvaro Díaz Torres en la obra anteriormente expuesta…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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