jueves, 29 de junio de 2017

EL NIÑO



Parece la extraordinaria película de Charlie Chaplin tras la crudeza de su infancia y en la muerte de su hijo, que había nacido prematuro. Que magistralmente caracterizada en aquella película excepcional, en la que plasmó mucho de sí mismo. Incluyendo muchos efectos especiales novedosos para la época (años veinte del siglo veinte). En la que una  mujer joven, Edna (interpretada por Edna Purviance), acaba de dar a luz a un hijo no deseado. Con el dolor de su alma, decide dejar al niño dentro del elegante automóvil de cierta familia adinerada, junto a una nota en la que brevemente le pide que se haga cargo de su hijo. Pero unos delincuentes que se roban el auto, dejan al bebé abandonado en la esquina de un  barrio marginal. Es allí donde lo encuentra un alegre, despreocupado e inocente vagabundo (interpretado por Charlie  Chaplin), quien, si bien en varias ocasiones intenta deshacerse de semejante responsabilidad, se compadece de él y decide adoptarlo y asumir su crianza.
Evidentemente, este niño de la foto,  de dos años de edad, a un mes de cumplir el tercero, retratado por el famoso fotógrafo e inolvidable reportero republicano “Ortega”, en los jardines de la parte lateral norte  del templo de San Agustín del ex convento agustino de Nuestra Señora de Gracia de La Villa de La Orotava.  La panorámica corresponde al mes de junio del año 1953, por las Fiestas Mayores de la Villa.
¿Quién es ese niño?, para todos mis amigos, ese niño es un servidor, entonces mi pobre padre Juan Álvarez Díaz, que acostumbraba a llevarme de paseos; fiestas, fútbol, y demás. Me posó para la cámara del espigado fotógrafo Ortega.
Lo que más me sorprende, son las botas que acuño, de fabricación artesanal, producidas en el taller de mi querido abuelo materno y padrino Bruno Abréu Rodríguez, un gran maestro de la zapatería, peletería y la música. Me confeccionó esos botines que se conservaron en casa de mis padres hasta la llegada de mis sobrinos que desaparecieron para siempre.
No sé que tengo en mis manos, parece un abanico, no lo sé ni lo recuerdo.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL


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