Hay muchísimos orotavense que se educaron en ese colegio cuando era
administrado por otros padres, que fueron sus fundadores, los Hermanos de las
Escuelas Cristianas. Ellos sienten la educación que le inculcaron esos
padritos, y ellos desean que su recuerdo esté siempre en nuestra Villa, y en
futuras generaciones. El abogado Don Juan Cullen Salazar, muy amigo mío, hijo
del recordado e ilustre Alcalde de la Villa Don Juan Cúllen y Lugo, hablaba en
la Prensa sobre el primitivo Colegio de San Isidro, una documentación muy
valiosa que el Sr. Cúllen supo difundir de una manera esplendente.
Sin embargo otro orotavense llamado Don Francisco Codesido, hablaba del
colegio de San Isidro en el desaparecido periódico “El Heraldo de Orotava” del
cinco de Noviembre de 1922, donde exponía una narrativa sobre lo que debía ser
la educación en el futuro, en una década en la que las leyes educativas estaban
totalmente ausente de la vida cotidiana, decía pues, que los pueblos tienen
como personas colectivas épocas de vigor y lozanía, otras de postración
espiritual, y a pesar de participar esta ley de la vulgaridad del tópico, los
sociólogos al estudiar sus causas determinan como primordial la enseñanza. La
Orotava no ha escapado de la Ley común, hace poco, antes de establecerse el
Colegio de San Isidro, atravesó por un periodo de tan lamentable abandono en lo
que a aquella se refiere, que nos desacreditaba antes los de fuera.
Pero afortunadamente se estableció el citado Colegio que fue para los
villeros de una apremiante necesidad, viniendo a llenar un gran vacío y a
realizar la fecunda labor de resultados demasiado apreciables al comienzo de
los años veinte. Evidentemente estaba La Orotava al principio del siglo XX,
necesitada de establecer un centro de cultura que realizarse labor social
fructífera y libre de todo móvil particularista; aproximando polos antagónicos,
acercando al encumbrado o al de relativo bienestar al pueblo, y consagrar el
consorcio predicando con un lenguaje de sinceridad, sagradas máximas de
caridad, de ayuda mutua, de amor al trabajo, de cumplimiento al deber. Hacía
falta que desde la cátedra, desde la escuela se derramase la simiente
bienhechora que diera a los espíritus la lozanía de nuestros vergeles, la
diafanidad de nuestro ambiente.
Fue tan sentida la necesidad que cuando en el año 1.908 apareció en la
Orotava el Hermano Adolfo Alfredo solicitando autorización y ayuda para la
fundación de un colegio de Hermanos de las Escuelas Cristianas, las autoridades
le ofrecieron entusiasta apoyo, al que el pueblo colaboró nutriendo con creces
la suscripción que algunos señores de La Orotava iniciaron, y que pagaron los
primeros gastos de instalación en su primitivo domicilio de la calle de la
Hoya, cuya inauguración tuvo lugar el 17 de Enero de 1.909 con asistencia de
las autoridades, del Hermano Adolfo y del que posteriormente fuera su director
Hermano Apolinar. En este acto pronunció el Sr. Zerolo uno de sus más
elocuentes discursos. El establecimiento comienza con tres clases, una de ellas
gratuita, y un total de ciento quince alumnos; al año siguiente el entusiasta
director Hermano Apolinar consigue iniciar los estudios de Bachillerato con
cinco alumnos. Así continúo el Colegio durante algunos años, hasta que un hijo
benemérito de la Orotava, el ilustre patricio Don Nicandro González Borges
concibe y da principio a la idea de edificar un colegio con todas las
exigencias de las modernas construcciones escolares, y elige un hermoso rincón
del Valle, frente a la plaza de Franchi Alfaro, pero cuando comienza a realizar
su obra lo arrebata la muerte, no se supo si cruel o piadosa, con el que aún en
posesión del ideal, no alcanzó a sufrir las decepciones de la mezquina
realidad. Pero la Junta Directiva con los medios que a este fin dejó, continuó
la obra hasta llevarla casi a su fin. Habiendo tenido el acuerdo de colocar en
la parte alta de la fachada de estilo neoclásico, el busto del ilustre
filántropo, que con frente erguida parece presidir, como un dios sereno
consagrado por su obra, el geórgico misterio de la arboleda que frente al
Colegio se difunde en variados matices de la flora canaria, como un elocuente símbolo,
ofrendado a la memoria del que durante su vida consagró todo su afán a la
propagación del arbolado. El edificio, perfectamente orientado recibe durante
todo el día luz directa; desde el mismo puede contemplarse un paisaje sin
igual, sobre todo en los días de transparencia atmosférica, en los que el
panorama es grandioso.
