El
amigo y compañero de docencia; JUAN JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ en su libro “LA
OROTAVA SUS CALLES Y SU HISTORIA” paginas; 106, 107, y 108.
Con la
colaboración del amigo y compañero de Docencia; ANTONIO DELGADO ÁRBELO, habla
de la histórica Calle EL AGUA (actual Tomás Zerolo) de La Villa de La Orotava: “…Si
acaso fue fluir alguna vez la vida y nosotros lo hemos podido ver, ello es el
paradigma de esta calle. ¿Es el agua quien fluye por la atarjea de la calle o
ésta con todo su continente quien fluye para deleite de quienes la contemplamos
asomados desde el balcón de la ciudadela de Santo Domingo o desde la
balaustrada de su convento, y si fuese desde la ventana del centinela que
guarda el acuartelamiento de la Guardia Civil, o tal vez desde el postigo que
dicha ventana abre para dar paso a la luz que proyecta la calle sobre la
exposición que el Cabildo ha reinventado sobre la cultura, en su interior? Fue
desde el primer momento el acicate del manantial quien mantuvo en vilo a los de
Lugo y éste lo usó como premio a quienes compartieron con él la aventura de
requisárselo a sus antiguos usufructuarios, repartiéndolo a capricho entre sus
huestes. El Rio que atraviesa el Valle de la cumbre a la mar trae a mediados
del siglo XIX un caudal de 16.000 a 20.000 pipas diarias; su origen está en la
reunión de distintos manantiales en la Aguamansa. Su utilidad fue distinta en
el tiempo. Durante el Siglo XVI la de mover las muelas de los trapiches del
azúcar y desde siempre las de todos los molinos de gofio que se encontraban a
su paso, también fue alimento de lavaderos y abrevaderos para las bestias y
refresco de nobles y medianeros. Su fin último, regar los distintos
monocultivos de la zona baja del Valle. La espina dorsal de esta calle es el
fluir permanente del agua desde los orígenes del poblamiento europeo. En torno
al canal de los adulados o regantes del Naciente vemos surgir inmensas
mansiones que se nos aparecen como modelos de moradas traídos de lejanas
tierras por una mano gigante que al dejarlas caer en tierra hubiéronse abrazado
al aroma de estos aires del Valle transformándose en otra cosa. Desplegaron sus
ventanales decorados con rústica maderas de la tierra, la tea. Desenvolvieron
sus hermosas escaleras interiores, bien bajo la caricia del cincel del cantero
en la piedra, traídas de las canteras de las fuentes de Tigaiga, bien bajo la
mano diestra del buril del carpintero. Filigranas heredadas e inventadas
contemplan unos patios que rompen el calor en un asiento de flores en
permanente primavera y que se adaptaron maravillosamente en cada una de las
casas de la calle. Quien no vivió Al-Andalus no sabrá nunca que fue en los
patios donde se detuvo el tiempo entre el rumor de las fuentes y el fresco de
los heléchos, el lugar donde se desarrolló la vida cotidiana de sus habitantes
que guardaban allí celosamente su intimidad, dándonos también luz sobre su
carácter. Los artesanos nos hablan del gusto por el juego geométrico de estilo
mudéjar y de la habilidad de los carpinteros de estas tierras. Dándonos un
simple paseo podríamos, al recorrer la calle, trasladamos desde el S. XVI Casa
Mesa, al S. XVII Marqués de Celada, S. XVIII Benítez de las Cuevas, S. XIX
Ascanios, S. XX Machado. El convento de Santo Domingo obra del S. XVII pone la
linde espiritual entre una clase social de terratenientes y hacendados y los
medianeros de sus fincas. Estos testigos del pasado, centros de poder económico
y social durante tanto tiempo, están hoy, por los avatares de la historia, casi
en su totalidad deshabitados. Sería un desatino que no se conservaran en su
integridad para disfrute de las futuras generaciones. Estas casas, hoy huecos
vacíos, fueron habitat de las esencias que dominaron la vida politico-social,
económica y cultural de la región: marqueses de Acialcázar, de Adeje, de
Celada, de Muni, del Sauzal, de Villa de San Andrés, de Villanueva del Prado y
de Villafuerte; condes de La Gomera, de Siete Fuentes, del Valle de Salazar y
del Palmar: y vizconde del Buen Paso. ¿Cuál es la huella que dejó en la Villa
tan noble presencia y cuál dejó en estos espíritus la música del agua fluyendo
por la calle ? Personaje que da nombre a la calle Hubo una vez un hombre que
tuvo la vida latiendo cientos de veces en la yema de sus dedos, bajo el
bisturí. Hubo una vez un hombre que con su tesón y su entrega supo detener la
penetración del cólera en la isla. Hubo una vez un hombre que no sólo detuvo su
mirada en el atardecer perfumado del Valle sino que recorrió montes y quebradas
aquí y allá en la lejana península, buscando el clima ideal para mitigar el
dolor y devolver la salud de sus contemporáneos. Hubo un hombre que, además,
abrió su corazón de poeta para el goce y disfrute de sus conciudadanos. Esto es
al menos lo que cuentan de ese hombre que vivió y murió en este pueblo: D.
