El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ.
Graduado en Historia por la Universidad de la Laguna. Remitió entonces
(22/04/2018) estas notas que tituló; “CIEN AÑOS DE UNA CATÁSTROFE”.
Publicadas en La Opinión de Tenerife el 21 de abril de
2018: “…Si miramos que ocurrió en Canarias cien años atrás nos
encontraremos con una noticia que marcó el inicio de 1918, tal y como
analizamos en un artículo publicado el 7 de enero de 1918 en el periódico El
Progreso, disponible para su consulta en el portal Jable de la ULPGC y en los
amplios fondos hemerográficos digitales de la ULL. Un viento huracanado afectó
desde el jueves 3 de enero municipios como La Laguna, tras llover copiosamente
durante el día, derivando esa circunstancia en importantes destrozos. La fuerza
del viento llegaría a levantar las tejas de muchos edificios, accediendo el
agua libremente a diversas viviendas. Numerosos vecinos, alarmados y preocupados
por esa situación, tendrían que acudir a casa de amigos y familiares para
obtener refugio ante tal inclemencia. En la carretera de Tejina llegarían a
caer diversos ejemplares de eucaliptos, siendo importante destacar el eucalipto
que cayó sobre la ermita de la Cruz, destrozando el muro orientado a la
carretera. Además, el paseo de la Universidad también sufrió daños
considerables, así como la plaza de San Francisco y Tanque grande. En los
jardines de la plaza del Adelantado y de la Catedral también se prolongaron
diversos fenómenos, arrancando la fuerza del viento varios árboles. En la
carretera de Tacoronte se repitió el mismo fenómeno, elevándose en tal lugar la
cifra a cincuenta árboles dañados. En Los Rodeos varias casas quedaron afectadas.
También en Güímar el temporal se manifestaría con lluvias torrenciales, arrancando
un gran número de árboles y ocasionando enormes daños. Las cosechas quedaron
totalmente destruidas y esa fatídica imagen se prolongó a otros puntos del municipio,
siendo un fenómeno que jamás se había prolongado con tanta violencia en el
lugar, a juicio de testigos. Numerosas puertas y ventanas fueron arrancadas por
la acción del viento, sin encontrarse comparación con otro fenómeno de tal
magnitud.
El temporal llegaría
también a romper los cables del tranvía en Tacoronte, sufriendo también muchos
árboles los efectos. Un hecho que también se llegaría a repetir en La Matanza,
causando daños de notable importancia en viviendas y otros espacios. Desde el
puente de Alfonso XIII hasta Guamasa serían arrancados 24 eucaliptos y 8 postes
telegráficos.
En el Valle de la
Orotava la situación sería similar. El alcalde de La Orotava llegaría a
notificar rápidamente al Gobernador de los daños en árboles, platanales y la
destrucción de grandes cosechas de papas. Además, la fuerza del viento destrozó
postes, lámparas y otros elementos que formaban parte del alumbrado público,
derivando ese hecho en la extensión de oscuridad para la población. Por otra
parte, sería significativo señalar la pérdida de una parte importante del
edificio que por entonces se estaba construyendo para albergar un colegio de
enseñanza. Otro de los daños sería el derribo de la famosa palmera que existía
desde los tiempos de la conquista en la quinta del Marqués del Sauzal. La ola
de destrucción se prolongaría a los campos, quedando destruidas muchas casas,
con pérdida de diversos animales. Los efectos también continuaron en núcleos
como La Guancha, causando daños en propiedades rústicas y urbanas. En el Puerto
de la Cruz sería significativo el desbordamiento del barranco de San Felipe,
derivando el fuerte viento en rotura de numerosos cables que también dejaría a
la población en total oscuridad.
Son, pues, una serie
de testimonios que nos sitúan ante los efectos del terrible temporal que afectó
a Canarias en el año 1918. Cien años de una catástrofe…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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