El edificio contaba con espaciosas clases por las que penetra con toda
libertad la luz y el aire oxigenado de los desaparecidos campos del Valle de
Taoro. Disponía de un completo laboratorio de Química, que a más de servir a la
enseñanza, prestó importantes servicios a nuestros agricultores, pues el
Hermano Apolinar dispuso en todas coacciones su competencia científica al
servicio de cuantos solicitaron su pericia y laboriosidad, ya suministrando
toda clase de datos o analizando productos agrícolas. Existía además un buen
laboratorio de Física en el que se registraban importantes datos
meteorológicos; clases de Francés, Ingles y otros idiomas; contabilidad
comercial, etc... Estaba en perspectiva una escuela de Agricultura, y de un
internado. En la década de los años veinte asistían más de doscientos alumnos,
facilitándole enseñanza gratuita a sesenta y cuarenta y cinco cursaban el
bachillerato. Pocas fueron las palabras para enaltecer la obra realizada por
Don Nicandro González Borges, nacido en un país en que tan poco abundaban
espíritus desinteresados que supieran sacrificar lo más mínimo de su caudal
para contribuir a cualquier obra que signifique progreso. Sin embargo la
Orotava tuvo, para su propia honra, a tan excelso patricio, que alcanzó
clarividencia bastante para penetrar el vivo anhelo de nuestro pueblo, sentir
con intensidad sus ansias y palpitar al ritmo en sus más arraigadas esperanza.
Era necesario un hombre que con vehemencia se conmoviese ante la posibilidad de
que la futura juventud se encontrase desahuciada de toda redención espiritual,
y de que nuestra pequeña patria sintiese los horrores de la incultura, que
embrutece y aniquila a los pueblos. Don Francisco Codesido terminaba
testimoniando su gratitud y afecto a los Hermanos del Colegio de San Isidro,
imborrables para quien con ellos compartiera gratas honras de la infancia,
alternando las plácidas de convivencia íntima en la clase, con las oras más
ansiadas de asueto y expansión, siempre estimulando el pueril afán por la
recompensa justiciera, vibrando siempre el deseo ante la ilusión de renovar la
juvenil alegría de los ocios, que florece iluminada por la santa del
alma.
El quince de enero de 1950, fallecía en Argel, a los 81 años de edad, y 65
de vida religiosa, el reverendo Hermano Apolinar - en el Mundo Pierre
Malraison- natural de Alsacia (Francia). Su nombre estuvo vinculado a la
Orotava durante algunos años, donde era muy estimado. Sus talentos y virtudes,
le colocaron entre nosotros al más alto rango que aquí haya ocupado un
extranjero. La Orotava le guarda un profundo agradecimiento por los servicios
prestados a la juventud como Director del Colegio de San Isidro, a cargo de los
Hermanos de la Doctrina Cristiana; y también participó en otras actividades
locales, teniendo a su cargo la gerencia de la Sociedad Eléctrica de la
Orotava, en cuya entidad demostró sus grandes conocimientos científicos y de
organización, elevando el nivel de la misma que se hallaba en lamentable
periodo de decadencia. El Ayuntamiento de la Orotava como prueba de gratitud
por los servicios prestados a nuestra Villa, acordó dar su nombre a la antigua
calle de la Hoya.