Tomás Zerolo. Había sentido las primeras caricias de Doña Micaela, su madre,
allá en la exuberante Tyterogata (Lanzarote), tierra donde las cenizas de
Atchen fueron la simiente para el vivero permanente de artistas, poetas y
titanes, otrora también de camellos y dromedarios; los sonidos primeros que
llegan a sus oídos fueron sin duda el canto de las caracolas marinas.
Don Tomás fue licenciado en Medicina por la
Universidad de Madrid y se instala en La Orotava al casar con doña Isabel Fuentes
vecina de esta Villa. Nos habla de su quehacer el Acta Municipal del día 20 de
enero de 1910, sesión de Pleno que comienza a las 7,30 de la tarde y termina a
las 8,15. En ella leemos la opinión de sus convecinos: "...Médico notable
e insigne patriota... Creador de la obra Climatoterapia de la tuberculosis
pulmonar presentada el año anterior en Italia... Verdadero prodigio de la
cirugía... Coordinador de la lucha contra la invasión de cólera en la Capital
llenando de tranquilidad a la población... Nunca regatea sus servicios a los
desheredados de la fortuna a quienes prestaba gratuitamente sus servicios
médicos... Subdelegado de Medicina de este Partido... Inspector Municipal de
esta localidad... Médico del Hospital de la Santísima Trinidad de esta Villa...
Devolviendo a muchos las vidas por su arte de operar, a más de verdadero
patriota... La gran comitiva que acompañó al cadáver al cementerio revelándose
en el semblante de todos la pena inmensa que embarga sus ánimos... Y se levanta
la sesión en señal de duelo sin tratar los demás puntos del orden del
día". Recordatorio, epitafio y despedida en el día de su muerte. Y nada
mejor que su propia voz para hacemos partícipes de la riqueza de su espíritu en
el canto que hacen los Juegos Florales de esta Villa, celebrados en el primer
año de este siglo, en el teatro Atlante, de los que fue mantenedor: "Oh
mar, quien te contemple se conmueve y te bendice!. ¡Tu culto se impone, porque
en los abismos de tu seno hay algo más que conchas y corales...!. La justicia está
en tus claustros de diamante; en tus manos el castigo. ¡Ah señores, la vida es
corta, legítimo el placer estético, gocemos viendo el Valle!... Aquí se trata
solo del despertar de un pueblo que al arrullo enervante del Océano, ha
prolongado demasiado el dulce sueño de la infancia. ¡Ya despiertos, armémonos
de ideas redentoras!... Nuestros eternos dragos que alzan amenazantes sus
brazos sangrientos y robustos, como haces de serpientes, coronadas de
puñales... No hay más patria que la resultante de la suma de sus regiones, ni
región más española que la nuestra... Defendamos, por encima de todo, nuestra
augusta trinidad: la libertad, el trabajo y la belleza..."
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ A BRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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