Foto correspondiente a mi álbum familiar, de una tarjeta postal firmada por
F.B. Nº 8, que adquirió mi abuelo materno Bruno Abréu Rodríguez por la década
de los años diez del siglo XX,
La niña que baja a la izquierda por la calle de San Juan de la Villa de la
Orotava, es mi madre María del Carmen Abréu González con 4 añitos de edad, año
1912.
Mi amigo desde la infancia de la Calle
El Calvario de la Villa de La Orotava; NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA “CHILE”, remitió
entonces (10/12/2013) estas notas que tituló; “MISAS DE LUZ”: “…Son muchos los recuerdos de estas entrañables fiestas en la Villa de
La Orotava que han tenido y seguirán teniendo en el transcurrir de los tiempos.
Intentaremos acercamos, lo que nuestros recuerdos nos permitan, a actos y
costumbres que más despertaron nuestra curiosidad Joven.
Oíamos contar aquello
que se refería a las ceremonias que se celebraban en las iglesias y que se
conocían, por así decirlo, como "MISAS DE LUZ" que comenzaban nueve
días antes del 25 de diciembre, y que en LA PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA, más
curiosidad despertaban, sobre todo en la gente más joven. Comenzaban a las 6 de
la mañana, cuando ya el sol, nos enviaba tenuemente, su cálida luz, que se
recibía con alegría, para combatir el frío que a esa hora, teníamos que
soportar. Cuentan que a San Juan asistían gran cantidad de fieles de la parte
alta, Aguamansa, Los Pinos, Barroso e incluso de La Perdoma. Se hacía el
trayecto a pié, pues no habían guaguas y se alumbraban con antorchas,
acompañándose de guitarras y otros instrumentos, para hacer más llevadero el
camino. Aunque nadie nos ha dicho nada al respecto, suponemos que también
traerían alguna garrafita de vino, para combatir las bajas temperaturas de la
madrugada.
Las misas comenzaban 9
días antes del día 25 en atención a que cada día significaba un mes de embarazo
de la Virgen. El 25 de marzo es la Encarnación de María y nueve meses más
tarde, el 25 de diciembre, es el nacimiento de Jesús. De ahí el nombre de misa
de luz. En San Juan eran amenizadas por un coro de vecinos dirigido por Don
Domingo Febles, organista de la parroquia. Los caminantes acostumbraban a
comprar el pan caliente, bien calentito, en la panadería de Doña Concha y por
los caminos que conducían a la parroquia, se acompasaba el viaje al son de
villancicos. Otra costumbre digna de elogios, era que tocaban a las puertas de
los vecinos para que no se durmieran y pudieran unirse al grupo. Serenamente,
hay que valorar el esfuerzo para poder cumplir con aquello que deseaban hacer.
Algo muy ejemplar.
Muchos jóvenes
terminaban celebrando un animoso partido de fútbol en lo que se conocía como
cancha de tenis del recodo.
La Verdad que muchas
parejas que asistían a las misas de Luz, se hicieron novios, otros se unieron
para toda su vida, y todo en aquellos paseos por la carretera hasta el camino
de la Cañada, a probar el pan calentito de la panadería de Don Machín…
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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