El historiador orotavense, Manuel Rodríguez Mesa decía en las IV
Jornadas Deportivas - Culturales de E.G.B. de la Villa de La Orotava, que en
1900 La Villa contaba con 9.201 habitantes, alcanzando en 1910 los 11.242. Para
atender las necesidades escolares de esta población, sólo disponía de cinco
Escuelas públicas que sostenía el Ayuntamiento y tres Colegios privados. Las
primeras se hallaban ubicadas en los barrios de la Concepción y San Juan, con
una de niños y otra de niñas cada uno, mientras que en la Perdoma, sólo existía
una de niños y todas ellas de carácter muy modesto. Los colegios privados,
estaban regidos por Hijas de San Vicente Paúl - dos de niñas establecidos en el
edificio del Hospital de la Santísima Trinidad, y uno de primera y segunda
enseñanza que pertenecía a los Hermanos de las Escuelas Cristianas y que el
Ayuntamiento subvencionaba con 1.200 pesetas anuales, como compensación a las
enseñanzas que le impartían a los alumnos pobres de día y de noche”.
El desaparecido periódico “La Prensa”, en su edición del día 11 de marzo de
1.915, expresaba; que el Colegio de primera y segunda enseñanza que dirigían
los Hermanos de las Escuelas Cristiana, se iba a instalar en locales propios
con todas las reglas de la pedagogía moderna, y que a tal fin el esclarecido
patriota Don Nicandro González Borges, estaba construyendo por su exclusiva
cuenta, un gran edificio en la calle Verde, - calle que posteriormente iba a
llevar su nombre,- frente a la Plaza de Franchi Alfaro, en una hermosa finca
que adquirió con dicho principal objeto. Este magnífico palacio que el generoso
hijo de La Orotava, lleno de ferviente entusiasmo levantó a la cultura de su
pueblo, cuyos planos los realizó el reputado arquitecto señor Estanga, se
trataba de un monumento que iba a perpetuar su memoria, y que al ser
contemplado, haría latir siempre el corazón de los orotavenses agradecidos.
Los Hermanos de la Doctrina Cristiana, acumularon una gran educación, y
transfirieron muchos secretos del Mundo de la Pedagogía. En el ocaso de su vida
villera, de agradables tecnologías y encantos. Se retiraron de este pueblo tan
Señorial, un día y de madrugada, después de ojear los ilustrativos muros y
techos del gran mausoleo de Don Nicandro, se marcharon para siempre, no
regresaron, muchos les esperaron, pero no regresaron. Las causas fueron de
infinitas discordias, solo se responsabilizaron, los que lo trajeron desde
Irlanda en el año 1.908. En esta misteriosa marcha velaron de rabias, los que
fueron sus alumnos, sus discípulos, muchísimos de ellos en la actualidad
descansan en el paraíso Celestial o Eterno. Una congregación que muchos
adoraron como ilustrísima, sin lugar a duda como la catedral de la enseñanza.
Pues su nombre, como un ramo de rosa desvanecida, se ha perdido tristemente por
los campos y los caminos luminosos del ex -dulce Valle de La Orotava.
El diecisiete de Mayo de 1995, dejaba este planeta el Hermano de la Salle
Guillermo Félix, ultimo director del colegio de San Isidro villero, en la
residencia “La Salle de Griñón”, en Madrid. Había nacido en Melgar de Abajo en
la provincia de Valladolid, en el año 1897. Su nombradía bautismal era Orencio
Calvo Crespo, recibiendo el apelativo de Guillermo Félix al profesar en la
congregación de las Escuelas Cristianas. Evidentemente no le conocí, aun mi
persona estaba desertora de este mundo. El Hermano Guillermo Félix fue enviado
a la Orotava por el año 1940, para hacerse cargo de la liquidación definitiva
con la Junta del Colegio de San Isidro. Momentos tristes, tristes porque los
Hermanos que tanto éxito habían tenido en la Villa se vieron obligados a
entregar formalmente la casa. Precisamente el 31 de Julio del año 1941
Guillermo Félix firmaba el inventario de bienes que quedaban en el centro, y el
presidente de la Junta hacía efectiva la deuda del año que habían dejado de
percibir en concepto de remuneración. A pesar de la reacción popular, debida al
desacuerdo con la Junta, parece que eran culpables de la marcha de los
Hermanos.
