Fotografía
referente a la procesión del Encuentro de la Villa de La Orotava saliendo del
templo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción, donde hacía estación
entonces.
Archivos
particular de mi amigo desde la infancia en la Calle El Calvario; MANUEL FARIÑA
HERNÁNDEZ.
El
amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (06/04/2014)
estas notas que tituló; “CINCUENTA AÑOS DE UN APARATOSO ACCIDENTE” (1964 - 2014).
“…Se cumplieron días pasados cincuenta años de un aparatoso
accidente de circulación, ocurrido en las primeras horas de la mañana de un
Viernes Santo en el sector El Ramal, carretera de acceso a La Orotava. Seis
jóvenes portuenses y un marroquí resultaron heridos leves. Dos de ellos aún
viven para contarlo. El furgón en el que se desplazaban quedó completamente inservible.
El susto fue mayúsculo. Las primeras informaciones que llegaban al Puerto eran
confusas y se extendieron rápidamente. Afortunadamente, la cosa no pasó a
mayores. Ya publicamos esta entrada en abril de 2012. Tras una conversación de
amigos, plagada de nostalgia y de antiguos sucesos, decidimos reproducirla.
Pedro Rodríguez Perdomo, Domingo Perera
Hernández, José Antonio Peláez, Francisco Carrillo, Manolo Cabrera, Francisco
Delgado y Maimó viajaban en el furgón marca ‘Commer’ que conducía Peláez.
Habían hecho un recorrido que se inició en Santa Cruz de Tenerife, donde
asistieron a la popularmente conocida como ‘Procesión del preso’. Desde ahí
siguieron a La Laguna, procesión del Silencio, y luego hasta el Puerto de la
Cruz, donde querían estar presentes en la del Cristo crucificado que sale del
templo a las cinco de la mañana.
En las inmediaciones del muelle compran una
rueda de churros que costó cinco pesetas de entonces. Desayunaron con unas
botellas de leche que iban almacenadas en el furgón. Con las primeras luces del
día, continuaron su desplazamiento hasta La Orotava donde se proponían
contemplar la procesión del Encuentro.
En el asiento delantero del ‘Commer’, van
Perera y Perdomo, junto al conductor Peláez. Este comenta que siente sueño y se
pone unas gafas de sol negras. Quizá fue en este momento cuando el vehículo
chocó contra un árbol del margen derecho de la carretera. El impacto hace que
Perdomo, que se golpea con el espejo retrovisor, salga literalmente despedido
por el parabrisas. Los demás ocupantes sufren cortes, magulladuras y
contusiones de distinta consideración. Aparentemente, el de mayor complicación
parece ser Manolo Cabrera en cuyos glúteos se incrustan unos cristales. Domingo
Perera vio cómo sus pies y sus zapatos quedan aprisionados en el interior
retorcido. Fueron trasladados al hospital de la Santísima Trinidad de La
Orotava, donde reciben las primeras curas y atenciones antes de pasar a sus
domicilios.
El motor del furgón, emplazado en la parte
delantera, fue un aliado decisivo en la suerte de los accidentados.
Se habló del accidente durante mucho
tiempo. De hecho, cada Viernes Santo era recordado por más de uno. Los propios
protagonistas relataron lo sucedido en muchas conversaciones.
Por fortuna, el suceso no tuvo peores
consecuencias. Perera y Perdomo, que entonces no habían hecho el servicio
militar, aún lo cuentan…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario