Nos
cuenta el amigo y compañero de docencia, catedrático de enseñanzas medias JUAN
JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ, en su libro “El Ayuntamiento de La Orotava 100 Años de
Historia”. En las Páginas 39, 40, 41, y 42:
“…En el lugar en el que hoy se levanta el edificio de las Casas
Consistoriales de La Orotava, existió anteriormente un convento de monjas. El
enfoque evangelizador que tuvo la conquista de Canaria s se tradujo en el
establecimiento en las Islas de diversas órdenes religiosas, tanto de frailes
como de monjas. Eran muchas las mujeres que deseaban servir a Dios a través de
la clausura conventual. Además de la vocación religiosa, otra causa destacada
de ese afán femenino de encerrarse en un convento era el "desamparo"
en que quedaban muchas damas de las clases pudiente s cuando las riquezas
familiares se le asignaban al hermano mayor (mayorazgos). Desde principios del
siglo XVI se intenta establece r las primeras órdenes religiosas en Tenerife.
Sería el año 1547 cuando llegaron a la Isla las fundadoras del convento de
Santa Clara de La Laguna, según Núñez de la Peña. La Orotava era lugar
atractivo para ubicar un convento, por sus condicione s naturales y las mucha s
familias acomodada s residentes. La iniciativa de la fundación del convento de
Monja s Claras partió del coronel José de Llarena y su esposa Isabel Ana
Calderón. Para lograr su propósito obtuvieron una licencia real en el año 1597.
Los representante s del pueblo (regidores) expresaron su satisfacción por lo
"conveniente que habría de ser al servicio de Dios, al Rey y de los
vecinos de aquel pueblo donde había mucho s con hacienda s e hijos”, nos dice
Viera y Clavijo. El convento se construyó en "las propias casas de la
habitación de los patronos”, lugar que hoy ocupa el edificio del Ayuntamiento.
Desde La Laguna llegaron: la abadesa, Catalina de San Francisco Llarena, y su
hermana María del Cristo (hijas del patrono) y otras cinco monjas que se
convirtieron en las fundadoras del convento de Santa Clara de la Orotava.
Entraron en clausura el 20 de enero de 1601. El convento se llamó de San José y
quedó bajo la obediencia de los padres franciscanos (orden de frailes
establecida en el "lugar"). En el siglo XVIII llegó a contar con
setenta religiosas. A principios del siglo XIX ocupaban el convento
veinticuatro profesas y una hermana lega. Al realizarse el proceso
desamortizador durante el siglo XIX, el convento de San José pasó, como todos
los demás conventos, a formar parte de los bienes del Estado. Pero se tuvo, por
parte de las autoridades del Gobierno, una deferencia hacia las monjas clarisas
orotavenses: las que residían en el convento podrían seguir viviendo en él
mientras continuasen en este mundo. Grave error, pues unas cuantas monjas
anciana s ocupando un enorme convento, que tenía una superficie de unos siete
mil ochocientos metros cuadrados, no podía acarrear otras consecuencias que el
deterioro creciente del ya vetusto edificio.
La Orotava carecía, en el siglo XIX, de
locales adecuados para las dependencias de la Corporación municipal, para
Juzgados, par a Escuelas, etc. Todos estos organismos públicos estaban ubicados
en otros conventos que presentaban un estado material nada halagüeño, de cara a
satisfacer unas exigencias de solidez, capacidad e higiene imprescindibles en estas
dependencias públicas. Las autoridades
políticas de la Villa intentaron convence r a la madre abades a de las Claras a
fin de que cediera parte del convento o se trasladaran a otro monasterio; pero
todo fue inútil. Por eso, cuando se produjo la Revolución del 1868 y al amparo
del aire liberal y laico que la promovía , la Junta de Gobierno de la Villa de
la Orotava , en sesión de 21 de octubre de ese mismo año (no olvidemos que la
revolución se afianza en España el día 28 de septiembre ) tomó en consideración
que el edificio de monja s Claras ocupad o por unas cuantas religiosas era de
todo punto indispensable para el establecimiento de las Casas Consistoriales,
Juzgados, Escuelas y demás oficinas y estaba en la conciencia de todos los
habitante s la necesidad de dedica r aquel céntrico edificio a los objetos ya
citados. La Junta acordó "dar por extinguido y cerrado el indicado convento,
notificándolo a la M.R.M. Abadesa para que dentro del tercero día evacúen el
local y se trasladen con el decoro que corresponda a donde mejor crean
conveniente”.
Con este desalojo se inicia el proceso que
llevará a la construcción de las Casas Consistoriales. Evacuado que fue el
convento de las monjas Claras, la Junta de Gobierno de la Villa de La Orotava instalase
en él, así como las oficinas del Ayuntamiento, "arrancándose los hierros
que contenían sus marcos como prueba de incautación”.
En noviembre de 1868 se creó una Junta de
destacadas personalidades orotavenses, encargada de proceder al derribo del ex
convento y levantar en su solar obras de utilidad pública. Dentro de esta Junta
se nombró una Comisión, especie de Directiva de la misma, que fue la que
directamente llevó todo el trabajo y responsabilidad del asunto.
Sus integrante s eran: Antonio María de
Lugo Viña, Antonio Díaz Flores, Francisco Román y Fernando Monteverde. El
primer paso de esta Comisión fue lograr de las autoridades del Estado respaldo
legal par a sus proyectos. Efectivamente, consiguen del Ministerio de la
Gobernación (oficio de 13 de marzo de 1869) permiso para la demolición del ex
convento y para que con los materiales aprovechables se construya el edificio
de las Casas Consistoriales, Juzgado s y Escuelas. Esta decisiva intervención
ministerial espoleó los ánimos de los miembros de la Comisión de tal forma que
el 28 de abril de ese mismo año presentaban a la Corporación Municipal el plano
- proyecto de obra s a realizar. Dicho plano fue realizado por Don Pedro Maffiotte,
ayudante del cuerpo de Ingenieros de esta provincia de Canarias. Según el
proyecto podían hacerse: Casa s Consistoriales, Juzgados, Escuelas, Plaza de
Mercado y Plaza de Paseo. El nuevo edificio tendría dos pisos, siendo la parte
baja dedicada a las Escuelas y la parte alta al Ayuntamiento y Juzgados. Tanto
la Comisión como el Señor Maffiotte opinan que con el importe de los solares
que pueda n venderse, de la amplia superficie del ex convento, así como con la
utilización de madera s y materiales del derribo, habría suficientes fondos
para terminar la construcción proyectada.
Caso de que este proyecto fuese aceptado
por la Corporación se procedería después a realizar los planos de la fachada y
el presupuesto de las obras. Días después se pidió al arquitecto el plano de la
fachada y los presupuestos totales, que fueron remitidos al Ayuntamiento el día
7 de diciembre de 1869. Estaban realizados los primeros planos del edificio de
las Casas Consistoriales. El Ayuntamiento los aprobó el día 24 de ese mismo mes.
Y la Diputación Provincial dio su visto bueno a los mismos el 15 de enero de
1870…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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