martes, 19 de diciembre de 2017

TOMÁS “EL COJO”



Nació en la Villa de La Orotava en el año 1936, antes de la guerra incivil española. Hijo de una extraordinaria familia orotavense; Francisco Luis (Zapatero – Músico) y Eusebia Expósito (Ama de Casa y vendedora en su histórico merendero - venta), una familia numerosa que siempre tenía las puertas abiertas a todos los villeros.
Estudió las primeras letras en la escuelita de doña Lucía Mesa en la calle El Calvario, pasando luego por el colegio de San Isidro, San Fernando y al trabajo de carpinterías aún con pantalones cortos, para hacerse pintor de la construcción, casi de siete oficios y terminar su vida laboral en la Casa de Socorro de la comunidad del Valle ubicada en la Villa de la Villa de celador.
Tomás Luis Expósito era su nombre civil y religioso (muy poco), pero de guerra lo conocíamos por Tomás “El Cojo”. Era cojo desde niño  en una de sus piernas a consecuencia de la conocida parálisis infantil (La poliomielitis, enfermedad infecciosa, también llamada polio, que afecta principalmente al sistema nervioso) que  le hizo un vestigio profundo dejándole el pie apezuñado lo suficiente para practicar el deporte de sus amores. Esto aún lo fortaleció en el Baloncesto  que llegó a ser el mejor baloncestista de su especialidad. Imitaba a los Los Harlem Globetrostes (un equipo de baloncesto entonces  de los Estados Unidos que mezclaban partidos de baloncesto con el entretenimiento), mantenía fuerte el balón y eso que era muy grande, lo manejaba extraordinariamente con sus dos manos y lanzaba a canastas con precisión (hoy pudo haber sido un gran encentador de tiros de tres). Era muy agresivo, siempre llevaba el mando en su equipo “El Águila del Valle” (vestía de rojo), era temido por sus adversarios y casi siempre jugaba para ganar. Lo hacía de pívot, nunca le tenía miedo a los altos, con su típica trastada le pisaba los pies y no los dejaba saltar, claro en aquellos tiempos el baloncesto tenía sus embelecos a pesar que reglamentariamente se podía mantener el esférico con las manos o en su haber todo el tiempo que lo necesitaba. Al final terminó primero de entrenador de su equipo “El Águila del Valle” sénior y juvenil y posteriormente de árbitro, como el siempre me decía de “árbiitrucho”. Practicó también el fútbol en el Colegio de San Isidro, concretamente en el oratorio festivo del salesiano  don Antonio Montero Marroquí (fallecido), era acérrimo a los dos grandes deportes;  el fútbol y el baloncesto. Fundador del CB. AA. AA. Salesianos actual Club Baloncesto San Isidro en el verano del año 1967, a punto de cumplirse los cincuenta años, Bodas de Oro (2017).
Hoy pudo ser el mejo jugador de baloncesto de los encomies  Juegos Paralímpicos (competición internacional fundada por Ludwig Guttmann en 1960, para atletas con ciertos tipos de discapacidades físicas, mentales y/o sensoriales, como discapacidades motoras, amputaciones, ceguera, parálisis cerebral y deficiencias intelectuales). 
Su vida juvenil era la de un ciudadano normal, pero a veces cometía monstruosidades, nunca dañó a nadie, al contrario lo hacía por el bien de todos, era un muchacho con atrevimientos  y travesuras con sus amigos, que hoy podían ser de felicidad absoluta.
Tomás Expósito Luis cariñosamente conocido por “Tomás El Cojo”, a parte de los deportes practicó música como educando del bombardino en la desaparecida Academia de la Banda de música Municipal de La Orotava, con don José Berenguer Sánchez (que con el tiempo pudo ser su suegro), estudió dibujos en la Escuela Municipal de don José María Perdigón, fue corneta de las Bandas villeras; Cruz Roja y San Juan Bautista. Miembro activo voluntario con mucha fe de la Cruz Roja Local en la que participó al frente de ambulancias y demás. Finalmente miembro de los Coros Y Danzas de la Sección Femenina de La Villa de La Orotava, participando en los numerosos certámenes del folklore isleño, regional, nacional e internacional.
En la vida hizo de todo, formó una numerosa familia, perteneció a las hermandades de Nuestra Señora de la Concepción y San Agustín. Fue también retozón monaguillo del templo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava (conocida por la pequeña catedral – declarado monumento histórico nacional en el año 1947), donde se convirtió en un célebre repicador (el mejor) en su histórico campanario, todo un jorobado en acción desde sus juegos infantiles con sotanas a ristre hasta sus trabajos de ebanista en el taller parroquial de la calle Colegio su calle donde se crió.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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