El ilustre abogado orotavense Don Jesús González de Chaves, persona que
defendía la presencia de los Hermanos en La Orotava, se personó en la
residencia de estos en la Laguna, para indicarle a través de un oficio
municipal de la voluntad popular orotavense en defensa de la no aumentación.
Los Hermanos le contestaron a Don Jesús que era imposible volver a la Orotava.
El hermano Guillermo Félix se manifestaba sinceramente más preciso, decía, que
no solo eran cuestiones económicas las que le forzaban a dejar una obra
conseguida con tanto cariño durante treinta y dos años, sino diversas causas de
muy diversos fundamentos, puesto que los superiores del laureado instituto se
encontraban obligado a alegarse de La Orotava, y deseaba que el colegio de San
Isidro encontrase personas que le devolvieran al pueblo su satisfacción. Y
esperar sin en el tiempo desaparecieran las dificultades que en ese instante le
obligaban a marcharse, volverían de nuevo al hermoso Valle de Taoro. Esta
manifestación del Hermano Guillermo Félix, no se produjo, porque el destino
hizo que los Salesianos de afianzaran en el colegio de San Isidro, en ese
edificio neoclásico de la plaza de Franchi Alfaro, que el patricio Don Nicandro
González Borges donara a todos los hijos de diferentes apariencias sociales de
los pueblos del Valle. En el año 1944, el Hermano Guillermo Félix construía y
fundaba la Salle de Santa Cruz de Tenerife, marchando luego por diversos
lugares entre ellos Roma.
DETERIORO ENTRE LOS HERMANOS Y EL PATRONATO: Al
comienzo del curso escolar 1936-1937 se dejaron de impartir las clases
correspondientes a los cursos tercero y quinto del bachillerato por falta de personal.
En noviembre de 1937 se pudieron reanudar las explicaciones correspondientes a
aquellos cursos del bachillerato al recibir la comunidad del San Isidro
refuerzos de algunos hermanos escapados de la «zona roja».
Otro hecho que unido al anterior iban a marcar la pauta que presidiría las
relaciones entre el patronato y los hermanos en la etapa final de éstos en La
Orotava fue la inesperada llegada del hermano Asistente, una de las máximas
autoridades del instituto, el 29 de agosto y su rápida marcha de la Villa, sin
que la junta fuese debidamente informada. Los miembros de ésta, una vez enterados,
prometieron visitarlo en el seminario pero no lo hicieron y "quedaron
muy resentidos por considerar que hubo falta de atención, para con ellos, de
nuestra parte”.
De otra parte, a través de la documentación interna de los hermanos. Se va
advirtiendo cómo, paulatinamente aumentan las noticias sobre la escasez de
hermanos que pudieran dedicarse exclusivamente a la enseñanza. Este hecho es
muy importante porque apunta a una realidad en la que no se suele reparar y
que, sin embargo, va a ser una de las razones que motivarían el cierre de la comunidad
de los Hermanos en La Orotava.
En septiembre de 1939 se detecta documentalmente por vez primera la siguiente
noticia: "Corren rumores entre la gente de esta Villa de que los
Hermanos se retirarán y vendrán los Padres de la Compañía de Jesús.”
El comienzo del curso 1939-1940 se presentó difícil debido a la definitiva
supresión de varios cursos del bachillerato, lo que trajo consigo “la animada
versión reinante en el público contra la junta y contra los Hermanos”. A partir
de este momento ambas instituciones tratarán por todos los medios de
descargarse de su responsabilidad en la medida apuntada, intentando mostrar
cómo todas las culpas de la supresión de los tres cursos del bachillerato
recaen en causas imputables a la otra institución y en todo caso, a causas
ajenas a su voluntad.
