Fotografía
referente a los alrededores del Barranco de Araujo visto desde El Llano de San
Sebastián de La Villa de La Orotava, al final del siglo XIX.
Las viejas
calles (callejones) de la Villa de La Orotava: San Sebastián, Los Rosales, Juan
Padrón (Callejón del Loro), y García Beltrán, forman en conjunto lo que se
llama el viejo Barranquillo. El nombre de San Sebastián (santo mártir -
cristiano), se le adjudica a un corto tramo, frente al teatro cine Atlante.
Enlaza el barranco Araujo a través de Los Rosales y El Loro con la calle El
Calvario, hacía el Llano de San Sebastián, donde los religiosos agustinos
levantaron su primitiva capilla. Antiguamente era de adoquine, es una la más
corta de la villa en longitud e incluso en habitantes. Solamente tiene tres
edificios, destacando la oficina de la Cooperativa Norte de Tenerife (FAST),
inaugurada el 18 de mayo de 1921, en la actualidad adquirida por el Ayuntamiento,
y el caserón del siglo XVIII, que conserva un patio característico canario.
El
Callejón Los Rosales, data de una finca perteneciente al ex -
monasterio de nuestra señora de Gracia de la villa, que los
agustinos dedicaban al cultivo de rosales para enramar su
patrona. El viajero británico Harol Lee, decía, que la Plaza de la Alameda,
situada en la cima de la calle Los Rosales, por un lado, es el punto de llegada
y salida de los carruajes y, por otro, se permite disfrutar de la hermosa vista
circundante. Desde la misma se puede contemplar el Teide, las pintorescas
traseras de las casas del lado este de la calle El Agua, todos los pliegues
geográficos y puntos del valle y abajo del todo, el pequeño grupo de casa de
Puerto Orotava o de la Cruz. A sus pies, a grandes desniveles
encontraba la pequeña calle de Los Rosales, la frontera entre lo
rural y lo urbano.
El lado norte
de la calle estaba construida, mientras que el lado sur estaba ocupada por
huertas de cultivos ordinarios y muchos naranjeros. Así pues Los Rosales era
mucho más esplendoroso ante de construirse el Puente, porque desde sus huertos
mostraba la majestuosidad de la iglesia del ex - monasterio de nuestra Señora
de Gracia, que fue construida en el lugar donde estaba ubicada la antigua capilla
de san Roque. Los Rosales ejercía el papel de vía de comunicación hacía la
villa abajo. Partiendo del camino adyacente al barranco de Araujo.
Callejón El
Loro, hoy calle Juan Padrón, por el naciente atraviesa en forma paralela al
callejón de Los Rosales, para entrar a las fincas allí existentes. Por el
poniente es paralelo a la calle El Calvario, desembocando en la calle García
Beltrán, o en la plaza de Franchi Alfaro. Al principio del presente
siglo la corporación por unanimidad, puso el nombre del músico villero nacido
en la villa en el año 1849 don Juan Padrón Rodríguez. En la mitad de la calle
por el lado norte se construyó el teatro - Cine Atlante por el industrial don
Antonio García, la electrónica fue diseñada por el artista don Manuel Fernández
Padrón. El coliseo fue inaugurado el 20 de octubre de 1932, con una velada de
luchas Canarias entre Pancho Camurria y el Pollo de La Orotava, además de
combate de boxeo. En su emblemático salón se estrenaron grandes producciones
cinematográficas, obras teatrales y zarzuelas líricas españolas. Y en su
terraza se realizaron grandes bailes, fue cancha de baloncesto al
final de la década de los cincuenta. Hubo exhibiciones de peleas de gallos, y
combates de boxeo, incluso se instaló allí el teatro de María Teresa Monzón y
su hija María Teresa Méndez (con obras teatrales; “La rica loca” de
Adolfo Torrado, “Su Desconsolada Esposa” “Una noche buena en el cementerio”).
La ultima calle más distante del Barranquillo, lleva el nombre del que fue
político villero García Beltrán, desde las Cortes consiguió muchísimas cosas
para La Orotava, era pariente del escultor don Fernando Estévez de Sala. Es una
calle corta, el doble que la de San Sebastián. Linda por el sur con la calle El
Calvario y por el norte con la calle Verde o Nicandro González. El inmueble a
destacar de estilo neoclásico, es el antiguo hotel Suizo, construido en el año
1877 por don Luis Fumagallo natural de Turín. Su primer apelativo comercial
“Teide”. El día 4 de diciembre del año 1879, se hospedaron los príncipes de
Gales: Alberto y Jorge. El hotel cierra sus puertas al fallecimiento de don
Luis Fumagallo en el año 1897. Cuatros años mas tardes (1901) compra el
inmueble doña Enriqueta Humberset de origen Suizo, abriendo sus puertas de
nuevo cinco años después (1906), arrendado durante un tiempo por don Eulogio
Méndez Machado. La segunda planta, con dos entrada por la calle García Beltrán
una de servicio, contenía siete habitaciones, carbonera, cuadra y patio.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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