jueves, 15 de junio de 2017

EL CONTRABANDO



Artículo del amigo del Puerto de la Cruz; MELECIO HERNÁNDEZ PÉREZ, escrito en su interesante libro “ANECDOTARIO DEL PUERTO DE LA CRUZ”, que tituló EL CONTRABANDO: “…En la posguerra, cuando existían los fielatos a la entrada de los pueblos para cobrar los derechos de consumo, que solían ser controles instalados en modestas casetas de madera, los funcio­narios que desempeñaban este trabajo se les denominaba fielae­teros, y salvo las excepciones de la regla, cumplían su cometido a rajatabla.
Por tanto, la guagua del Norte cuando llegaba a la Cuesta hacía obligada parada para la correspondiente inspección. Entre los pasajeros de aquel día que iban para Santa Cruz se encontraba don Federico Ríos, a la sazón párroco de Icod el Alto, simpático y dicharachero que amenizaba el trayecto con sus ocurrencias, tonándola con los viajeros a su alcance a los que a veces propina­ba un cariñoso "puñetazo" en la espalda y aplicaba los más es­trambóticos nombres propios, todo ello ante la complacencia de los mismos, que encontraban distracción en el largo y pesado tra­yecto.
En el asiento contiguo al de don Federico iba una "icolal­tera" que llevaba una cesta debajo de su asiento llena de huevos y de pollitas. La pobre mujer que esperaba obtener unas pesetas con la venta de su escaso cargamento, carecía de dinero para aten­der el pago del arbitrio municipal. Ante esta situación, cuando fal­taba poco para llegar al fielato, la mujer teme que si no paga la ha­gan bajar o le retengan su mercancía.
Don Federico Ríos, que venía prestando atención y que posiblemente era una feligresa de su parroquia, sin pensarlo dos veces le dijo:
-Mariquilla, no te sulfures que esto lo arreglo yo.
Y tomando la cesta se la colocó sobre sus rodillas cubriéndola con la sotana, pero sin poder disimular su ocultación y expuesto a que las aves lo delataran con su continuo piar.
Cuando el fielatero subió a la guagua mirando debajo de los asientos e inspeccionando cualquier paquete sospechoso, al llegar al cura le pregunta:
-¿Qué lleva ahí, padre?
-hijo! ¿Qué voy a llevar? Los huevos y la pollita.
Rieron todos, mientras el fielatero daba un golpe seco en el costado de la guagua para que continuara. Entretanto, algunas mujeres se persignaban sorprendidas ante la salida del represen­tante de la Iglesia…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario