El amigo del Puerto de
la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ, remitió entonces (20/04/2018) estas notas y
foto que tituló; “LOS SOCORRISTAS
PORTUENSES Y LOS NAUFRAGIO DEL “TITLIS””: “…SEGUN el sabio refrán: «La ocasión hace al ladrón». Y también al
héroe, veámoslo. Leía yo en una revista de hace años, la tragedia del ferry
británico «Heraid of free enterprise», accidentado en las costas belgas,
y los actos de heroísmo de varios pasajeros. Ello hízome recordar el famoso
naufragio, ya lejano, entre los peñascos de «Punta Brava», Puerto de la Cruz.
Hasta
primeros del siglo XX, «La Brava» (actual «Punta Brava»), dormía el sueño de
los tiempos. No era más que una lengua volcánica/rocosa que se introduce
provocativa, desafiante en el Mar Océano del norte tinerfeño, rincón aislado,
distante en la costa de un pueblito, también rebautizado, antes «Puerto de
Orotava» hoy Puerto de la Cruz.
Grandes
masas rocosas semisumergidas unas y aflorando a la superficie otras han sido
motivo de alarma y preocupación para todos los marinos y capitanes de barcos
que con frecuencia solían visitar el muelle portuense en aquellos años…siglos
XVII-XVIII-IXX para cargar los ricos frutos del fértil valle de La Orotava. No
eran infundados estos temores, pues... en la madrugada del 11 de diciembre de
1910, un grito desgarrador hirió el espacio etéreo ¿Qué pasa? se preguntaban
los desvelados y soñolientos portuenses, como intuyendo que algún fatídico
acontecimiento ocurría en ese preciso momento.
Eran las
cinco matinales de la citada fecha, un fuerte temporal de viento y mar gruesa
batía la costa norte tinerfeña. Se trataba de un barco, un gran barco, el
«Titlis». Las rocas del «veril de la brava» rasgaron su vientre, hasta las
mismas entrañas.
Un
agricultor de la zona, alarmado por el rugir de la sirena del buque agonizante,
después de acercarse al lugar y ver lo ocurrido, corre hacia el Puerto de la
Cruz y avisa a las autoridades locales. Seis personas se dan prisa en
llegar donde estaba el barco encallado; eran Sebastián Castro Morales (el que
más tarde dirigiría las operaciones de salvamento), Francisco Álvarez García,
Gregorio Montes de Oca García, Isidro Ramos, Pedro Mesa López y mi propio
progenitor, Ángel Armas Álvarez.
« ¡Manos a
la obra! » gritó don Sebastián, dando ánimo a sus compañeros, mientras se
acercaban al carguero siniestrado.
Más...
uno de ellos (-al cual conocí muchos años después del incidente-) viendo, que
barco y tripulación se hundían por momentos, arrebatado de valentía, coge una
soga —preparada previamente— y se lanza de risco en risco hasta llegar cerca de
la proa, donde estaba concentrada la desesperada tripulación. «El Titlis» era
un vapor noruego de acero, aparejado de goleta, que fue construido en los
astilleros «Neyland» (Oslo) en 1904.
Tenía un
tonelaje bruto de 1.407 toneladas, una eslora de 231 pies 35 de manga y 20 de
calado; venía al mando del capitán Kristian Andersen, con una tripulación de 18
hombres, de los cuales 4 desaparecieron, arrebatados por las olas, cuando
agarrados de la susodicha cuerda intentaban llegar a tierra firme.
Después de
este catastrófico acontecimiento que conmovió el corazón de todos los
portuenses, concretamente el día 15 del mismo mes, el comité de turismo de la
localidad organizó una función benéfica —según folleto de la época— en ayuda de
los marinos supervivientes y familias de las víctimas, gran éxito tuvo dicha
acción, que se celebró en el cinematógrafo del ex convento de monjas. (Este
convento fue pasto de las llamas el año 1925).
Reinaba
en Noruega en aquellos años el rey Haakon VII y, de acuerdo con su gobierno
decidió galardonar con medallas y pergaminos alusivos la gesta de estos
valientes e intrépidos socorristas portuenses. Sin su intervención, hubieran
perecido todos los tripulantes del buque. Durmieron durante muchos años los
restos del navío en las profundidades. Pero llegaron tiempos nuevos y
sofisticadas técnicas tanto para escudriñar las entrañas de la tierra como las
profundidades marinas. Pues, bien, el año 1980, los alumnos del colegio
«Montessori» de Santa Cruz de Tenerife realizaron una serie de actividades en
el Puerto de la Cruz que, —con la colaboración de la Escuela de Buceo de
Tenerife y otros ciudadanos portuenses— culminó extrayendo del lecho marino la
hélice del «Titlis».
En un
acuerdo muy inteligente, el 25 de junio de 1980, dicha hélice fue donada al
populoso barrio de Punta Brava y quedó en un sencillo pedestal para que todos,
tanto lugareños como foráneos, recuerden no solamente a los fallecidos en el
naufragio, sino también a los valientes portuenses que arriesgaron sus vidas
por el prójimo.
Al acto de
entrega de la hélice, entonces ubicada en la plaza de Manuel Ballesteros, (en
la actualidad instalada en un jardín frente a la Iglesia de Punta Brava)
asistieron además de las autoridades locales, el cónsul de Noruega, señor
Limberg representación del Cuerpo Consular Acreditado en Tenerife, el
jefe de la Policía Nacional, párroco del barrio, alumnos del colegio
Montessori con su director, familiares de los que intervinieron en el rescate
de los náufragos y mucha más gente.
El
barrio portuense de Punta Brava empezó a crecer y tomar auge en la década de
los años 50, cuando la corporación municipal con su ilustre alcalde don Isidoro
Luz Cárpenter decide donar solares de aquella zona rocosa a personas
necesitadas del lugar.
Hoy,
sin duda, es Punta Brava el barrio más bonito y populoso de la ciudad
turística. Una gran avenida que lleva el nombre del recordado Paco Afonso
—el que fuera alcalde de la ciudad y gobernador de Tenerife— une el barrio con
el centro de la ciudad.
Algunos me
dicen que a ver si llego a ser tan heroico como mi recordado padre. Si el
Señor me concede una ocasión, que también me dé fuerzas para no degenerar
de mis antepasados. Lo mismo deseo para los descendientes de los
demás socorristas…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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