Así, cuando el director visita al secretario de la junta del patronato,
éste le manifestó "toda la amargura ocasionada por el cierre de los tres
años del Bachillerato suprimido... Hace potar que no se podía haber realizado
esa supresión sin la venia de toda la junta... Y es cierto. El director creía
haber entendido que no; pero repasado el Testamento dado por el fundador, se
persuade de lo contrario. Ya no tiene remedio; pero, ¿Hubieras dado solución
distinta'? El descuido parece providencial.
Poco después en torno a la mitad de noviembre. Se advierte una extensión
del conflicto que enfrentaba ya abiertamente a los hermanos y a la junta: «La
familia del presidente del Patronato propaga especies en disfavor de los
hermanos con miras a sembrar en la opinión pública, entre los que no son de su
posición social, la animad versión contra nosotros. Y no ha sido un hecho
aislado sino repetido.
El 18 de enero de 1940 se registró un serio incidente verbal "poco
edificante”, entre el director del colegio y el secretario del Patronato.
Melchor de Zárate que fue zanjado por el visitador de la Orden presente en ese
momento en la Orotava que "recibió la protesta; expuso la situación de los
hermanos en España; excusó la falta en lo de la supresión de las clases y
ofreció respuesta definitiva en el mes de abril o de mayo.
SE ULTIMA LA SALIDA DE LOS HERMANOS: El último
asunto que enfrentó a los hermanos con la junta de la Fundación San Isidro tuvo
que ver con la entrega del inventario de bienes del colegio, al director que
objetos le pertenecían inexorablemente al Instituto de los Hermanos y cuáles eran
propiedad de la fundación y, por consiguiente, no podían aquellos decidir su
suerte.
Otro punto polémico fue el planteamiento por el director de la deuda
que, en su opinión, tenía la junta con la comunidad.
REACCIÓN POPULAR: ¿Se había producido entre tanto,
alguna reacción popular relacionada con la marcha de los hermanos de La
Orotava? Según las crónicas varias personas, desde el principio de junio de
1941, tratan su desagrado con la junta, porque a su juicio es culpable de que
los hermanos tengan que marcharse de la Villa.
CUAL FUE EL PROBLEMA DE LA SALIDA DE LOS
HERMANOS: Amplios sectores de la clase media gestada al amparo del
desarrollo socioeconómico y tecnológico de la segunda mitad del siglo XX, y
buena parte de la gente humilde ha venido siendo proclive a mantener un cierto
desprecio y una crítica constante hacia el comportamiento de familias
aristocráticas al menos por el apellido. ¿A qué se debe esta postura? ¿Se
podría explicar, quizá, como una manera de devolver el tradicional desprecio y
la altanería demostrada por bastantes de aquellas familias ante las necesidades
populares y el ascenso de las clases me días?
Lo que queremos decir, e insistimos en que nos movemos en un terreno que
no es el nuestro, a nivel de meras hipótesis que nos gustaría que algún especialista
pudiera desarrollar y contrastar adecuadamente alguna vez, es que, una vez
finalizada la guerra civil, aunque la aristocracia de La Orotava se mantuvo en
el bloque aliado de los sublevados. Y luego, vencedores, no parece que estuvieran
demasiado bien considerados por estos últimos que, en un principio se
encontraban sensibilizados positivamente hacia la defensa de las clases
humildes y a la implantación de un sistema de justicia para todos.
Con vista a esto, que muchos de lo que nos educamos
con los salesianos desconocemos, a quien le sonajeamos hoy con la celebración
de los 100 años del Colegio de San Isidro, a los salesianos, a los educadores
civiles, que cubrieron un paréntesis después de la marcha de los Hermanos, a
los Hermanos, no lo sé, pero siempre me acuerdo de las palabras de mi padre
Juan Álvarez Díaz, los hermanos eran unos grandes profesionales de la enseñanza
en la Villa.
LA SEGUNDA ETAPA DEL COLEGIO DE SAN
ISIDRO: La segunda Etapa del colegio de San Isidro, comienza con la
llegada de los padres Salesianos en el año 1948, tras un paréntesis de utilizar
sus aulas por parte del colegio de segunda enseñanza del Puerto de la Cruz
“Tomás de Iriarte”.
Los años en que se generaliza (sobre todo entre las clases medias) el
estudio del bachillerato y, como reflejo de ello, digamos que el Colegio San
Isidro entra en la historia cultural de La Orotava por méritos propios. Todos
los hombres cultos de La Villa, a niveles de enseñanza media o superior, dejan
notar la impronta, el sello de la educación religiosa-salesiana, incluso
quienes no la recibieron, o quienes la rechazan por haberla recibido. Los
salesianos en La Orotava, concretamente en el verano de 1.952, cuando su primer
director y fundador Rvdo. Don Claudio Sánchez Martín, es nombrado por la
superioridad, Inspector Provincial de la Comunidad. Le sustituye en
consecuencia en la dirección del colegio, el Rvdo. Don Pacífico Medina
Sevillano (fallecido). Marchan destinados los clérigos Don Alfredo Canal y Don
Nicolás de la Casa y se incorporan a la comunidad local, el Sacerdote Don Ángel
Martín González y los clérigos Don Manuel Prol Marra, Don Manuel Prol
Araujo y Don Evaristo Rodríguez Ferreiro. El mandato de Don Pacífico Medina
Sevillano dura aproximadamente seis cursos escolares desde el curso 1.952-53 al
1.957-58, durante su mandato surgen las primera promociones del bachillerato
Elemental y Superior, se crea en el Colegio por primera vez un curso de
Preuniversitario, -y que solo se repitió en el curso 1.962-63 con Don José
Mondejar (fallecido) de director-, y se puede catalogar como una etapa dura
disciplinada, y bien organizada bajo los auspicios de la enseñanza religiosa,
reseñada en España en la década de los cincuenta. Durante este intervalo, se
incorporan a la comunidad de la Villa, los sacerdotes; Don Alejandro Guarde
Hernández, Don Guillermo Navarro González, Don Manuel Cereceda Pascual, Don
Pedro Alba Montesino, Don José Rodríguez González, Don Rafael Soldevilla
Hidalgo, Don Francisco Ureña Arroyo, Don Antonio Montero Marroquí(iniciador y
alma del Oratorio Festivo), Don José Díaz Cotán Pinto, Don Antonio Granado
Herrera, Don Víctor Rodríguez Jiménez, Don Antonio Espinosa Martagón, los
clérigos; Don Alicio Elvira Primero, Don Antonio Escobedo Rodríguez, Don Juan
Urbistondo de los Ríos y Don Leonardo Girón Sánchez, Don Miguel Díaz, y los
coadjutores; Don Emilio Gómez Cantero, Don Ventura Paiz Cruz, y Don Manuel
Nogeiras. En el curso 1.958-59, Don Pacifico Medina Sevillano cede el puesto de
director del colegio al anterior catequista Don José Rodríguez González. Cesan
además Don Juan Manuel Cerceda, Don Víctor Rodríguez, Don Leonardo Girón, Don
Antonio Espinosa, Don Jesús Delgado, y Don Juan Manuel Nogueiras, se incorporan
a este destino, Don Esteban Corral Gajate, Don Gregorio Santana Arencibia, Don
Francisco Llarena Gonzalo, sacerdotes, y los clérigos, Don Miguel Raigón
Córdoba, Don Manuel Roja Pérez (fundador de la rondalla de Pulsos y Púas) y Don
Marcelino Carreto Carretero, y como coadjutor, Don Fernando García Fortea.
Empezando aquí la etapa de Rvdo Don José Rodríguez González como director del
colegio, etapa de continuidad de las directrices emprendida por su antecesor
Don pacifico Medina Sevillano.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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